PALABRA DE ANTÍGONA.- Las contradicciones históricas y sociales, frecuentemente tienen que ver con significados de origen místico o religioso, con las relaciones que la humanidad ha hecho con la naturaleza y aparecen en los calendarios largas historias que nos sirven para reflexionar. No se trata de una simpleza de gusto por las efemérides, sino de cómo vamos contando el tiempo.
En el México de hoy, abril fue la fecha del comienzo harto demoledor de las campañas políticas que a todas y todos nos herirán de muerte, con los millones de spots vacíos de contenidos y los millones de recursos que ahí se invierten.
Voltear a vernos en abril, que no sé por qué me gusta tanto, es en todo caso hilar fino, no olvidar.
Se trata de un mes asombroso, siempre lo pensé, y ahora averiguo que significa apertura, festividad, frescura, vigor, lozanía. Nada que ver con las catilinarias políticas y es también nombre propio de muchas mujeres en el mundo. Pero indagando me doy cuenta que tiene relación con nacimientos emblemáticos y hechos inusitados.
Un 10 de abril de 1789 nació Leona Vicario, la independentista y primera periodista mexicana; el día 15 de 1452 nació el genio Leonardo da Vinci, el 17 de 1695 nació la insumisa Sor Juana Inés de la Cruz y el 19 de 1861, Benito Juárez decretó la Ley de Instrucción Pública para México, dando forma y fondo a nuestro herido laicismo.
Abril el primer mes del calendario Francés hasta 1564, tenía que ver con ese sol de primavera que anuncia vigor y recomienzo. Que anuncia apertura y camino. Por algo nació el 23 de abril de 1564 William Shakespeare, una de las figuras más célebres de la literatura universal que nos llevó a hilar fino sobre las relaciones familiares y puso el dedo en la llaga sobre la libre opción sexual.
Vaya mes, ¿qué historia? en abril el 10 de 1919 fue asesinado por traición el héroe del campesinado mexicano Emiliano Zapata, del mismo modo que el 15 de abril de 1865 fue muerto a mansalva Abraham Lincoln, el presidente de los Estados Unidos que se opuso a la esclavitud humana. También un 18 de abril murió el científico Albert Einstein, quien dijera un día que es más difícil destruir un prejuicio que desbaratar el átomo, y un día 19 murió Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura en 1990. Por algo será, me digo.
Festivo puede resultar que en 1945, el 28 de abril fue asesinado el dictador Benito Mussolini y apenas dos días después se suicidó junto a Eva Braun el otro fascista, Adolfo Hitler.
LAS MUJERES DE ABRIL
Pero un hecho sin precedentes es que abril, en República Dominicana de 1965, un nutrido grupo de mujeres participaron en la Guerra Civil que desató la invasión de Estados Unidos en ese territorio y derrocó al presidente Juan Bosch.
Existe un libro emblemático y testimonial de aquella lucha, escrito por la periodista Margarita Cordero, que he querido recordar por el siempre significado histórico de cómo las mujeres protagonizan los procesos democráticos y alentadores.
La Agrupación política 14 de junio se levanta en armas en las montañas dominicanas declarando la guerra abierta al dictador Rafael Leónidas Trujillo, el mismo que mandó matar a Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, ellas que nos dieron el elemento para nunca olvidarnos de existencia de la violencia contra las mujeres.
En aquel levantamiento guerrillero mueren 32 dirigentes y militantes de la agrupación política. El libro de Margarita, la primera periodista que recuerdo se interrogó sobre el papel de las mujeres periodistas, señala que las mujeres también hicieron abril, no necesariamente armadas.
Y ahí están el detalle y el contexto del papel, de entre otras, Hilda Gautreau, Yolanda Guzmán, Emma Tavárez Justo, Piki Lora y Aniana Vargas, algunas de las caras femeninas que participaron activamente en las acciones de resistencia.
¿Qué hacían? Se dice: tareas tradicionales como organizar el suministro de comida; tareas audaces como entrenarse en el manejo de las armas y luego impartir instrucción a otros combatientes; tareas diversas de logística, como procurar fondos y comida en el interior del país mediante contactos e incursiones fuera de la zona de guerra; servir de correo clandestino, tipificar sangre, organizar la atención a las personas heridas en los hospitales, distribuir documentos, trasladar armas, procurar combustible y enterrar a los muertos. Nada menos.
Como sucede y no quiere recordarse las mujeres pensaban. Por ejemplo con una trayectoria política Piky Lora, Aniana Vargas o Hilda Gautreau, estuvieron en la organización del Movimiento Revolucionario 14 de Junio.
“Consumada la intervención el 28 de abril, la insurrección popular cambió su carácter: se transformó en guerra patria y alentó el crecimiento de la conciencia antiimperialista en vastos sectores de la población dominicana”, plantea Margarita Cordero en su libro publicado en 1985.
Habría que recordar a todas. Porque en estos tiempos de futuras elecciones en todas partes, la ley de la selva viril es siempre existente. Los hombres se resisten a reconocer y se oponen a que las mujeres ocupen los espacios que se han ganado. Las elecciones presidenciales en República Dominica serán el 20 de mayo próximo.
¿Y las mujeres? Acometiendo los obstáculos, como puede recordarse a Aniana Vargas, que combatió en la zona norte en 1965, abriendo el camino constitucional. Yolanda Guzmán sindicalista, fue fusilada por miembros del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) o a Hilda Gautreau que defendió a presos políticos .
He pensando en la inmensidad de líneas que estos días se escriben, algunas vacías, retando a los partidos políticos, otras hablando de eso que poca gente entiende que se nombra como equidad de género. En Mujeres de abril, de Margarita Cordero, las protagonistas explican abiertamente, con lucidez y desgarramiento, la relación entre política y amor impuesta por la ideología de la dominación masculina, aprendida durante el trujillismo, algo más que palabras.
Y este trabajo de vanguardia de la periodista plantea en 1985 un recorrido de las vidas de estas mujeres y examina la moral sexual durante la guerra de abril: “La subordinación social de la mujer tiene cuatro puntos angulares: la producción, la reproducción, la socialización y la sexualidad” y advierte las mujeres no combatieron con el fusil, “hay que deshacer ese mito”, señala porque cuando las entrenaron en la Academia, ya la guerra estaba perdida. Se impuso la negociación política con el invasor. O sea, la ansiada paz no lo es para las mujeres.
La sexualidad de las mujeres fue controlada hasta el paroxismo por los guerreros de abril, las mujeres en el entorno de la Ciudad Nueva -como se nombró- no podían ser más que un instrumento al servicio de la política.
Y afirma: “La represión fue su sino”. Brunilda Amaral, una de las entrevistadas, pinta el amor impuesto por la moral revolucionaria: “cuando, voy a poner mi caso, llegaba mi novio ahí donde yo estaba, tenía que entrar hasta la salita y una compañera se quedaba en el balcón para proteger la moral de todas las compañeras”.
Nada parece distinto, todo tiene un parecido tan procaz que arranca de una la probable y disminuida confianza. Leo despacio como se gasta tinta y papel. ¿Cómo? se preguntan, lo que ya se sabe. Ninguna propuesta de las candidaturas habla de las mujeres, de esas que en conciencia podrían transformar el mundo. Y ello sorprende, como si no lo supiéramos antes porque no hay realmente mujeres organizadas que defiendan con lucidez e inteligencia la llamada agenda de género.
Abril del verbo aprieri (latín) que significa abrir, dejar entrar al sol en primavera, sembrar los caminos de otro modo de vivir, de esperanza, un abril que empieza a pasar y se va, como todos los abriles de cada año. Penélope y el tejido del tiempo, luego de que en México las primeras en pedir la palabra y el voto aparecieron en Zacatecas en 1821 y son restringidas, osadas esposas y parientas, que nos enfrenta a tejer y destejer el tiempo.