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Complicidad o cambios

MUJERES Y POLÍTICA.- El rostro de la mujer lo dice todo. Hay dolor, angustia, miedo. El cordón umbilical sale de su vientre y aún conectado a ella un pequeño está sobre el suelo. Es una mujer que ha tenido a su hijo afuera de una clínica de salud pública en Jalapa de Díaz, es una mujer que no fue atendida oportunamente. “Explotación morbosa”, dice el Secretario de Salud, Germán Tenorio Vasconcelos, quien se “justifica” al señalar que la falta de atención oportuna en la clínica fue porque no le entendieron, porque ella habla una lengua diferente.

En su defensa, que resulta hasta imprudente, Tenorio pretende plantear una discusión sobre lo que sí y lo que no se debe publicar. Cierto, la foto es impresionante y oportuna, pero el papel del titular de Salud no es juzgar a los medios, su papel es evitar, desde donde está, que se sigan violentando los derechos de las mujeres, en específico su derecho a la Salud. Solo eso señor Tenorio. Por lo pronto la fotografía “morbosa”, como señala Tenorio, ya le dio la vuelta al mundo y con ella quedó evidenciada la negligencia médica, el abuso de autoridad, el cinismo y la corrupción que prevalecen en los Servicios de Salud de Oaxaca.

En verdad a la ciudadanía no nos interesa si el señor Tenorio es hoy uno de los hombres más ricos de Oaxaca, gracias a los prósperos negocios que ha emprendido en el área de salud; tampoco nos interesa aclarar lo mucho que hizo y movió para que la violencia obstétrica no fuera tipificada como delito por la diputación blanda y comodina que opera en San Raymundo Jalpan; no nos interesa saber si gastó millones de pesos en su boda, pago del mejor hotel y los aviones de sus invitados e invitadas, tampoco tenemos interés en saber cuánto gasta en sus cenas de gala ni en la vida de jet set a la oaxaqueña que se da; ya no importa si alguna vez fue detenido y fichado acusado de violencia familiar, como tampoco importa que las “feministas” insertadas en la burocracia hayan olvidado (y hasta perdonado) que “cuando se golpea a una se golpea a todas”, como reza una consigna feminista y que demasiado pronto hayan “convenido” indignamente con Gabino Cué para dejar en el olvido ese “tema”.

Ya no nos interesa nada de eso, lo que haya sido y como haya sido (bien dicho y escrito), el hecho y todos los agravios que se han sumado ya están en el imaginario colectivo y abonan, por supuesto, al descrédito del gobierno de su amigo y protector, el gobernador Gabino Cué Monteagudo, y sus padrinos entre ellos el hijo desobediente de Cuicatlán, Diódoro Carrasco Altamirano.

Lo que sí indigna a una buena parte de la población y en específico a las mujeres es que hoy algunos funcionarios, como Germán Tenorio, justifiquen la discriminación en contra de las mujeres en las clínicas de salud públicas. ¿Acaso no sabe Germán Tenorio y el personal médico de Oaxaca que en esta entidad no solo se habla el castellano y que las otras lenguas, las que hablan los pueblos indígenas están reconocidas? Porque si no lo saben estaremos en el limbo y en ningún lado.

Tenemos que recordar que no solo los trabajadores del magisterio y los de salud tienen derechos, no, por supuesto que no, también tienen derechos las mujeres, esos seres que se siguen viendo como distintos e inferiores, por lo que actúan en consecuencia a sus creencias, las llaman “mujercitas”. Por eso los maestros siguen violando a las niñas y los médicos las desprecian porque son indígenas, porque “huelen mal”, porque no usan zapatos o porque no hablan el castellano, como también desprecian a las otras por el solo hecho de ser mujeres.

Entonces me viene a mi memoria, que apenas se van a cumplir 30 días, que exactamente el 10 de septiembre pasado, el gobierno de Oaxaca suscribió (sobra decir que con bombo y platillos) el Acuerdo Estatal “Por una Vida Libre de Violencia de Género”, ya lo habíamos dicho un acuerdo sobre las rodillas, para la foto, mediático, sin fondo ni forma y mucho menos destino. La realidad supera todo en Oaxaca, incluso las intensiones mediocres y las ocurrencias.

Un acuerdo que según el boletín oficial refrenda “el compromiso indeclinable que el Gobierno de Oaxaca mantiene para prevenir y combatir las causas estructurales de la violencia contra las mujeres”, palabras que para nada sirven, no alcanzan a la estructura de gobierno que cierra centros de salud, clínicas de parto humanizado y que deja no a una sino que muchas mujeres tengan partos en la calle o mueran por causas relacionadas con la maternidad. Una vergüenza para los gobiernos que son incapaces de garantizar el derecho a la maternidad por parte de las instituciones, según los propios organismos internacionales.

Si Gabino Cué quiere cumplir su acuerdo, si quiere hacer una realidad su pomposo acuerdo, tendrá que empezar a hacer limpieza en su casa de gobierno. Tendrá que darle las gracias a sus amigos, como Germán Tenorio, y a toda funcionaria y funcionario que permitió le fueran impuestos. Porque de lo contrario pensamos que será el propio gobernante el primero en violentar su Acuerdo Estatal “Por una Vida Libre de Violencia de Género” y claro, en los hechos, si no actúa, dará carta de naturalidad a la violencia institucional que pese a todo sigue ejerciendo el funcionariato incapaz, no preparado, para garantizar los derechos de las mujeres.

Mientras las feministas, a través de la ciencia del género o el feminismo académico, han propuesto ponerse las “gafas violeta” (la perspectiva de género) para que podamos ver cómo las diferencias entre mujeres y hombres ahondan la desigualdad en todos los ámbitos, a Gabino Cué no sólo es necesario ponerle las gafas de género sino que además es necesario quitarse el antifaz que le impide ver la realidad.

Las violaciones a los derechos humanos de las mujeres, en específico, en el ámbito de la salud pública, tienen un solo nombre: son un acto criminal, si consideramos que en el caso de la maternidad sigue costando vidas, disminuir esa tasa ha sido un imposible en Oaxaca; luego tenemos que aún siguen muriendo mujeres por eso que llamamos enfermedades prevenibles como los cánceres de mama y de matriz. Junto con el feminicidio estas tres causa médicas de fallecimiento afectan al año cientos hogares oaxaqueños.

Si esa no es una razón suficiente para realizar los ajustes necesarios en la Secretaría de Salud, para darle las gracias a su amigo Tenorio con permiso del padrino Carrasco, que Gabino Cué se atenga a las consecuencias de los “resultados”: permitir la impunidad de estos actos es asumir y aceptar la complicidad.

Las mujeres no somos ciudadanas a medias. Esa es una idea trasnochada que prevalece en el imaginario del funcionariato, pasa y se instala en la Secretaría de Salud, en el Instituto de la Mujer Oaxaqueña, en la Procuraduría y en todo el Gabinetazo.

En el IMO, por ejemplo, está incrustada en quienes toman las decisiones: el cerebro exterior-interior y la ejecutora. Insisto ¿no es acaso esta institución la responsable de velar por los derechos de las mujeres que viven en Oaxaca? ¿Por qué entonces en el IMO como en otros espacios de gobierno se siguen violentando los derechos de las trabajadoras? Por qué se les sigue despidiendo, acosando y hostigando sólo porque no se quedan “calladitas y así se verían más bonitas”, como dice el refrán machista y se les pide su renuncia porque osaron exigir sus derechos o porque firmaron una carta en la que cuestionaban el famoso Acuerdo contra la violencia. ¿Acaso no son ciudadanas y por tanto ejercen sus derechos?

Cómo hará el gobernador Cué para que en las agencias del Ministerio Público termine el calvario de las víctimas que luego de presentar una denuncia de violencia le piden testigos cuando no los hay, les “recomiendan” traer certificados de médicos o médicas particulares como si los certificados institucionales no tuvieran validez, y quieren identificar lesiones cuando los meses han pasado, provocando con ello que las víctimas abandonen sus denuncias. La burocracia institucional violenta los derechos. ¿Y el acuerdo Gabino?

Hacer caso omiso a las denuncias y no actuar es un acto de corrupción y de complicidad, ojalá Gabino Cué lo tenga presente y deje de temblarle la mano porque el costo de su política de amigos se refleja en la vida de las mujeres y en este gobierno quebrantado, como me decía hace unos días un joven preocupado y agobiado por lo que vive en Oaxaca, las cosas se tiñen de rojo.

Al margen. Qué no le tiemble la mano a Gabino para que Jorge Castillo deje de ser el Chuky de su gobierno. Aprende Gabino de los errores del pasado, para que la sociedad no le aplique, tarde o temprano, la misma dosis. Se trata de prevenir ese otro muy popular dicho mexicano que dice que el que hierro mata a hierro muere.

@jarquinedgar

 

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