¡Juventud, divino tesoro
Ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
Y a veces lloro sin querer…
Canción de Otoño en Primavera,
de Rubén Darío, poeta nicaragüense.
Comienzo así este escrito porque pienso en la imperiosa necesidad de un cambio en nuestro país y especialmente en Oaxaca. Con este pensamiento cotidiano se debe trabajar y construir la democracia. Hacerlo con esfuerzos y evitando la violencia. Procurar hablar con las gentes en las calles y en los pueblos de la realidad que nos aqueja, tomar conciencia y arriesgarse en la luchar por la democracia.
También decirles: levantemos la cabeza con dignidad y orgullo porque es tiempo de resistir, como una fuerza moral que está a la vista, en su carácter legal y pacífico. Porque con la resistencia se sabe esperar y no se desanima. Tampoco se raja.
Es que si hoy resistimos, también lo haremos mañana y cada día será mejor, encaminados a conquistar la democracia y la justicia.
Digo esto por lo que ha pasado y sigue sucediendo en Ciudad Juárez, donde han sido asesinados jóvenes, al igual que en Monterrey, Nuevo León, Durango y en Tuxtepec, principalmente, por las fuerzas que combaten al crimen organizado: violación flagrante contra los derechos humanos y de los jóvenes, crimen que puede considerarse de “Lesa Humanidad”, pero que no se investiga cabalmente y parece quedarse en la impunidad.
Pero siguen siendo asesinados muchos jóvenes de diferentes sectores sociales, incluyendo en forma principal los emigrantes, más ahora con el muro-malla fronterizo y el reforzamiento o militarización de dicha zona, por “pactos- convenios” entre jefes de Estado (Estados Unidos y México), garantía y seguridad entre ambos países.
Lo mismo sucede con los levantones-secuestros que seguridad nacional realiza a diario en zonas del país.
Luego, los encontrados-ejecutados por vinculación con el crimen organizado, cuando que muchas de estas víctimas son jóvenes inocentes.
Ahora parece que ser joven es un delito, situación que genera miedo y problemas psicológicos en los hombres y mujeres de nuestro México, pero también pavor y terror propio de regímenes fascistas.
Y en el mismo ámbito me refiero a las violaciones a los derechos de los jóvenes. Tan candente y difícil problema que se da en los reclusorios, llamados pomposamente: Centros de Rehabilitación y Prevención Social (Ceresos-Ceferesos), situados en lugares de mayor peligro.
En esos lugares de represión y tortura hay más de 200 mil personas, en su mayoría jóvenes, acusados de delitos comunes, entre ellos el de adictos a las drogas e involucrados con el crimen organizado.
Panorama sombrío. Uno se pregunta entonces, ¿cuál rehabilitación y prevención? En esos centros predomina la corrupción desmedida, el amiguismo, el tráfico de influencias. Y en este país de las mentiras, todo queda en la impunidad.
Qué va a pasar en nuestro país cuando lo más valioso que tiene, su juventud, está siendo cotidianamente vulnerada por una mala política educativa y de salud mental.
Bueno sería que los gobernantes actuales tocaran firmemente algo sobre este tema acuciante, pero parece no interesarles, pues compiten por lograr y tener el poder por el poder mismo.
* Médico pediatra, ex rector de la UABJO.