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Memo se fue enmedio de una solidaridad pocas veces vista hacia un político opositor

Tristeza y pesar se sentía este domingo 5 de septiembre en las calles de la Ciudad de Oaxaca, pero más que por el frió y la amenaza de lluvia, por la solidaridad pocas veces expresada hacia un político que en la última etapa de su vida se distinguió por su férrea oposición, casi enfrentamiento, con los representantes del gobierno priista aún en el poder.

Sí, la despedida del diputado federal panista, Guillermo Zavaleta Rojas, fue un largo adiós, mediatizado primero y materializado hasta el final.

Empezó cuando el cuerpo del ex alcalde de Santa Catarina Juquila fue hallado tumefacto el viernes pasado en las inmediaciones boscosas del Aeropuerto internacional de Santa María Huatulco, tras desplomarse la avioneta Cessna, matrícula XBANG de seis plazas, en que viajaba junto con cinco personas más.

Y culminó la tarde de este domingo 5 de septiembre de 2010 en el panteón general de “San Miguel”, en la Ciudad de Oaxaca.

“Es un gran dolor, nos sentimos destrozados, pero así es la vida, qué hacer”, alcanzo a decir con aplomo el octogenario Don Paco, su padre.

Mientras el círculo familiar de Zavaleta Rojas lloraba desconsolado, mudos y sin palabras al escuchar las notas del “Dios nuca muere”, el himno oaxaqueño interpretado por un coro y cuarteto de cuerdas, al término de la misa celebrada en su honor en la iglesia de la Virgen de Guadalupe.

La manifestación ablandó los sentimientos de la clase política, entre ellos el gobernador electo, Gabino Cué; el ex mandatario Diódoro Carrasco Altamirano, y de la cúpula local y nacional panista encabezados por su líder César Nava Vázquez, el senador Santiago Creel y el diputado federal Javier Corral Jurado.

Porras y aplausos rubricaron el último adiós del ex acalde de Santa Catarina Juquila, arropado por cientos de seguidores, familiares y amigos que se dieron cita en el recinto religioso, en punto de las 11:00 horas de este domingo.

En la liturgia religiosa, los sacerdotes Ignacio Rosette, Wilfrido Mayrén Peláez y Max Lenin Zavaleta Robles (este último sobrino del político panista) recordaron a Zavaleta Rojas como “un buen hijo y ser humano”, que buscó el bien de las personas.

Eran las 12:10 horas cuando el cuerpo del panista fue sacado del templo, sobre los hombros de Santiago Creel y Javier Corral, rumbo al panteón general de “San Miguel”, su última morada.

A su paso por las calles de la Ciudad las miradas se posaban en el féretro y cortejo fúnebre, auscultaban a Keren, la esposa inconsolable de Guillermo, mientras la banda San Pablo, de Mitla, despertaba la curiosidad de los observadores por el ritmo de sus marchas, chilenas y corridos que precedían al lienzo panista, la bandera nacional, y tres retratos del malogrado político que encabezaron la marcha.

Ya en el panteón, Santiago Creel, padrino de boda de Zavaleta, con un nudo en la garganta recordó a éste como “un gran oaxaqueño, un gran mexicano, fiel a sí mismo, a su gente, a su pueblo”.

Antes de brotar las lágrimas, enrojecido el rostro, el aún aspirante panista a la Presidencia de la República soltó: “¡misión cumplida, Memo!”.

Enfrente toda la familia Zavaleta Rojas, soltó en llanto, permitido esta vez por el Dios Tláloc que no soltó una sola gota de lluvia.

Y el panista que proyectaba un gran futuro en la vida política de Oaxaca bajó a la fosa y fue cubierto de tierra, rodeado de decenas de mujeres y hombres que se resignaban con la frente inclinada y la mirada perdida.

 

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