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El sentido de la Guelaguetza corresponde a la política social del presidente Peña, dice Rosario Robles

OAXACA DE JUÁREZ, Oaxaca, julio 21.- Luego de asistir con la representación del presidente Enrique Peña Nieto a la inauguración de la Guelaguetza 2014, en el primer Lunes del Cerro, la secretaria de Desarrollo Social (Sedesol), Rosario Robles Berlanga declaró:

“Ha sido un gran honor asistir con la representación del Presidente de la República a la edición 82 de la Guelaguetza, honra acrecentada por compartir con miles de oaxaqueños junto al gobernador Gabino Cué esta celebración de verdadera fraternidad entre mujeres y hombres de todos los pueblos de esta entidad entrañable, a cuyo sentido corresponde la política social de nueva generación ordenada por el presidente Peña Nieto, encontrando en nuestras raíces culturales el mejor componente, el vigor de nuestros ancestros, para seguir adelante en el empeño de hacer llegar el apoyo de toda la Nación a quienes menos tienen”.

Al lado del gobernador Gabino Cué Monteagudo y de la “Diosa del Maíz Zentéotl”, Jacqueline Reyes Rosario Sarabia, la secretaria Robles Berlanga compartió la alegría del pueblo oaxaqueño reunido en la también llamada “Rotonda de las Azucenas”, donde hombres y mujeres dispersaron la danza y el sincretismo de sus voces para hablar de los olores y colores de los campos y de los frutos de la tierra, así como de las metáforas de trascendencia de la vida, a través del cortejo nupcial y la reproducción.

Este lunes se reunieron aquí, en el Auditorio Guelaguetza, mujeres y hombres de las ocho regiones: Sierra Norte, Sierra Sur, Valle Central, Cañada, Cuenca del Papaloapan, Mixteca, Costa e Istmo de Tehuantepec.

La festividad más importante de Oaxaca, donde las ocho regiones del Estado ofrendan sus danzas y música, las cuales convierten en el lenguaje común de una entidad pluricultural para refrendar vínculos de identidad y fortalecer la unión y hermandad entre sus pueblos.

Guelaguetza significa “dar y recibir” en lengua zapoteca; “ofrenda y presente”, fraternidad entre los pueblos, y desde el escenario circular y en lengua originaria se describe cada uno de los sones y danzas, algunas de las cuales se refieren a la resistencia indígena ante los españoles, en tanto otras lo hacen sobre las Mayordomías de cada comunidad.

Iniciaron los nativos de San Vicente Coatlán; siguieron Miahuatlán de Porfirio Díaz y Huatla de Jiménez, con su “Flor de Naranjo” y “Flor de Lis”, dedicadas a María Sabina, ícono de la sabiduría indígena, a 120 años de su natalicio, un 22 de julio, en Huautla de Jiménez.

Miles de personas reunidas en el auditorio disfrutaron de la música interpretada por la banda de viento, eco y reminiscencia de la influencia francesa a su paso por estas tierras.

Cuando salió al escenario la Delegación del Espinal, del Istmo de Tehuantepec, junto al gobernador Cué Monteagudo y la secretaria Robles Berlanga se irguió una joven de tez morena, sumándose a la gritería: la “Diosa del Maíz Zentéotl”, Jacqueline Reyes Rosario Sarabia.

Narra orgullosa: “representar a la Diosa Zentéotl es motivo de gran alegría, de mucho entusiasmo y responsabilidad; Oaxaca es mágico en todos los sentidos: ocho regiones, de las cuales me siento bendecida de haber nacido, hermanos pueblos de Oaxaca y visitantes”. Mientras habla, agita con sus manos una vara dorada de maíz, conocida como cañuela entre los campesinos.

La danza es interminable. La música es el eco de la cosmogonía de los pueblos indígenas, donde aparecen en lengua madre los animales sagrados, como el venado, y otros como el guajolote y la tortolita, para hablar de las alegrías y las tristezas, pero también del cortejo, unión y la reproducción.

En el turno de los danzantes de San Pablo Macuiltianguis, las mujeres con su atuendo blanco bordado, y los hombres con el paliacate y el sombrero negro de lana representan la “Danza del Torito”.

Al fondo, la Banda Sinfónica del Estado y, en un círculo, las chirimías y tamborileros, anuncian la permanencia de la fiesta. Las “marmotas” encabezan el desfile: faroles esféricos cubiertos de tela.

Desde el Cerro del Fortín, lugar histórico para los oaxaqueños, conocido por los zapotecas como Cerro de Tani Lao Nayaaloani o “Monte de Bella Vista”, la gran fiesta oaxaqueña desgrana los aplausos de los asistentes; desde el escenario, los danzantes “lanzan la Guelaguetza”: los regalos y presentes para el auditorio; comparten el pan, las tlayudas y los dulces tradicionales; dan y comparten.

“Un rostro propio y un corazón verdadero para saber que la danza sigue viva y nunca morirá”, anuncia uno de los participantes de Villa Zaachila, al presentar la Danza de La Pluma.

Cuando aparece la Delegación de Huajuapan de León, suena en un largo majestuoso “Dios Nunca Muere”, escrita por el cura José López Alavés. Los sombreros ondean con parsimonia al compás de la música, para dar paso a un enorme coro para cantar la letra convertida en una especie de himno de quienes se encuentran lejos de su tierra.

Abajo del Cerro del Fortín, la Ciudad de Oaxaca resalta entre nubes y las dos líneas principales del cerro, a un lado de Monte Albán.

En la edición 2014 de la Guelaguetza acompañaron a la titular de la Sedesol la directora general del DIF nacional, Laura Vargas Carrillo, y la directora general de la Comisión Nacional Para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas(CDI), Nuvia Mayorga Delgado, así como el director general de Liconsa, Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva; el coordinador estatal del Coplade, Gerardo Albino González; el presidente municipal de Oaxaca de Juárez, Javier Villacaña Jiménez; el subsecretario de Prospectiva, Planeación y Evaluación de la dependencia, Juan Carlos Lastiri Quiroz, y el delegado federal de la Sedesol, José Antonio Aguilar San Sebastián, entre otros.

 

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