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Porfirio Díaz y el tren de Juana Cata

Sin Derecho a Fianza

A Benito Juárez, quien sería su maestro, protector y amigo, y a quien luego querría derrocar, le debió Porfirio Díaz su primer grado. En 1856, el entonces gobernador Juárez lo nombró capitán de infantería.

Al estallar la Guerra de Reforma, Juárez lo nombra jefe político de Tehuantepec, donde, aparte de las pugnas entre liberales y conservadores, Porfirio tuvo que lidiar con las constantes disputas entre tehuanos y juchitecos. “La situación era extraordinariamente difícil”, recuerda Porfirio en sus memorias.

Señala Mariana Anzorena: “Ahí, el futuro presidente de México comenzó a entender de política. Primero intentó imponer el orden con la amenaza de ejecutar a todo prisionero, después aprendió la que sería una de sus estrategias favoritas: ‘Divide y vencerás’. Entre los tehuanos soltó el rumor de que había dado armas a los juchitecos, y cuando las hostilidades estallaron en la noche de Año Nuevo, el entonces Capitán Díaz aprovechó para atacar a los tehuanos reclutando a más de dos mil juchitecos”. En estos pueblos del istmo hay quien aún sigue con rencor sin saber por qué…

Ahí también conoció a Juan Cata, supuestamente su amante, de cuya relación aún corren leyendas en la zona. Escribe Enrique Krauze:

“Según la leyenda, Porfirio logró que en esos años (1857, aproximadamente), que la empresa del ferrocarril transítmico, que trabajaba en esa zona, desviara el trazo de la vía hasta hacerla pasar a dos metros del chalet estilo francés que construyó para Juana Cata. Le había regalado el progreso”. (Pág. 176 del libro Siglo de Caudillos. Tusquets). A Krauze se le olvida cómo estaba el país en 1857… como para construir un ferrocarril. O un chalet, con un salario de capitán.

En su libro Místico de la autoridad: Porfirio Díaz (FCE), Krauze afirma: “En Tehuantepec el pasado precolombino parecía más vivo que el presente. Mientras la Compañía Luisianesa construía un ferrocarril transístmico […]. (Pág. 11).

“Díaz logró que la empresa del ferrocarril transístmico desviara la ruta para hacerla pasar a dos metros del chalet estilo francés construido para Juana. ‘Cuando mi abuelo la visitaba –recuerda Lila, la nieta de Díaz– el maquinista reducía la velocidad y silbaba una clave; Juana Cata entreabría su puerta y Porfirio saltaba sin que el tren se detuviera, ya que el primer escalón (…) coincidía con el estribo del tren […]. (Pág. 15).

Ese alarde romántico lo mencionan también muchos otros, historiadores o no. Pero es inexacto (y, si desvió la vía, ¿por dónde pasaría?).

El puente de Tehuantepec (a poco más de cien metros de la casa de Juana Cata) se construyó en la parte más angosta del río; cualquiera con sentido común lo puede apreciar. Hacerlo en otra parte sería una insensatez; como construir el famoso canal que se hizo en Panamá, de Tamaulipas a Sinaloa, por ejemplo.

Y no fue ninguna “Compañía Luisanesa” la que construyó el ferrocarril, como afirma Krauze. Al parecer de él lo copió Heraclio Zepeda para su libro “Tocar el fuego” (pág. 111), donde éste habla de la relación entre Porfirio y Juana. (También Heraclio anda perdido: su obra se ubica durante la intervención francesa, cuando ninguna vía férrea pasaba por Tehuantepec).

Hubo una Compañía Luisanesa (en el marco del tratado McLane–Ocampo), de la que habla Charles de Brasseur en su famoso libro sobre Tehuantepec, empresa que en 1857 obtuvo la concesión para una vía interoceánica en el istmo (se viajaba en barcos de vapor de Coatzacoalcos a Minatitlán, de ahí a Xúchil y luego en diligencias hasta la Ventosa —Salina Cruz), la cual hizo malas gestiones, por lo que fueron suspendidos los trabajos y el gobierno decretó la requisición de sus bienes.

En 1878 la compañía de Edward Learned, de Nueva York, recibe la concesión. El Ferrocarril se comienza a construir en 1880 (llevaba cinco kilómetros hasta el 17 de febrero de 1881) y se le canceló en agosto de 1882 con apenas 35 kilómetros construidos; de ahí que pase en 1879 a la compañía que representa Jorge Tyng.

Para 1881 la empresa de Tyng había tendido 50 kilómetros de vía. Luego se autorizó a C. S. Stanhope, J. H. Hampson y E. L. Corthell el contrato. La empresa obtiene malos resultados (hicieron 73 kilómetros hasta 1893). El gobierno hace 4 kilómetros en 1893 y Chandos Stanhope terminó los 59 faltantes hasta 1994). El gobierno la inauguró el 29 de julio de 1894. Lo malo es que eran rieles de 56 libras por yarda (aproximadamente 25 kilos por metro. Por eso se volvió a inaugurar en 1907).

En 1899 se le encarga su terminación a Weetman Pearson de la Pearson and Son Ltd. (El decreto fue expedido en 1896, se firmaron los primeros contratos en 1898 y 1899).

Pearson cambió los rieles por otros más resistentes (de 40 kilos por metro), por eso, en las casas del istmo aún podemos ver rieles desechados como soportes del techo de las casas.

De regreso al tema, Porfirio Díaz no hizo que “se desviara la ruta”, porque no existía ninguna casa de Juana Cata. Cuando se inició la construcción de la vía férrea el palacete de Juana aún no se construía.

La nieta dice una mentira: “ya que el primer escalón (…) coincidía con el estribo del tren”. Y de existir, a la edad que tenía, dudo mucho que Porfirio saltara los cuatro metros que los separa de las vías a la puerta de Juana, como dice la nieta de Díaz entrevistada por Krauze.

Y si así fuera, muy mal se vería todos los días doña Juana alzando sus enaguas para trepar ese escalón, de más de un metro, a la entrada de su casa.

Yaguer.2012 @hotmail.com
Twitter: @yaguer_yaguar

 

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