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El PRI pierde su hegemonía

Fue precisamente el domingo 4 de julio de 20l0, día tranquilo, con un Sol matinal que inició resplandeciente y permaneció así hasta las l8:00 horas en que las encuestadoras anuncian el triunfo de la coalición “Unidos por la paz y el progreso”, encabezado por el senador con licencia, Gabino Cué Monteagudo.

Los que participamos en esa contienda, lo hicimos por objetivos democráticos, y ante los anuncios frecuentes sobre el triunfo inobjetable nos manifestamos de inmediato contentos y alegres, porque hemos venido deseado desde hace tiempo con el corazón y el pensamiento este triunfo y que en esa tarea aportamos esfuerzos.

Esfuerzo y trabajo que continuarán en la segunda etapa; es decir, hasta la toma de posesión el 1 de diciembre de este 20l0, tiempo para que se conforme bien el equipo de gobierno y sea idóneo, que cuente con un programa táctico, estratégico y congruente con la realidad económica, política y social de nuestro estado.

En la dinámica de cambio, debemos entender y estar claros, que los primeros en cambiar somos nosotros, la actitud cotidiana y tradicional, por una actitud de honestidad y austeridad.

Y los integrantes del equipo beberán ser los mejores elementos: jóvenes, mujeres y hombres dispuestos en la práctica a entregar lo mejor de la vida para fines transformadores, y ampliamente comprometidos con un servicio social, y a estar siempre vigilantes del avance estratégico del cambio para consolidarlo y no permitir que nos arrebaten los logros obtenidos.

Debemos también estar conscientes de que el PRI mafioso y mañoso ha estado en el poder durante más de 80 años y no tan fácilmente va a conformarse y permitir una derrota del tamaño que sufrió recientemente, y estará siempre a la expectativa para aprovechar errores de sus adversarios y recuperar el poder tan codiciado.

Sobre el tema de mantenerse en el poder, hay ejemplos en la historia como la del escritor Armando Ayala Anguiano, que sabe y habla sobre el régimen político de México, “que debe llamarse Cargadocrático, por ser de la Cargada, por la Cargada y para la Cargada. Así lo refiere, incluso, desde la Independencia con Hidalgo y Morelos, después con Porfirio Díaz, con el nombre de la Caballada.

Que la Cargada-Caballada es la burocracia organizada para repartirse pacíficamente el botín gubernamental, para llevar a cabo la explotación del mexicano por el mexicano.

Y que en l929 Plutarco Elías Calles le da el nombre de “Cargada moderna” y encorralada en el partido oficial del PRI, es idéntica en principio a la Porfiriana.

Pero por ser obra e inspiración Reyista, la “Cargada moderna” refleja clara aversión hacia el “Carro completo” y así además de agrupar a los caciques, a los militares, los licenciados turbulentos y los periodistas corrompidos, compra la complicidad de muchos otros individuos, líderes políticos, campesinos, estudiantes, profesionistas, coyotes y tracaleros, etcétera.

Que la importancia de la Cargada reside en que, libre de frenos, la clase burocrática ha gozado de plena libertad para saquear al país y sumirlo en la miseria que por siglos y siglos ha padecido el pueblo mexicano.

Que los individuos decididos a vivir del presupuesto no retroceden ni siquiera ante el peligro de muerte, pero en cambio se mantienen pacíficos si reciben un pellejo o si al menos conservan la esperanza de obtener algo en una futura repartición. En ese hecho irrebatible apoyó Porfirio Díaz su “política de pan y palo”.

Entonces, todo cambio favorable de la sociedad mexicana tiene que basarse en la liquidación de la Cargada, pues esperar a que esta se reforme por sí sola es tanto como pensar que los tiburones dejen de comer pececillos, que las ratas dejen de roer el queso o que las hienas se abstengan de participar en los banquetes de carroña.

Y una vez que desaparezca la Cargada, y que se lleven a cabo las tareas inconclusas del cambio, habrá tiempo y elementos para acometer la magna obra que constituye el objetivo más elevado de nuestra misión: erradicar la horrorosa miseria que por siglos ha padecido el pueblo mexicano.

Y como el fariseísmo –el seudo humanitarismo del PRI– ha demostrado ya su ineficacia, la nueva lucha contra la miseria se basará en razones de mayor peso: en que los pobres huelen a zopilote, y que es muy desagradable ser asediado por los mendigos en los cafés y por los vendedores de chicles en la calle.

(*) Médico pediatra, ex rector de la UABJO.

 

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