Llama la atención que sectores de las iglesias, no todas ni todos, que se han pronunciado en contra de que se hable de política al interior de los templos, ahora se presenten en el recinto donde se discute la política a imponer una visión teológica del mundo.

Llama también la atención que la defensa de la vida, la que dicen defender, no sea la defensa de TODA la vida.

Su defensa de la vida tiene matices. Les preocupa más, y a ultranza, la defensa de los no nacidos.

Pero, la vida es toda la CREACIÓN. Ignacio Ellacuría, el teólogo y mártir jesuita, nos dice que la revelación de Dios está en la realidad.

Su gran contribución es la Teología de la Realidad Histórica: hacerse “cargo” de la realidad, “cargar” con la realidad y “encargarse” de la realidad.

La fe debe vivirse, nos dice Ellacuría, desde una inteligencia teológica y filosófica, la relación constante entre lo divino y lo humano.

Un acercamiento a la realidad nos permitiría observar que hay condiciones oprobiosas para mujeres de escasos recursos. Un acercamiento también a la realidad, incluso desde una visión científica, puede arrojar a la luz los datos de marginación, exclusión y desigualdad que enfrentan las mujeres.

El reclamo del derecho a la interrupción legal del embarazo encierra también un grito por la vida, un grito que sectores conservadores de algunas iglesias no quieren escuchar.

Dice la teóloga feminista María de los Ángeles Roberto que si Jesús de Nazaret viviera en estos tiempos, no sería difícil imaginarlo con su pañuelo verde al cuello.

Jung Mo Sung, el teólogo y economista brasileño-coreano, dice: “El problema es que reducir toda la complejidad de la lucha pro-vida al tema de estar a favor o en contra de mantener la criminalización del aborto es infantilizar la discusión política y, lo que es peor, es infantilizar la religión que se profesa”.

Necesitamos debates abiertos, sinceros, sin manipulación religiosa, en un tema donde las mujeres deben llevar la voz central.

*Director de Radio Universidad de Oaxaca