EXPRESIONES.- ¿Por qué todo lo que tocan los políticos, los partidos y el Gobierno del Estado lo corrompen?

La Defensa de los Derechos Humanos quizá haya sido uno de los logros más importantes de nuestro sistema político y de convivencia, que en estos momentos, desafortunadamente, está en manos de intereses aviesos que nada tienen que ver con la defensa de los derechos humanos del pueblo de Oaxaca.

A la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO) la han convertido en un botín de colocaciones y empleo para las diversas fuerzas políticas y grupos sociales de la entidad.

Nada más hay que ver quiénes se interesaron por acceder, no a una instancia defensora de los derechos humanos, sino a una institución protectora del autoritario y del corrupto, de quien tiene el poder o forma parte de la burbuja de poder que mantiene una gobernabilidad siempre negociada, nunca justa y equitativa para los que menos tienen o más padecen de la injusticia y las violaciones a sus derechos más elementales.

Arturo Peimbert Calvo accede a la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca bajo una estela de turbiedades y compromisos que le restan calidad moral a su investidura de Ombudsman.

Ni porque fue electo por una mayoría Legislativa, que en su participación, una vez más denota subordinación al dinero que le exhiben y no a los compromisos y necesidades de una entidad como la nuestra, tan socavada por la ilegalidad, la violencia y la injusticia.

Salió humo blanco en el recinto de la LXI Legislatura Estatal, pero no para la Defensoría de los Derechos Humanos de los Oaxaqueños, sino para los intereses de quienes sufragaron recursos en torno del elegido que tendrá que corresponder el apoyo a través de canonjías, prebendas y ese silencio que privará por siete años en una tarea que debiera ser pilar de la credibilidad y confianza de los oaxaqueños más vulnerables.

rampuga@prodigy.net.mx confusiopuga@hotmail.com