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Oaxaca: economía y sucesión

CRÓNICAS DE LA ÍNSULA

Hasta hace tres décadas y media, los grupos de poder locales no se quejaban del abandono del centro federal, pues gracias a ello ejercían el control de la economía y el poder  político de Oaxaca, lo que se dio hasta el gobierno de Pedro Vásquez Colmenares, cuando ese control y poder salió de las manos de esos grupos locales tradicionales.

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En la historia de Oaxaca hay una constante en cuanto a la lucha por el poder estatal. La que se da entre los grupos de poder local contra las disposiciones del centro federal.

Aunque, como en todo el país, en los mejores tiempos del PRI el presidente de la república designaba al candidato de su partido y luego gobernador del Estado, no dejaban de presentarse inconformidades.

Muestra del poder local fueron las caídas de los gobernadores Edmundo Sánchez Cano, 1947, y la de Manuel Mayoral Heredia, 1952, propiciadas por los ricos comerciantes locales con apoyo de sus parientes miembros del Instituto de Ciencias y Artes, gente de los mercados y población persuadida de la defensa de los intereses locales.

Claro, esa defensa de los intereses locales no era otra que la defensa de los intereses particulares de esa casta local que no veía con buenos ojos la característica principal de esos gobiernos: iniciar la modernización de Oaxaca.

Independientemente de discutir en qué consistía dicha modernización, lo central es que apuntaba a remover la placidez de esos grupos.

La bandera principal contra ambos gobernantes fue el rechazo al aumento de impuestos que éstos proponían, de ninguna manera estaban dispuestos a pagar más impuestos y mucho menos para modernizar Oaxaca, pues, precisamente, el bienestar de esos grupos locales se basaba en todo lo contrario. Seguir igual era su divisa.

Esos dos gobernadores fueron sustituidos por dos miembros notables de las élites locales: Eduardo Vasconcelos, sustituyó al primero, y Manuel Cabrera Carrasquedo al segundo.

Así fueron detenidos los proyectos de modernización y de infraestructura productiva que planteaban.

Sin embargo, los tiempos fueron cambiando y en 1977 el centro federal inicia una más decidida intervención en el Oaxaca bucólico y prescindible de entonces.

Por primera vez un representante de la clase alta oaxaqueña fue derrocado. Aunque hubo gran movilización de grupos emergentes locales (COCEO, COCEI…), distintos a los de antaño, Manuel Zárate Aquino cayó sobre todo por su confrontación con el gobierno federal, léase el poderoso secretario de gobernación Jesús Reyes Heroles.

Después del interinato del general Eliseo Jiménez Ruiz, y luego del gobierno de Pedro Vásquez Colmenares, trunco en su último año, de nuevo el centro federal mostró su determinación de poner a quien ejecutara en la entidad sus políticas de gobierno, vinculados si no es que subordinadas al capital internacional, a las políticas del neoliberalismo que busca penetrar hasta los lugares más apartados.

Heladio Ramírez López traía tareas precisas que se contraponían a las hasta entonces bien defendidas estrategias locales de inamovilidad.

Cual auténtico virrey, con fuerte apoyo del centro, Ramírez López realizó las encomiendas: abrir la cerrada economía local al mercado mundial y apaciguar al movimiento social.

En lo primero, sólo se trataba de introducir los grandes supermercados transnacionales, lo que se inició desde entonces. Plaza del Valle se construyó en esos años; en lo segundo, pactó y financió a los grupos regionales, que en buena parte él había creado.

A Diódoro Carrasco Altamirano lo dejó el poder del centro para seguir esta tarea de Heladio. Los grupos locales de antaño fueron quedando de lado hasta perder su estructura compacta.

La administración de José Murat en el gobierno de Oaxaca rompió esta línea de la política central y sumió a la entidad en un caos administrativo y político que siguió con su heredero Ulises Ruiz Ortiz. Y más aún con el interregno panista. Oaxaca quedó a la deriva, con un grupo político separado de la díada saber y poder. El fondo de la caída fue el terrible 2006.

En la actual disputa por la sucesión de gobernador en Oaxaca están emisarios directos de esos dos gobiernos. Sintomático de lo descrito es que ambos no tienen idea de lo que Oaxaca necesita para tratar de incluirla de la menos peor manera en el avance de la economía global.

Quizá de nuevo el factor economía sea decisivo en la designación de quien pueda ser el próximo gobernador de la entidad.

Hablamos acá del PRI, en tanto se apresta a retomar el gobierno de Oaxaca, después de un sexenio de gobierno de coalición de partidos opositores que no respondió ni de lejos a las grandes expectativas y esperanzas de sus electores.

Aunque tampoco es un hecho. Por ello, de las posibilidades de PRD nos ocuparemos en otra entrega. Y del PAN, si Benjamín Robles Montoya resulta su candidato.

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