OAXACA, OAX., noviembre 9.- Traducir es derrocar Babel, recomponerla, hacer visible lo invisible, aclarar el mundo. Traducir es un acto de amor y fuerza. Sergio Pitol es un hombre fuerte que escribe y ama.
Y la Feria Internacional del Libro de Oaxaca 2011 contó este miércoles con la presencia de este incansable viajero de la literatura-vida que ahora envía nuevamente al mundo la colección “Sergio Pitol traductor y memorias (1933-1966)”.
Acompañado por los escritores Rodolfo Mendoza y Luis Jorge Boone, el director general de la Feria Internacional del Libro Oaxaca 2011, Guillermo Quijas Corzo, resaltó la trascendente labor que como traductor ha desarrollado Sergio Pitol, quien ha comprendido como pocos que traducir va más allá de llevar una palabra de un idioma a otro, que implica conocer profundamente ambas lenguas, sus orígenes e incluso el país donde surge la obra.
De igual forma señaló el valor de que Pitol, uno de los autores más constantes, inteligentes y perdurables de la narrativa en lengua hispana, ganador del Premio Cervantes de Literatura, se atreva a ver nuevamente su obra, a releerla en el caso de las traducciones y a reescribirla en el caso de sus memorias. “La relectura es la verdadera lectura y la rescritura debe ser de igual forma la verdadera escritura”, resaltó Quijas Corzo.
Por su parte el escritor y cercano colaborador de Sergio Pitol, Luis Jorge Boone, hizo un breve recuento de las etapas que marcan la precoz autobiografía trazadas en las Memorias (1933-1966), desde su adolescencia que marcó definitivamente el gusto por la literatura, su paso por la Universidad Nacional donde se licenció en Derecho y formó su conciencia política y su estancia en Bristol, donde se diversificaron sus influencias literarias y musicales.
Luis Jorge Boone hizo hincapié también en la relación de Sergio Pitol con la traducción, gracias a la cual en la década de los 60 se conoció en México a un escritor que quizá hubiera tardado 20 años más en traducirse al español como Witold Gombrowics. “Al principio las traducciones de Pitol iban a lo seguro: eran Jane Austen, Henry James Joseph Conrad.
Después, continuó, la vida se complicó. Pitol se enfrentaba a traducciones complejísimas como la de Las puertas del paraíso, vivía como un personaje de Tonio Kröger de Thomas Mann, “vivía con la eterna disyuntiva entre vivir y leer”.
Por su parte, Rodolfo Mendoza señaló el cómo Sergio Pitol reinventa con claridad el panorama actual de la literatura poniendo en las mesas de novedades libros lejanos como El diario de un loco Lu Hsun o El ajuste de cuentas de Tibor Déry y Emma, de Jane Austen. Asimismo, a pregunta de Guillermo Quijas, Mendoza señaló a El buen soldado de Ford Madox Ford como la obra predilecta de las traducidas por Pitol.
Si ya bastante le deben millones de lectores a novelas como El desfile del amor o Domar a la divina garza, a ensayos como El arte de la fuga e incluso a cuentos como Victorio Ferri cuenta un cuento, exigir responder a la pregunta ¿Cuánto se le debe a las traducciones al español de Sergio Pitol? requeriría escribir tantas obras como las que ocuparon la Biblioteca de Babel de Borges.
Los títulos traducidos por Sergio Pitol son inagotables, se pueden crear antologías larguísimas y se podría hablar incluso del universo Pitol: Un drama de caza, de Anton Chéjov; El buen soldado, de Ford Madox Ford, La vuelta de tuerca, de Henry James, Emma, de Jane Austen, Las puertas del paraíso, de Jerzy Andrzejewski, El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, Madre de reyes y Cartas a la señora Z de Kazimierz Brandys son algunas de sus traducciones.
Se suman Salto mortal de Luigi Malerba, Dos cartas, de Malcolm Lowry, En torno a las excentricidades del cardenal Pirelli de Ronald Firbank, El ajuste de cuentas de Tibor Déry, La defensa Luzhin, de Vladimir Nabokov y Cosmos, de Witold Gombrowicz.
Y más aún: Robert Graves, Giorgio Basani, Luigi Berto, Elio Vittorini, J. R. Ackerley, y otros como Mijail Bulgakov, Boris Pilniak y Stefan Zeromsky. Quizá, Sergio Pitol, eterno viajero, cartógrafo y narrador de su inagotable memoria, dio un giro a una de las frases perenes pronunciadas ayer en la FILO 2011: si la vida no se cuenta da la impresión de que no existe. Para él, si la vida no se traduce, da la impresión de que no existe.