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Daño atroz al patrimonio cultural pone en riesgo título de UNESCO, alerta experto

Con las intervenciones a las calles del Centro Histórico, la fachada de la Catedral Metropolitana, la “salida de emergencia” de la Casa de la Cultura Oaxaqueña (CCO) y el techado del Auditorio Guelaguetza, entre otras obras, el gobierno de Ulises Ruiz Ortiz heredará un patrimonio cultural dañado a los oaxaqueños.

Así lo denunció este viernes el doctor en arquitectura José Antonio Terán Bonilla, investigador titular C (máxima categoría reconocida en el ámbito mundial) de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.

El también maestro en Historia del Arte y catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) llegó este 18 de junio a la Ciudad de Oaxaca para dictar la conferencia “Alteración del patrimonio construido del Centro Histórico de Oaxaca”, en la Biblioteca Burgoa del Centro Cultural Santo Domingo.

Antes, en conferencia de prensa, el investigador de origen poblano advirtió que la administración ulisista, a través de la Secretaría de Obras Públicas (SOP), ha puesto en riesgo el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad otorgado a la entidad en 1986 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).

Indicó que fenómenos naturales como los sismos de 1973, 1991 y 1999 han dañado la estructura arquitectónica de esta ciudad colonial, pero sobre todo el ambulantaje, las pintas y las obras gubernamentales realizadas “por capricho” de algunos gobernantes.

En este sentido, advirtió además que la dependencia estatal dirigida actualmente por Armando González Bernabé, cuyo antecesor fue Eviel Pérez Magaña, candidato a la gubernatura de la coalición PRI-PVEM, atenta también contra la declaración de “Zona Histórica Patrimonial” otorgada a Oaxaca en 1976 por el INAH y el ex presidente de México Luis Echeverría Álvarez.

“Las peores alteraciones que ha sufrido el Centro Histórico de la Ciudad de Oaxaca han sido por la mano del hombre. Y sobre todo por los propios oaxaqueños, trátese de gobernadores, alcaldes y la ciudadanía en general”, dijo.

“Por ejemplo, se han hecho intervenciones como la de hace unos años en la Catedral, en la fachada: lo que tuvo de pátina (capa o película superficial que representa el estado de envejecimiento de un material) durante 200 ó 300 años se la quitaron en unas cuantas semanas, porque las personas que la intervinieron no son especialistas en términos patrimoniales y de restauración.

“Y con una pulidora de piso limpiaron toda la fachada de la Catedral, una aberración. Y por eso hay una demanda federal, pero no se hizo nada”, lamentó.

Cuestionado sobre la remodelación de las calles del Centro Histórico, el especialista aseveró que este proyecto “de embellecimiento” impulsado por el Gobierno estatal está “totalmente equivocado” y el argumento es “subjetivo”.

“¿Embellecimiento para quién?, ¿para un gobernante?, ¿para un alcalde?, ¿para un gobernador? No puede ser eso”, criticó.

“El pavimento está verdaderamente equivocado, porque lo están haciendo de concreto, con lo cual están modificando totalmente el nivel freático del Centro Histórico, terriblemente. Hemos carecido –porque yo me siento oaxaqueño– toda la vida de agua y la que podríamos captar, como siempre se captó, a través de cómo estaban los pavimentos y los arroyos de las calles y de las aceras, hechos con cantería de aquí, local, y en las puntas filtraba el agua perfectamente y tenían semihilos freáticos magníficos”, explicó.

“Hoy se ha modificado y es imposible que pase por el concreto el agua de lluvia”, precisó.

“Por otro lado, cómo se hacen todas estas obras que son sumamente costosas y no se pensó en captar toda esa agua de lluvia para beneficio de la ciudad. No me cabe en la cabeza, definitivamente”, enfatizó.

En este sentido, indicó que debieron construirse colectores en todas las calles como se ha hecho en otras ciudades como Mérida, Yucatán y Morelia, cuyo Centro Histórico estaba ocupado también por vendedores ambulantes y fue limpiado al grado de que ahora es el único estado del país cuyo Centro Histórico está libre de ambulantes.

Ante esta situación, el reconocido restaurador afirmó que “hay una impunidad, porque no han funcionado las autoridades”.

INAH, INBA y Conaculta, responsables

Sin embargo, Terán Bonilla, quien colaboró en los trabajos de restauración del ex convento de Churubusco, en la Ciudad de México, indicó que las autoridades estatales no son las únicas responsables del daño al patrimonio histórico.

“Generalmente los responsables del patrimonio son varias instituciones: Instituto Nacional de Antropología e Historia, Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), los ayuntamientos y las secretarías de Obras Públicas de los ayuntamientos y de los gobiernos de los estados”, precisó.

“Y por otro lado también el Conaculta (Consejo nacional para la Cultura y las Artes), a través de la Dirección General de Sitios y Monumentos, que se encarga de proteger todo lo que es patrimonio de la nación, en este caso los templos y algunos otros edificios”.

No obstante, lamentó que cuando estos organismos sí intervienen en algunos casos “no sancionan a la gente que quita los aplanados; es como si nos despellejaran a nosotros los humanos, pues nos perjudicarían las lluvias”, comparó.

“La pieza de Oaxaca, como ustedes vieron nada más se labró –se llama cantería– específicamente para hacer las entradas de la puertas, los marcos de las puertas, de las ventanas, pero no para lo demás, como por ejemplo esa escuela que está cerca del Centro Cultural Santo Domingo, que le quitaron todo los aplanados y se está deteriorando mortalmente, porque se está cayendo el mortero de unión de las piedras; se está degradando, porque además la piedra, por desgracia, tan bonita de Oaxaca, es sumamente blanda y la afecta mucho el viento, la acción eólica, y el agua”, detalló.

“Pero son caprichos de carácter gubernamental, por la ignorancia que tenemos, desgraciadamente. Esa es mi labor: venir a concienciar a los ciudadanos de Oaxaca. ¿Para qué? Ya sabemos que las autoridades generalmente no van a hacer caso, pero la presión siempre ha sido de los ciudadanos”, manifestó.

En este sentido, planteó que procede una denuncia federal contra el Gobierno de Oaxaca por el daño al patrimonio histórico.

“Yo mismo, en años anteriores, he demandado a otros gobernantes que hicieron barbaridades en el Estado de México y en la ciudad de Puebla”, comentó.

Terán Bonilla criticó también que en el INAH pongan a funcionarios sin los conocimientos básicos sobre sus áreas. “Ponen a gente que no se pone la camiseta, que no es capaz, que siempre están bajo las órdenes de un gobierno. Y eso no nada más pasa en Oaxaca, en todas las ciudades que están bajo las órdenes no del INAH, sino de los gobernadores”, acusó.

Oaxaqueños, sin cultura patrimonial

El también escritor de libros como “De Veracruz a Oaxaca, en síntesis de culturas mudéjar”, que trata sobre la influencia de la cultura árabe entre los oaxaqueños, manifestó que otro factor nocivo para el patrimonio histórico es la falta de educación y cultura ciudadana para sentir apego al patrimonio histórico y defenderlo de este tipo de intervenciones.

Opinó que en el caso de la “salida de emergencia” del ex convento de los Siete Príncipes, abierta en uno de los muros del inmueble histórico, “es una atrocidad: es como si a nosotros nos quitaran algunos de los órganos del cuerpo; se destruye el patrimonio.

“Entonces, lo que tenemos que hacer es difundir la toma de conciencia de la ciudadanía, que muchas veces se hace ajena a este tipo de intervenciones, por negligencia, porque no le interesa, porque no está comprometida con la ciudad, porque no siente que es suyo, por muchas razones. Es un problema cultural muy grande”, asentó.

La tarde de este viernes Terán Bonilla recorrió las calles y edificios de la Ciudad de Oaxaca y mostró planos, fotografías y otras imágenes de cómo era Oaxaca en el siglo XX y las transformaciones que ha tenido hasta ahora por la mano del hombre y los fenómenos naturales.

Respecto al Auditorio Guelaguetza, el experto consideró que el techado en proceso se clasifica en términos arquitectónicos como “alteraciones espaciales y conceptuales”, y también debe tener autorización del INAH; de lo contrario, este organismo federal “tiene que ir a clausurar (la obra) y poner sus letreros de ‘clausurado'”.

 

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