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¡Despierta Oaxaca!

¡Oaxaca despierta ya, que es tiempo de cambiar! No hace falta recordar las ocho décadas de pobreza que has vivido. Ni que te repita una vez más que México ha cambiado mucho, desde la última vez que lo viste cerca de ti. ¡Oaxaca despierta! Que no habrá muchos mañanas por delante, pero si muchos lamentos por vivir.

Oaxaca vuelve a creer en ti, anima el carácter inquebrantable de tu gente para mirar hacia delante, para decidir terminar de una vez por todas, con este letargo de motivos que no te dejan en libertad.

¡Oaxaca despierta! Que México te observa a lo lejos, esperando que tengas confianza en ti para ser más justa con tu gente, más libre entre tus calles, que acabes ya con este conformismo que no te deja crecer.

Oaxaca reacciona de una vez y mira el hambre de tus niños. Sí el hambre, no muy lejos de tus grandes ciudades, entre los barrancos y los muladares de la capital, donde el olvido es cosa de todos los días y no hay un mañana de oportunidades por delante. Mira la desigualdad entre tus jóvenes, sí ahí en lo alto de tus montañas, en lo profundo de tu serranía, observa en tu interior y verás que no has cambiado nada.

La misma pobreza sigue ahí, dividiendo familias, entre los techos de lámina y el frío intenso de comunidades perdidas que nadie visita, allá a lo lejos donde cada día duele más el hambre, pero aún más la indiferencia.

Esa eres tú Oaxaca, en los ojos de un muchacho que busca esperanza para hacerse de un futuro por delante, para encontrar un mejor empelo, formar una familia y saber que vivirá seguro en una tierra de libertad. Pero todo ello no es más que un sueño, pues bien sabes que no has sabido cumplir.

Vamos Oaxaca, ¿qué esperas para cambiar entonces? Tus mujeres están muriendo todos los días y no reaccionas. Sí, también tus mujeres están muriendo y por enfermedades curables en sus hogares, una, dos o veinte, qué más da, siempre son más y más a las que nadie se preocupa en atender. ¡Despierta ya! Que no podemos seguir así, siendo los últimos de los últimos, con tanta riqueza Oaxaca, no deberíamos vivir así.

Esta vez debes poner de lado tu fría indiferencia entre los tuyos y mira al otro de frente que es igual que tú. Date una oportunidad de cambiar, de ser mejor, de ver de frente al resto del país con orgullo y dignidad para que esta vez te coloques por delante de todos. ¿Qué no te das cuenta que tus vecinos ya viven mejor? Que su gente encuentra empleo con facilidad, que tienen una mejor educación, que todos los días abren una nueva empresa o negocio. ¿No te has dado cuenta que Puebla, Chiapas o Guerrero ya son muy superiores a ti?

Hace falta creer más en tu gente, que es noble y trabajadora. En tus maestros, sí en tus maestros, que caminan largas horas para llegar a comunidades donde pocos han ido, para encontrarse con escuelas que no lo son y comunidades con niños sin comer. Con mujeres enfermas y hombres sin tierra para trabajar. Vamos Oaxaca tienes que creer en ti una vez más.

Son esos mismos maestros los que hoy llegan a tu capital, con hambre y furia de lo que viven allá a lo lejos, no los critiques, porque ellos son el reflejo de la parte que más te duele al interior. La que nadie escucha. Esa que prefieres olvidar y esperar a ver si algún día se pudre y desaparece en ti. ¡No mi Oaxaca! No olvides quien eres, ni la sangre que corre por tus venas jamás.

Tampoco te olvides de tus pueblos indígenas, sí de tu gente, ellos son los que te dan identidad, historia, personalidad, de ahí viene el orgullo y también tu necedad. No los margines, ni los hagas menos, pues esa es la grandeza que te hace única y rica. Acércalos a ti, escúchalos y verás que hay mucho por aprender. De su lengua, de su trato con la naturaleza, del respeto por la gente más grande y el cariño por su tierra y las nuevas generaciones.

Vamos Oaxaca, ¿no te has cansado de la falsa opulencia? Sí, de esa nueva burguesía venida a más desde hace pocos años, que hoy trata de dividirte para seguir igual. La misma que te hace creer que nada cambia, que eres apacible y a la vez ingrata contigo misma, pues dejas que unos pocos tengan mucho, mientras la gran mayoría no tiene nada.

Esta vez México cree más en ti de lo que piensas. Ha dejado de lado sus diferencias y confrontaciones para que tú seas el motor de cambio que impulse al resto del país. Sinaloa, Hidalgo, Aguascalientes, Zacatecas, no importan tanto como tú, porque nadie sufrió más el 2006 como Oaxaca. ¿Te acuerdas? Ese año parecía que la revolución saldría de ti y no fue así. Porque la verdadera lucha no debe ser la de la violencia, sino la del cambio de conciencia que debe haber en cada parte de ti.

Sí, en cada rincón, allá en lo profundo de tus comunidades y lo más lejano de tus fronteras debe haber esa mentalidad por cambiar, por saber que todos podemos estar mejor si así lo decidimos. Entre los pasillos de tus mercados y las calles de tierra que pasan por tus pueblos, ahí debe estar ese sentimiento de querer vivir mejor. En tus universidades, en el día a día de tus jóvenes, en las plazas, cines o parques de la capital.

No te dejes vencer esta vez que ya falta poco, muy poco para cambiar. El 4 de julio vas a despertar y la luz del sol será diferente. El cielo te dirá que hay una nueva ruta por construir, una donde la concordia entre todos los oaxaqueños pueda reconciliar las más profundas diferencias, para hacer de ti Oaxaca, de ti, una tierra de libertad.

Debemos creer en que lo podemos lograr, que la confianza y la esperanza sean nuestra brújula para llegar a caminos donde todos podamos vivir en paz. Que las desigualdades se pierdan en la memoria de unos cuantos, como un recuerdo de algo que no queremos ver jamás. ¡Despierta Oaxaca, despierta ya!

 

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