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Los partidos políticos deben formar líderes respetables

MI OPINIÓN.- El alarmante caso de las diputadas federales de Oaxaca, Sofía Castro Ríos y Margarita Liborio Arrazola, del PRI, y el diputado Guillermo José Zavaleta Rojas, del PAN, propicia un espacio para hacer algunas reflexiones en torno a los valores de la ética en los funcionarios públicos, especialmente de aquellos de elección popular.

Por supuesto no quiero adelantar juicios, porque esa es tarea de las autoridades correspondientes.

Para empezar, yo siempre he pugnado para que los partidos políticos, todos, sean escuelas de formación cívica y ética para los jóvenes que algún día serán las autoridades de nuestro país en los tres órdenes de gobierno.

Siento que en el seno de los partidos políticos deben abrevar los gobernantes actuales y los del futuro la inspiración suficiente para dirigir las cosas públicas con honestidad y con base en principios sólidos de respeto al ser humano, transparencia en su desempeño público y una buena dosis de vergüenza.

En otras palabras, quiero que los partidos políticos sean las ágoras que eduquen a los líderes sociales que el proceso histórico y político de nuestro país reclama para desterrar de nuestras instituciones la corrupción, la pérdida de valores sociales y espirituales, tan escasos en nuestra clase política de actualidad, como es el caso de las legisladoras y el legislador en referencia.

Debo recordar que estamos en la tierra de don Benito Juárez. Y esto nos da un marco y un contexto muy especial para redescubrir los valores cívicos y éticos que ese ilustre indio oaxaqueño supo imponer no sólo en su gobierno, sino en su vida privada y en las páginas de la historia misma del país.

Qué saludable sería que los responsables de preparar los cuadros juveniles en cada uno de los partidos políticos, se molestaran en revisar la vida y la obra de don Benito Juárez, y que tomaran las lecciones de mayor provecho ético y social para enriquecer sus enseñanzas doctrinales. El día que así lo hagan, ningún partido político será pobre en valores doctrinales, ni carecerá de cuadros juveniles que inspiren confianza entre los mexicanos.

Cuando los partidos políticos sean capaces de formar hombres respetables y respetuosos de nuestras leyes, nuestra nación caminará con paso firme hacia el bien común, y hacia la prosperidad de cada individuo.

Entonces tendremos gobernantes que se cuidarán de no caer en las tentaciones que en muchos aspectos proporciona el poder.

Sé que esto no es fácil de lograr, pero es una necesidad que tenemos que resolver lo más pronto posible.

El día en que desde las entrañas más profundas de los partidos políticos nazcan estos prototipos de líderes sociales, las campañas políticas no serán pasarela de propuestas banales, ni de ciudadanos inocentes posteriormente defraudados.

Cuando los sufragantes de verdad confíen en los candidatos y en sus propuestas, ya no serán necesarios ni los discursos de engaño ni las falsas justificaciones como sucede en nuestros días.

Así como es casi imposible extraer una cepa sana de un árbol enfermo, tampoco podemos obtener líderes sanos de partidos contaminados y desvalorizados.

Los partidos enfermos no pueden producir políticos ni gobernantes saludables. Porque para un verdadero estadista, ningún progreso material es valedero si sólo se hace en favor de las minorías, mientras las mayorías sobreviven en condiciones de extrema vulnerabilidad. Así no hay Estados fuertes. Nunca los ha habido.

La teoría sociopolítica más elemental nos dice que los buenos gobiernos luchan para que los gobernados seamos felices. ¿Dónde están esos gobiernos? Hay sin embargo, diputadas como las de Oaxaca, que según ellas no les tiembla la mano para “partirles la madre” a sus detractores.

Pero lo más grave es que usan el poder que un supuesto proceso electoral democrático las cubre de impunidad.

Terminaré diciendo que la labor de los partidos políticos no puede reducirse a convencer a la población para sacar mayoría en las urnas; antes de eso, debe formar candidatos sanos en toda la extensión del concepto.

Sólo así ganarán la confianza de los ciudadanos, que por ahora enfrentan un proceso preelectoral en Oaxaca en un clima de incertidumbre, de desconfianza y casi de miedo.

Es mi opinión. Y nada más…

r_campa@hotmail.com

 

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