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Teresa Gil

Las culpas y desahogos, allende fronteras

Libros de ayer y hoy

Los fugados Miguel Alemán, Ricardo Anaya, Mauricio Toledo, de alguna manera Genaro García Luna, y otros tan exhibidos como Lozoya, y los quejosos el PRD, el PAN y el PRI,  son los evadidos  de culpas que no reconocen. Cierta o no  esa convicción, hay en su actitud exculpatoria un reconocimiento de lo amoral.

No solo los presuntos delincuentes y los quejosos se van fuera del país en busca de refuerzos a su debilidades, también de afuera rebasan las fronteras mexicanas, para imponer su orden. Esas fronteras mexicanas tan serviciales a todo tipo de desmanes, están ahí impertérritas cobijando y dejando pasar migrantes, prestas a permitir atravesar a presuntos delincuentes, y permanecen con  impávida dignidad, cuando jueces estadounidenses dan la orden de poblar a México desde su reducto extranjero.

Como nunca, México se inserta en un fenómeno global, en  una comunidad abierta  que permite la búsqueda de sueños, el acceso de mafiosos, el traslado de partidos que se dicen agraviados en  sus fracasos, los exilios, la inversión y guarda, de un capital forjado en estas tierras y el ingreso triste de desalojados de un país, como los afganos.

Y muchas cosas más entre ellas la decisión de jueces de Estados Unidos de conservar el programa Quédate en México creado por Donald Trump. Programa que carga la mano a nuestro país y viola la soberanía al tomar decisiones desde afuera que involucran al territorio de otro país. 

En ese maremágnum de situaciones, en el que el nuestro entra en calidad  de víctima y su gobierno puesto contra la pared, en un alto porcentaje los que salen del país en fuga, llevan impresa una culpa que quieren eliminar buscando desahogos ajenos.

En el norte se dice que los “juidos”, se van buscando chichi

La  lucha contra la corrupción, el proyecto base de este gobierno, está poblando suelos extranjeros.  Miguel Alemán, posicionado en Francia por su doble ciudadanía; Mauricio Toledo, con ancestros chilenos, buscado las huellas de Pinochet en el país del sur y  Ricardo Anaya en busca de exilio.

La situación de este es enclenque: no hay tema para  recibir asilo, si detrás de él hay una serie de acusaciones. Los países que tienen abierto ese mecanismo, son muy cuidadosos con los solicitantes. Respecto a los partidos que fueron a la OEA, a mal santo se encomiendan ante un secretariado cuyo titular Luis Almagro, se evade en este momento y quiere desprenderse de su fracaso del golpe en Bolivia.

Este fue  urdido a partir de un  presunto fraude electoral de Evo, denunciado por la OEA. La lista que anda circulando de lo que no llevaron los partidos opositores como armas portantes a ese organismo internacional, es apabullante: son sus robos, saqueos, injusticias diversas, crímenes, algunos de ellos sobre el tema que usan como punto de acusación: el narcotráfico.


Desterrado me fui por el muelle, desterrado por el gobierno y al año volví


Las historias de fugas, destierros, persecuciones, llenan el panorama

Al caso más comentado en este momento, el de Ricardo Anaya, se le han acumulado datos todos los días. Cuesta trabajo pensar que un joven con cierto carisma como el panista, tuviera atrás esa larga oscuridad que se pertrecha cada día.

Sus cercanos entre ellos desde luego el PAN, lo han defendido sin datos concretos  y medios opositores  lanzan la espada contra  el gobierno. Hay columnistas, como Francisco Rodríguez y Julio Hernández López que en sus respectivas columnas han aportado datos importantes en torno a las denuncias en contra de Anaya.

López Obrador le ha dedicado mucho al tema, pero desde puntos de vista, no debería ya ponerse al nivel de ese  señor. Los memes sobre éste han rebasado el panorama de otros casos muy similares. Las historias que contemplan desencuentros políticos, amorosos  o donde hay crímenes que propiciaron fugas, ausencias o escondites,  se han descrito en canciones o en poemas en este caso de exiliados.

Las canciones más famosas en México se refieren al paso fronterizo en tormo a migrantes.

La migra a mi me agarró

trescientas  veces digamos,

pero jamás me domó,

a mi me hizo los mandados,

los golpes que a mi me dio

se los cobré a sus paisanos.

En su libro Jefe de jefes Corridos y Narcocultura en México, con tres ediciones exitosas ( 2002 Plaza Janes/ Raya en el agua, 2003, 2010) Juan Manuel Valenzuela de El Colegio de la Frontera Norte, aborda el tema del corrido desde diferentes ángulos, como crimen, como cuestión social, como arquetipos femeninos, como expresión popular entre muchas vertientes y se mete con fugas famosas, entre ellas las del Chapo Guzmán, el escondite de delincuentes y la culpa de un sector que se instaló en el país a partir de demandas  principalmente externas y que forma parte de un panorama oscuro y extendido.

Menciona en ese libro varios de los corridos más famosos, pero ahora, a reserva de volver a este libro, voy a reproducir unas líneas cantadas por Vicente Fernández que se debate entre la vida y la muerte, en su huida en su canción, ante una decepción amorosa:

Me fui muy lejos para ver si acaso

me olvidaba de lo mucho que te amé.

Busqué otros brazos para ver si acaso

me arrancaba de la sangre tu querer.

Pero cansado de buscar donde refugiar

todo mi sufrir,

solo me queda un gran dolor

por tanto, tanto amor que yo te di.


Teresa de Jesús Gil Gálvez

Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.

Colaboradora desde enero de 2017.

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