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Fidel, en los libros de entonces

Gente de distinta coloratura opina, ya que fue un héroe y otros que fue un villano dictador.

Parece mentira, pero aun después de muerto Fidel Castro genera debates que son más polémica y pasión que razón y distancia histórica. Fue siempre así desde 1959 y así será. Con el ideal Castrista crecimos muchos y luego, de tiempo en tiempo, reaccionamos a la injusticia de la justicia…

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El líder cubano y emblemático revolucionario latinoamericano murió el viernes 25 de noviembre. De inmediato en Miami, Florida, EUA, los cubanos residentes ahí salieron a festejar su muerte. Cantaban y bailaban gozosos. En la Isla, en contraste,  había silencio, expectación… y dolor… Valores distintos que se da a la vida y la muerte de quienes configuraron etapas, aspiraciones y modos distintos de entender a la justicia social.

De inmediato, en todo el mundo, comenzaron a lanzar dardos o claveles al hombre que dirigiera a los cubanos hacia un régimen comunista y quien, asimismo, persistiera en contra del acecho estadounidense a lo largo de 57 años de Revolución Cubana.

Gente de distinta coloratura opina, ya que fue un héroe y otros que fue un villano dictador. Ya que luchó por un país con justicia social y otros que fue un criminal de conciencias.

Incluso el ambivalente ex presidente mexicano Vicente Fox Quezada aprovechó para intentar sacarse la espina que, por indigno, le clavó el mismísimo Fidel Castro cuando hizo pública aquella famosa llamada del mexicano en la que le exigía que durante la Cumbre de Mandatarios, de marzo de 2002, en Monterrey, dijera su discurso, acudiera al ‘almuerzo’ y se fuera: todo para evitar la molestia del entonces presidente de EUA, George Bush. Desvergonzado Fox ahora dice otra cosa.

Pero ya hay cauda de decires sobre Fidel Castro y hacer una evaluación histórica por estos días es inútil. La regla para que esto ocurra es la del tiempo. Hay que dejar pasar meses y años para iniciar la disección de lo que fue, o no, Fidel Castro, y si lo que hizo por los cubanos fue bueno o no.

… Si sus contribuciones a la justicia social en el mundo son acertadas o un fracaso. Si la tragedia de muchos tuvo sentido o si el sacrificio de tantos fue útil y benigno… La historia será juez objetiva porque lo que ocurrió ahí y lo que hizo su dirigente será trabajo riguroso para Clío…

En tanto lo que hoy se diga tendrá un sentido político y apenas sociológico; casi todo interesado o somnoliento y acaso con atisbos de objetividad, pero aun con la inmadurez de un fruto que merece su mejor momento para conocerlo en su grandeza o perdición.

La Revolución cubana, para muchos de mi generación, ya era un hecho cuando tomamos conciencia de lo que pasó. Apenas niños escuchábamos a ‘los grandes’, hablar de que en una isla hubo una revolución y que un ‘barbudo’ había puesto en su lugar a los ‘gringos’ y, por lo mismo, se le veía con respeto y admiración… “¡Ese cabrón si tiene los pantalones bien fajados…!”, decían.

Al paso del tiempo, aquellos niños fuimos vislumbrando con cierta claridad lo que había ocurrido en Cuba y lo que seguía pasando. La mayoría de quienes estudiábamos Ciencias Políticas en la UNAM a finales de los setenta estábamos convencidos de que Fidel Castro hacía una reivindicación latinoamericana frente a los abusos permanentes de gobiernos estadounidenses proclives a entrometerse en asuntos de gobiernos de América Latina. Su “zona de influencia”.

Nos indignaba la arrogancia estadounidense y su actitud atrabiliaria y abusiva; y nos reivindicaba pensar que había hombres como Castro, como el Che Guevara, como Camilo Cienfuegos que, como David, lanzaran la piedra exacta en contra de Goliat.

Por entonces aparecían gobiernos de corte socialista. Fue el caso de Salvador Allende en Chile, a quien veíamos con admiración y el convencimiento de que a través de la democracia también se podía correr a la izquierda y hacia la justicia con todos los adjetivos del mundo, pero justicia al fin.

De pronto el manotazo y la muerte de Allende, y la imposición de dictaduras militares ya en Argentina o Chile… Uruguay estaba en las mismas… Y nosotros alimentábamos nuestra sed de participar y hacer un mundo a la manera del modelo cubano o chileno o… Lo importante era no quedarse callados y someternos a la prueba de la fortaleza, la misma que había demostrado Fidel Castro desde 1959 y todavía entonces.

Más tarde también. Quienes ya estábamos ‘hechos y derechos’, veíamos con preocupación la restricción de libertades en la isla, el encierro de disidentes, la persecución de críticos al sistema cubano dentro del mismo país, la libertad de expresión acotada y tal… Bueno… decíamos… es el precio que se tiene que pagar… Y sí, era un precio muy alto… La libertad y los derechos humanos son un estado de vida que no se pueden someter a procesos de reivindicación social.

Y poco a poco, íbamos derivando nuestro ideal revolucionario hacia la izquierda, siempre sí, pero sin atentar contra las libertades del hombre y sus derechos. Lo de Cuba se estaba congestionando.

Pero también veíamos que la educación en la isla era una realidad, que todos tienen garantizados los servicios de salud de calidad, que hay alimentación para todos y que de alguna manera los cubanos tenían casi todo cumplido para todos y alegría. Pero la libertad seguía siendo piedra en el zapato.

Los bloqueos de gobiernos de EUA dañaban el proceso de consolidación revolucionaria en Cuba. Aun así Castro Semper fidelis a su revolución y a su causa de justicia social.

Hoy es otro momento en la historia del mundo. Es el tiempo de la recomposición social justa y democrática en Cuba, y de poner en claro qué sigue con los cubanos que están en la isla. Y les corresponde a los cubanos decidirlo. Ellos y nadie más que ellos tienen la última palabra en lo que sigue, luego de que ha muerto el Comandante Fidel Castro.

@joelhsantiago

@OpinionLSR

Tomado de la Silla Rota: http://lasillarota.com/fidel-en-los-libros-de-entonces/Joel-Hernndez-Santiago#.WD9tSrmHQz6

 

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