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Las calendas oaxaqueñas

En esta temporada, con motivo del cierre del ciclo escolar, muchas de las instituciones educativas realizan festejos diversos, entre los cuales últimamente han considerado recorridos por las calles del Centro Histórico a la que llaman “Calenda”, distorsionando con ello el origen de la tradicional comparsa tan característica de los oaxaqueños.

No son pocas las inconformidades que diversos ciudadanos han hecho llegar al Ayuntamiento manifestando que tal celebración se ha convertido en un pretexto para el consumo indiscriminado de bebidas embriagantes por parte de los jóvenes egresados.

De ahí que se estén tomando las medidas necesarias para reglamentar este tipo de eventos y que se ajusten a su origen. Es por ello que con el apoyo de “Aquí Oaxaca” compartiré cuál es la esencia de la “Calenda oaxaqueña”, con el único propósito de que quienes solicitan permiso para desarrollar una de ellas, tengan por lo menos una idea de su concepto.

Vayamos pues. Por lo menos en los tres mil años antes de la Conquista y colonización, los pueblos de lo que ahora es el territorio mexicano mantenían un abigarrado, complejo y saturado calendario de fiestas.

Pues tenían 18 meses de 20 días y generalmente celebraban más de cuatro fiestas al mes. Unas más grandes y pródigas, otras más pequeñas y austeras. Pero todas fiestas.

“Oaxaca, como la reserva espiritual de México”, es la depositaria de esta maravillosa tradición de cohesionar y sensibilizar a sus pueblos a través de la realización de un calendario, que hoy se nos antoja muy saturado de fiestas, pero que indiscutiblemente para la cultura madre resulta muy escuálido en comparación al tiempo antes de la invasión y colonización en la que los viejos abuelos tuvieron que adaptarse al nuevo orden.

Todas las fiestas patronales en los Valles de Oaxaca se inician con “La Calenda”. Es la manera en que se “anuncia y se invita” a todo el pueblo a la fiesta. Es un desfile de colores y formas en el que los amigos y vecinos participan en la fiesta.

La Calenda lleva por delante a la Chirimía y el Tambor, reminiscencias milenarias que esencialmente recuerdan un rito ancestral a pesar de todo el sincretismo con el que ahora las apreciamos y nos recuerdan el origen espiritual de estas fiestas.

Después vienen los coheteros, verdaderos “especialistas” que van tirando cuetes y cohetones, que anuncian la cercanía de la procesión.

Los primeros se arrojan al cielo con la mano y los segundos, más potentes, se lanzan desde una base que permite poner distancia al encender la mecha.

Los cuetes y cohetones son indispensables en las fiestas oaxaqueñas y su cuidadoso manejo se les deja a un grupo de “expertos” que saben dónde, cuándo, cantidad, ritmo y son quienes cuidan de que no causen accidentes, tanto en los participantes como en las casas del pueblo.

Los Gigantes o Marmotas siguen en la calenda. Están hechas con un armazón de carrizo, su ropa de tela y su cabeza con papel. Generalmente son cargados por niños y jóvenes, por lo que es común ver a unos “Gigantes chiquitos”.

Cuando se tocan los sones y bailan las Chinas, estos formidables personajes las acompañan en el baile, dando vertiginosas vueltas, perdiendo la vertical sin caer y llevando sus brazos como remolino de colores. Los personajes son producto del imaginario colectivo.

Después sigue la banda de música que tocará durante toda la Calenda. Las bandas de aliento llegaron a Oaxaca y México con la invasión francesa. Los oaxaqueños, especialmente, se apropiaron de esta organización orquestal y la han hecho propia. La cultura popular tiene como base de expresión una banda de aliento. En Oaxaca se supone que existen más de cinco mil bandas.

El cortejo continúa con la imagen del Santo Patrón o el símbolo de la fiesta. Por ejemplo, en el Istmo se lleva un estandarte si se trata de una “Vela”.

Las “Chinas Oaxaqueñas” siguen en la comitiva. Mujeres que llevan cargando sobre sus cabezas canastas con bellos arreglos florales. Para hacer la calenda los mayordomos seleccionan a una “madrina principal”, quien a su vez tendrá que ir a invitar a señoras de la comunidad para que participen como Chinas oaxaqueñas con sus canastas.

Todo esto implica, tiempo, dinero y un esfuerzo físico, pues las canastas son pesadas y costosas. Algunas mujeres participaran con canastas con fuegos de artificio. Verdadera proeza de valor y entusiasmo.

Todo se inicia en la casa de la Madrina principal, quien tendrá que ofrecer mezcal, rompope, refrescos y galletas mientras se congregan las canastas. Después llega la música y ameniza la espera. No importa que llueva o relampaguee; la gente del pueblo ira llegando.

La comitiva sale hacia la casa de los mayordomos, donde se les bailará un son y de ahí parte la comitiva al templo del pueblo donde en el atrio se bailan algunos sones y de ahí se parte a los puntos que cada comunidad ha tomado como tradicionales.

Generalmente a las casas de ex mayordomos, donde existe una capilla o cruz, algún templo o barrio. En estos lugares se organiza una recepción en la que no falta la comida y la bebida para todos los participantes.

La calenda termina en el templo del pueblo, donde las chinas dejarán su ofrenda de flores al Santo Patrón o Virgen de la comunidad. Acto seguido en el atrio del templo se inicia la quema y baile de las canastas con fuegos artificiales, los toritos y si se puede, al final, los Castillos.

Las mujeres son las que “bailan” las canastas. Remolino de luz y fuego que enciende las emociones de toda la concurrencia. Las mujeres siempre son asistidas por sus esposos o novios y ellos bailan con ellas cuando las luces iluminan de colores el entorno.

Los jóvenes y los hombres bailan “los toritos”, en lances que agitan a la concurrencia, pues generalmente despiden unas luces de colores que cruzan veloces entre las piernas de los espectadores.

Las calendas son un producto de la cultura mexicana que siguen vivas y palpitante en el Valle de Oaxaca. La Calenda es participación, encuentro, apoyo, fiesta, sacrifico físico y económico, tiempo, amistad, fraternidad y comunitariedad.

De ahí que en los permisos expedidos por la autoridad se haya establecido la prohibición para la venta o el obsequio de bebidas alcohólicas por parte de empresas cerveceras que aprovechan la Calenda para promocionar sus productos.

Es sano que una tradición tan arraigada entre los oaxaqueños no se vea distorsionada y con ello se demerite tan alegre festejo, o usted qué opina amable lector?

(*) Concejal del Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez.

 

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