REYES VILLA DE ETLA, Oaxaca, abril 15.- A las dos de la mañana de este viernes ejecutaron a balazos a un hombre de 24 años de edad en las riberas del Río Atoyac.

A esa hora, los perros ladraban como queriendo aventarse y después de unos minutos se escucharon las detonaciones de ocho disparos de arma de fuego; los perros callaron y todo quedó en silencio en medio de la negra noche en la población de Reyes Villa de Etla, donde al final sólo se escuchó el rugir del motor de un vehículo que se alejó derrapando las llantas.

Al final, los perros empezaron a aullar mientras otros ladraban. Era la señal de muerte.

Esta historia comenzó a desvelarse cuando un hombre se levantó malhumorado porque los perros no lo dejaban dormir. Después de escuchar las detonaciones, a las 07:00 de la mañana se dirigió a sus parcelas para trabajar la tierra. Caminó sobre el camino ejidal, a la orilla del Atoyac, en el paraje conocido como “La Arena”, de Reyes Etla, cuando vio a un grupo de personas.

Entonces descubrió que un hombre de aproximadamente 24 años de edad, que vestía pantalón color negro, playera negra y botas café, se encontraba tirado boca arriba, con el rostro cubierto de sangre y cuatros disparos en el rostro, uno de ellos en la sien y los demás en diferentes partes del cuerpo. Los casquillos percutidos estaban tirados a un costado.

Elementos de las policías estatal y municipal llegaron al lugar y acordonaron la escena del crimen, pero el campesino se ubicó a un costado de los carrizos, tras un montón de tierra, para observar todo.

Horas más tarde llegó el Agente del Ministerio Público, en compañía de peritos de la Fiscalía de Justicia, quienes realizaron las diligencias correspondientes. Ahí levantaron ocho casquillos de arma de fuego calibre .45, con las que privaron de la vida al hombre. Posteriormente trasladaron el cuerpo al panteón municipal de la población para practicarle la necropsia de ley.

Elementos de investigación informaron a este reportero que el hombre ejecutado llevaba en el cuello una capucha tipo motociclista, guantes de piel y gorra negra. Muy probablemente fue “levantado” en otro lugar y posteriormente llevado al paraje solitario del extenso Río Atoyac para darle muerte y abandonar su cadáver.