El creciente pluralismo en medios de comunicación, las novedosas herramientas de Internet, así como los difusos límites de la libertad de expresión constituyen el ambiente propicio para el desarrollo de las campañas negativas.
Término asignado a la propaganda o proselitismo electoral basado en la descalificación, difamación o calumnia hacia un candidato o partido para deteriorar su credibilidad e imagen.
Partidos y estrategas han centrado su atención en minar la campaña del adversario con estos métodos, sobre todo, alentados por el éxito de la guerra sucia en la elección presidencial de 2006.
En aquella elección, de quienes aceptaron que en su voto influyó la afirmación de que “AMLO es un peligro para México”, el 52 por ciento votó por Felipe Calderón Hinojosa y sólo el 17 por ciento lo hizo por Andrés Manuel López Obrador (El Universal, 3 de julio 2006).
A estos niveles irrumpieron las campañas negativas en los procesos electorales de nuestro país, y el que hoy se inicia en Oaxaca no será la excepción.
Aunque puede decirse que las campañas negativas reflejan un pleno ejercicio de la libertad de expresión o que aportan información relevante para comparar candidatos y promover el voto reflexionado de los ciudadanos, en la práctica han sido instrumentos generadores de estridencia política sin fundamento.
En los hechos, son acciones que solamente privilegian el escándalo, marginan aun más la propuesta política y tienen como consecuencia más nociva, la confrontación partidista y la crispación social.
Tan sólo en el periodo de precampañas, los oaxaqueños hemos visto una fuerte presencia de guerra sucia contra los aspirantes al gobierno del estado. Diversas páginas y redes sociales se han creado para alojar las peores expresiones y ofensas a candidatos y partidos, así como para difundir información, sin mayor sustento, que su potencial de lastimar la credibilidad de los candidatos e influir en el sentido del voto de los ciudadanos.
Por ahora hemos visto cómo las campañas negativas han alcanzado al candidato del PRI resaltando su carencia de estudios universitarios y su corta trayectoria política (aunque Beatriz Paredes, al tomarle la protesta, acusó a la inexperiencia e incapacidad de gobiernos no priistas como responsables de todos los males del país y del estado).
Sin embargo, la ofensiva más intensa ha sido contra el candidato de la coalición “Unidos por la paz y el progreso”, Gabino Cué Monteagudo.
En Internet, videos de Youtube, así como en algunos medios impresos se vincula de manera forzada a Gabino Cué con notas y reportes de acontecimientos violentos. Prueba de ello es el fotomontaje hecho por el periódico “El Imparcial”, el cual sobrepuso la imagen del candidato en una fotografía a una barricada, escena que transporta al lector a los peores momentos del conflicto del año 2006. (El Imparcial, 18 abril 2010).
Este domingo 2 de mayo arrancaron formalmente las campañas y desde ahora podemos advertir que durante los próximos 60 días se levantarán auténticas barricadas mediáticas para secuestrar a los oaxaqueños en el escándalo político y separarlos aun más de las propuestas y proyectos de gobierno.
Así, en estos días que hemos sido testigos de lamentables brotes de inseguridad y violencia, sumar al proceso electoral campañas de guerra sucia que promueven la polarización política y la crispación social, resulta un verdadero peligro para Oaxaca y para su transición democrática.