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Adrian

Algunas lecciones de la crisis de la basura en Oaxaca

Más allá de quién sea el o los responsables directos por la actual crisis de la basura en la capital oaxaqueña, todos deberíamos reflexionar en algunos puntos que son indispensables de cara a la pestilencia y el foco de infección en el que está convertida nuestra ciudad. Al final, resulta que además de la autoridad, los propios ciudadanos somos corresponsables de este enorme problema. Veamos.

La autoridad federal. Desde hace más de una década, la autoridad federal —Semarnat, Profepa y demás— ha sido incapaz de establecer una política concreta respecto al manejo de los residuos. Concretamente, las autoridades federales han lidiado desde hace varios años con el uso del tiradero ubicado en terrenos de la Villa de Zaachila, pero que pertenecen al Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez. Han intentado multar, clausurar y revisar las condiciones de ese enorme depósito a cielo abierto, aunque en realidad lo único que han logrado es dilatar las soluciones de fondo y permitir con ello que el ayuntamiento citadino, y los demás que se benefician de la existencia del tiradero, lo sigan utilizando con amplios márgenes de maniobra.

El gobierno de Oaxaca, en general. Hoy que es lacerante el problema de la basura, han salido a relucir incontables historias de cómo desde hace doce, quince, veinte años, o más, empresas de diversas procedencias nacionales y extranjeras, intentaron diagnosticar el problema y ofrecer soluciones, sin que ninguna haya aterrizado en algo concreto. Nadie sabe las razones concretas, pero se habla de distintos proyectos de aprovechamiento de los residuos, plantas de reciclaje, rellenos sanitarios y demás, que hoy son algo así como pequeñas grandes leyendas urbanas que sólo revelan que, o hubo intereses para no solucionar este problema de fondo desde hace años, o hubo demasiada indolencia por parte de las sucesivas autoridades que decidieron no darle seguimiento a este tema.

El gobierno de Oaxaca, en particular. Hoy queda claro que el extinto Instituto Estatal de Ecología, hoy convertido en Secretaría de Medio Ambiente, Energías y Desarrollo Sustentable, han servido para nada. Aquel Instituto nunca fue capaz de establecer criterios concretos para el uso y aprovechamiento del tiradero, y hoy —al menos en el terreno de las apariencias— a muchos parece quedarles claro que la evolución del Instituto a Secretaría ha sido en vano. Esto delinea el pésimo arranque que, accidental o deliberadamente, ha tenido el titular de la Semaedeso, José Luis Calvo Ziga —y de la dependencia misma, ahora que es Secretaría—, que con temas como la abrogación indebida del Programa de Ordenamiento Ecológico Regional del Territorio del Estado de Oaxaca, y este de los desechos, deja una percepción de inoperancia, incapacidad e ignorancia sobre los temas delicados de competencia de la dependencia que encabeza, que incluso hace pensar en la inviabilidad de haber elevado a Secretaría un Instituto que antes no servía, y hoy tampoco. Sea cierto o no, las calles rebozadas de basura, así lo indican.

¿Y LA CIUDADANÍA?

El Ayuntamiento citadino. ¿Alguien puede dar por hecho que en realidad el ayuntamiento que encabeza José Antonio Hernández Fraguas no sabía que algo así podría ocurrir? ¿Alguien puede aceptar que entre sus escenarios críticos posibles no estaba el de un nuevo cierre del basurero, independientemente de cuál fuera la causa? Lo cierto es que durante todos los días, o semanas, que lleva esta crisis de la basura —porque no es algo que haya comenzado ayer o antier—, el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez se ha visto lento, rebasado e indefenso frente a uno de sus problemas que debían ser de los más estudiados y de resolución básica frente a una contingencia. Pero igual que como ocurrió a principios de junio cuando comenzaron los problemas entre el Frente Popular 14 de Junio y los habitantes de la Agencia Municipal Vicente Guerrero y la colonia González Guardado, de nuevo el Ayuntamiento se vio asaltado por la situación, e inmóvil e arrinconado ante la situación. Hoy, de nuevo, la capital lleva una semana convertida en un muladar, y hasta ahora las medidas impulsadas por el Ayuntamiento que encabeza Hernández Fraguas se ven tibias, insuficientes y más propias de un programa de prevención, que de una situación de emergencia y contingencia como la que se vive hoy por el foco de infección que, en general, han terminado siendo amplias zonas de la capital oaxaqueña.

La ciudadanía. ¿Por qué no señalarnos nosotros mismos? En general, como ciudadanos, hemos demostrado un profundo egoísmo con nuestra ciudad y con nuestros semejantes. La generalidad de las personas ha optado por sacar sus bolsas de basura a las calles, como si con eso se pudiera resolver al menos de forma parcial el problema. Lo hacen, según ellos, para evitar la pestilencia y los riesgos sanitarios dentro de sus domicilios o comercios, pero sólo trasladan el problema a la vía pública, en donde se combina con otras amenazas ya también bastante conocidas. Así, la ciudadanía oaxaqueña en general no sólo no se puede sustraer del problema por el que acusa a las autoridades, sino que incluso hoy resulta ser una parte muy importante de él.

FALLAS CULTURALES

Incluso se debería ver con un poco de autocrítica la magnitud en la que ha fallado la cultura de la prevención, el reciclaje y hasta de la separación de la basura. ¿Cuánto dinero se supone que ha invertido el gobierno en esas campañas, durante años? Hoy queda claro que todo eso no ha servido de nada, porque salvo contadísimas excepciones, la gente no recicla, no separa sus desechos y no maneja responsablemente los desechos. No lo hace, dicen muchos, porque la autoridad tampoco lo ha procurado. Y de ese círculo vicioso, como siempre, los perjudicados somos todos en estos momentos de crisis. Increíble, pero cierto.

Tomado de Al Margen: https://columnaalmargen.mx/2017/08/29/algunas-lecciones-de-la-crisis-de-la-basura-en-oaxaca/

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