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Sonora bronco y culto

LIBROS DE AYER Y HOY

Calificar de bronco y culto a uno de los estados de nuestro gran país, no es herejía: es la mera verdad.

La cultura se ha desarrollado de manera diferente en cada espacio de los 32 que tenemos, pero habrá que ver en cada uno qué es lo bronco y qué es lo culto.

Más cuando la cultura se refleja en comportamientos. Puede haber mucho conocer, pero si este no ha transformado, de nada sirve. Asumir sólo como cultura lo que las etapas del mundo han traído, sin tomar en cuenta lo que estaba imbíbito en cada espacio o región de una entidad, es no ver la esencia de la cultura.

Más cuando la nuestra como cultura ancestral, una de las grandes del mundo,  es la aportadora de miles de cosas que persisten, aunque algunas la queramos ignorar.

Si hacemos a un lado, para no abrumar, lo que todos los pueblos originarios nos han dado, centrémonos nada más en la forma de comportamiento, en las actitudes.

Pese a su pobreza y largo abandono, las muchas comunidades que habitan en el país, nos están dando lecciones permanentes de organización, creatividad, solidaridad y orden comunitario.

Una gran mayoría no tiene la cultura moderna, pero desde el interior de su humanismo y su sentir como personas, expresan la más profunda cultura que es el baluarte de lo que si tienen: el respeto a los demás.

Con ese respeto que como seres humanos merecen los integrantes de Frena ¿podríamos hablar de ellos como personas cultas, aunque muchos de ellos, ricos y educados en instituciones privadas de altos vuelos, pueden incluso tener doctorados y otros añadidos académicos?

El odio que expresan, las agresión no sólo con hechos, sino con palabras, la chabacanería en sus formas, el desacato a leyes y costumbres, ¿es culto o bronco?

LA EVOLUCIÓN CULTURAL EN MÉXICO Y SUS ORÍGENES ANCESTRALES

Al personalizar, puedo decir que crecí en medio de comunidades indígenas que como lo he señalado en libros, daban la pauta realmente de la economía del pueblo en actividades claves, herreros, hortelanos, costureras, conocedores de la etapas naturales de los sembradíos a través de los almácigos, los injertos, los tiempo de riego.

Muy chica, ya en Ciudad Obregón, vi el cambio brusco de esa actividad, en ese caso positiva, en la actuación de lo que era el Círculo Cultural Ostimuri, que reunía a los intelectuales de la ciudad, escritores, poetas, pintores.

Como una especie de vinculación a lo que había vivido en el medio indígena, vi aquel libro premiado en ese entonces, a mitad de los años cincuenta, “Cruces sobre el Teocali” (Aguilar 1955), del escritor español Miguel Sainz López-Negrete que vivió largo tiempo en aquella ciudad.

El libro, cuyo prólogo es del poeta sonorense Bartolomé Delgado de León, maestro mio más tarde en la secundaria, que ahora da nombre a la biblioteca central de Hermosillo, aborda la auténtica relación de culturas que se dio entre los pueblos originarios y los invasores españoles, con aquellos intelectuales, frailes y otros personajes, que fuera del salvaje comportamiento de los que agredieron, se portaron como seres humanos e hicieron una donación de humildad, cultura  y afecto a los indígenas.

Es bueno recordarlo en este mes cuando los españoles celebran el Descubrimiento y nosotros vemos con prudencia esa alegría. Don Miguel solía ir a mi casa y fue un hombre que siempre, a través de la beca que me dio  Ostimuri, me quiso impulsar en el mundo de la cultura. A lo mejor le fallé. Pero recuerdo la impresión cuando leí al final del libro, que tengo como un tesoro dedicado, la fusión que se dio entre aquellos seres diferentes, cuando la bella muchacha indígena y el arrogante y apuesto joven español se casaron y tuvieron un  lindo niño, ¡moreno de ojos azules!

LIBROS A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS MODERNOS DEL SIGLOS XXI Y SU DIVERSIDAD

Ya que me he ido hacia el norte en esta ocasión con mi crónica, cuyo título lo tomo del libro Sonora bronco y culto de  Carlos Moncada Ochoa (1997), quisiera destacar el gran bullicio que hacen los muchos grupos culturales que se han formado en esa entidad que suele ser llamada bronca en buen sentido.

Quizá las formas, las expresiones y la alegre camaradería de la gente la hacen también bulliciosa y característica. Pero ese cambio en algunos sectores ha sido productivo.

Tengo muchos libros emanados del Instituto Sonorense de Cultura, incluso uno mio “La isla que brillaba” (2007) y todos los años aparecen a montón, ahora transitoriamente reducidos por el coronavirus.

Publico algunos libros y autores con el fin de que en tiempos posteriores haga lo mismo en otros sitios, como una promoción de la lectura.

Son por fecha de aparición: Trans peninsular, del autor bajacaliforniano que se asumía sonorense Federico Campbell, ya fallecido (Joaquín Mortiz 2000);  Tiempos modernos, de Gisela Arriaga (Garabatos 2005): De púrpura encendida, de Sergio Valenzuela, ya fallecido (Instituto sonorense de Cultura 2005); Canto al amor, de Roberto Fonllem Alejo (Errebe 2006); Tiempo de Silencio Tiempo Benigno, de Gloria Barragán (Instituto Sonorense de Cultura 2009); Bestias y seres imaginarios sonorenses, de José Terán (Editorial Glifo 2013), y Abigael, de Ernesto García Núñez (Tinta nueva ediciones 2018).

De éste, premio Nacional de poesia Tinta Nueva 2018, uno de los versos, del  poema que dedica al gran poeta de Sonora Abigael Bohórquez:

Tuviste un amor párvulo tormentillo

en secundaria agitada de polvo

entrega total al revuelto valle

con popular escándalo de persignación

atizado por debajo de cristos desde el absuelto púlpito.

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

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