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Oaxaca exige y merece respeto

Es exigencia reiterada en esta época de efervescencia política electoral ante la grave crisis económica e inseguridad social, la falta de empleo, de atención al campo, a las minorías indígenas, al problema migratorio, a la salud y a la alimentación, entre otros renglones prioritarios, para vivir en paz, pero no la de los sepulcros.

Ante eso, es necesario expresarse con urgencia; es decir, exigiendo respeto a través de los medios informativos: prensa local y nacional, la que está comprometida en decir la verdad al pueblo, al movimiento social a las diversas organizaciones y grupos.

Asimismo, a las personas deseosas de un cambio sustancial en Oaxaca y en México, augurio de armonía y el cambio necesario en todos los sentidos.

Cuando se exige respeto es porque no se quiere que se siga igual como hace mucho tiempo; por ejemplo, la campaña del candidato oficial, en la que se observan con flagrancia prácticas como las de hace 80 años: manipulación, soborno, control y engaños a los indígenas campesinos, principalmente.

Por eso las concentraciones son masivas y folclóricas: bandas, despensas, “pago” de asistencia, refrescos en la mano y tortas bajo el brazo, todo para oír discursos huecos sin compromiso social.

Entonces, persisten el engaño y las trampas para creer en la esperanza del cambio tan cacareado.

Pero resulta hasta curioso observar cómo el candidato oficial habla de ineficacia del Gobierno federal calderonista, por seguir provocando el aumento de la pobreza y, diría yo, también del crimen organizado, y de manifestarse inconforme con la realidad.

Con ese discurso, llama la atención y hasta se cree que es de verdad y las concentraciones se desbordan como en Tuxtepec, la Costa, el Istmo y el Valle Central.

Resulta interesante lo expresado por Eviel Pérez Magaña ante el Congreso Agrario Nacional de la Central Campesina Independiente, al decir: “Como Luís Donaldo Colosio Murrieta, también sueño con un Oaxaca sin pobreza”. Y remata: “a mí también me indigna la pobreza, la desigualdad y la injusticia.

Sólo que debemos estar claros, ¿Quién mandó matar a Colosio? Y qué se ha hecho para esclarecer este crimen?

En otro discurso, el priista afirmó: “Juárez jamás pactó con la derecha, hoy representada por Calderón”, como el gobierno más conservador y reaccionario en alianza con El Yunque.

Pero se antoja señalar sobre lo que ya es un secreto a voces: el PRI y el PAN maquinan pactos de traición en lo oscuro, detrás del Congreso y del pueblo, contra la voluntad popular para continuar violando la Constitución y la soberanía nacional.

Son sólo expresiones ante manifestaciones, tal vez para ganar credibilidad y borrar pasados borrascosos y crímenes de lesa humanidad.

“Fomentar políticas de cambio”, dice el discurso del candidato oficial, pero ante un PRI que durante los últimos 80 años en Oaxaca sólo le ha interesado el poder por el poder, el amiguismo, compadrazgos y caciquismos.

El candidato oficial deberá tener cuidado porque en el PRI todo aquel que se hace disidente y no concuerda con la cúpula y se sale del redil, le va mal; de esto sobran ejemplos.

Pero siguiendo con la efervescencia político-electoral, resta decir algo sobre el “pacto social” que invoca la candidata del Partido Nueva Alianza (Panal), Irma Piñeyro Arias, para dejar atrás las desigualdades que afectan a Oaxaca.

Ante esto, sin abundar en críticas, cabe preguntarle con el debido respeto: ¿Más pactos sociales que los maquinados por Calderón y el PRI para seguir aumentando el precio de la gasolina y otros artículos de primera necesidad?

¿Más pactos para entregar recursos naturales de la nación al extranjero? En verdad, muchos mexicanos conscientes de la problemática social ya no creemos en esos pactos. Es necesario entonces actuar bajo otras alternativas.

Respecto a la candidata del Partido Unidad Popular (PUP), María de los Ángeles Santibáñez Abad, quien aseguró que no le fallará a los indígenas si el voto la lleva a la gubernatura, considero que este y otros pronunciamientos están ajustados a la realidad de la Mixteca y de otros lugares de Oaxaca y México.

Me consta por haber visitado Nochixtlán y otros pueblos alejados de la región, como Chicahuaxtla y Juxtlahuaca, en la zona triqui, pero le faltó referirse a la búsqueda de soluciones a la problemática que actualmente afrontan: represión política y desaparición forzada que padecen desde hace 30 años.

Igualmente, la presentación con vida de muchos desparecidos por razones políticas y alto a los asesinatos políticos.

Y la coalición “Unidos por la paz y el progreso” que promueve a Gabino Cué Monteagudo para gobernador del estado tiene derecho al triunfo contundente, porque ha hecho trabajo político, de información y fomento a la conciencia y educación política, que bien lo respalda, y ha sido consecuente con los principios de la verdad.

Falta, sin embargo, insistir en que cese la represión política, masiva y selectiva. Y es necesario que se pronuncie en forma contundente sobre la libertad de los presos políticos y de conciencia, así como por la presentación con vida de los detenidos-desparecidos.

Como luchador social, tengo una historia política que me respalda y puede ser mala o buena, pero es en defensa de la educación superior y de la universidad pública. Los movimientos sociales también me avalan.

Por todo esto considero tener derecho y gran responsabilidad para decirle con respeto:

“¡Hoy señor licenciado Gabino Cué Monteagudo, candidato a la gubernatura de Oaxaca, tiene Usted la gran y única oportunidad de mostrar congruencia y consecuencia político-ideológica con lo que dice y hace!”. Entonces, “¡Adelante que la historia le corresponde!”.

(*) Médico pediatra, ex rector de la UABJO.

 

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