Escribo esto como un homenaje a la lucha de un pueblo por su liberación política, económica y sociocultural, emprendida el 23 de septiembre de 1965 por 13 jóvenes: maestros rurales, un médico y campesinos, en uno de los estados más extensos de la República Mexicana: Chihuahua.
Desde que se consuma la traición a los interese populares de la Revolución de 1910-1917, continúa la lucha del pueblo mexicano que tiene una continuidad que se manifiesta en diversas movilizaciones de descontento en distintos sectores sociales.
Ahí están la gran huelga rielera de 1927, el auge organizativo de la clase obrera y de los campesinos en los años 30, los movimientos de los trabajadores electricistas y ferrocarrileros en 1958-1960, el de los maestros del SNTE-DF organizados en el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM), y la lucha de Rubén Jaramillo, asesinado por el gobierno de Adolfo López Mateos en l96l, etcétera.
Sin embargo, el descontento acumulado del pueblo pobre y explotado se sintetiza en un hecho registrado hace 35 años, la madrugada de ese 23 de septiembre de l965 en Ciudad Madera, Chihuahua, cuando un grupo de 13 combatientes guerrilleros atacan el cuartel militar de esa plaza.
Esto marca el inicio de la utilización de la lucha armada revolucionaria como vía para enfrentar al Estado Mexicano represor, que al igual que la dictadura Porfirista, ha venido haciendo de la represión, el engaño y explotación del pueblo, su política.
Es así como el llamado Grupo Popular Guerrillero (GPG), comandado por un joven maestro rural de nombre Arturo Gámiz García, abre una nueva etapa histórica en la lucha del pueblo mexicano al desarrollar la mencionada acción revolucionaria que, además, tiene como perspectiva alcanzar una sociedad justa con mejores condiciones de vida.
En este marco de referencia, la figura del comandante guerrillero Arturo Gámiz García cobra su real dimensión: la del revolucionario fiel a sus principios que lucha, incansablemente hasta el grado de morir defendiendo el derecho de los pobres a vivir dignamente, sin tomar en cuenta los sacrificios y riegos personales, ni los méritos y cualidades que, en el desarrollo de la lucha, iban forjándolo como un verdadero héroe popular.
¿Quién era este sencillo maestro rural que a los 25 años de edad dio una lección imborrable de amor al pueblo y odio implacable hacia sus opresores, dejando un legado valioso bajo el cual, actualmente, nuevas generaciones avanzan decididas a conquistar un mejor futuro para todos los explotados?
Gámiz era, antes que nada, una persona sencilla que logró aprender de su contacto con el pueblo la humildad, la honestidad, pero también el coraje de clase que lo llevó a asumir en la práctica el compromiso revolucionario de luchar porque la situación de miles de obreros, campesinos y demás sectores sociales cambiara radicalmente, por lo que armado con lo más avanzado del pensamiento científico- social se enfrentó a los enemigos del pueblo con decisión y valentía.
Al ejemplo de los grandes revolucionarios mexicanos, tanto del movimiento de Independencia, como Hidalgo y Morelos en “Los Sentimientos de la Nación”; Mariano Matamoros, Allende, los hermanos Abasalo.
Del Liberalismo con Valentín Gómez Farías y el Doctor Lira. De Benito Juárez García y la pléyade de hombres como Melchor Ocampo, Ignacio Ramírez, Manuel Ignacio Altamirano, Guillermo Prieto y otros hombres de la historia. También de Francisco Villa, Ricardo Flores Magón, Emiliano Zapata Salazar, entre otros tantos.
Por esta razón se hace necesaria una mayor difusión de la vida y acción revolucionaria de Arturo Gámiz.
Nació el 28 de febrero en un pequeño pueblo de Durango llamado Súchil. Sus padres fueron hijos de campesinos que emigraron a la ciudad en busca de la sobrevivencia económica.
Su madre, la señora Elodia García y su padre, Emilio Gámiz Fernández, quien trabajó siempre como obrero en la fábrica de Celulosa de Chihuahua, S. A., Fábrica procesadora de Madera, ubicada en Anáhuac, Chihuahua.
Arturo inició su educación primaria en la Escuela Federal de ese lugar y estudió hasta el 4º año. Después viajó a la Ciudad de México, donde continuó en la Primaria Federal “José María Morelos y Pavón”.
En l955 se inscribió en la Secundaria Federal y al año siguiente empezó a participar en el Partido Popular Socialista (PPS). En 1957 fue secretario general de la Sociedad de Alumnos de dicha escuela. El mismo año formó parte del Comité de huelga en apoyo al movimiento estudiantil del Instituto Politécnico Nacional (IPN), que para entonces tenía vigilancia policiaca.
Del DF Gámiz se cambió a Chihuahua, siguiendo a sus padres, y empezó a organizar la “Juventud popular”. Después se fue a trabajar a La Junta, hoy Adolfo López Mateos, a cubrir un interinato como maestro de grupo, porque al poco tiempo, en 1958, ya se encontraba trabajando como oficinista en Las Lajas, en la construcción de un puente o túnel sobre el ferrocarril Chihuahua-Pacífico.
Allí también organizó la “Juventud popular” y dejó la plaza que había ocupado en septiembre de l957. Dos años más tarde se inscribió como alumno en la Escuela Normal del estado en la ciudad de Chihuahua, donde participó en todas las luchas populares y consolidó su conciencia y sensibilización.
En su formación teórica contribuyeron: Guillermo Rodríguez Ford y los hermanos Gaitán, logrando compenetrarse de la situación de miseria y explotación que privaba en esos años en el campo chihuahuense, a lo cual se agregaba la política abiertamente represiva del entonces gobernador del estado, el general Práxedes Giner Durán, un tosco e ignorante militar al estilo Porfirista. Esto apuró la lucha revolucionaria de Gámiz.
Estos datos fueron recogidos cuando mi esposa y yo nos desempeñamos en el Comité Nacional Independiente Pro-Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos, Asesinados y Exiliados Políticos de México (CNI) y en el Frente Nacional Democrático Popular (FNDP) de 1978 a 1990, lo que nos dio la oportunidad de conocer muchos estados de la República Mexicana, como Chihuahua.
(*) Médico pediatra, ex rector de la UABJO.