A RESERVA.- Sin duda los convencimientos espirituales de la y los candidatos a la presidencia determinarán en buena medida el camino de su actuación política; más aún cuando el Estado laico ha venido deteriorándose desde las propias instituciones hasta encontrar caminos legales que ensanchan las brechas de la confesionalidad.
Es muy difícil, casi imposible conocer con certeza los planes y proyectos políticos de la y los aspirantes; tal vez podamos deducir algunas pautas de su posible accionar a partir de sus frases y eslogan de campaña, y claro, de sus historias y caminos por la vida, que seguramente trascenderán en sus acciones públicas en caso de llegar a la silla presidencial.
En éste sentido se observan con mucha claridad algunos indicios durante la pasarela de aspirantes presidenciables a la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en el marco de su 93 Asamblea Plenaria; claro está que en todos los casos se reflejó la importancia mediática y la consabida inducción de votos que la jerarquía católica influye en nuestra sociedad mayoritariamente guadalupana. Ella y ellos se declararon creyentes y muy laicos, hablaron y expresaron su pensar, atorándose a veces entre lo que debían decir frente al confesor y lo que querían decirle al electorado.
La primera en rendir la consecuente pleitesía fue la panista Josefina Vázquez Mota, la misma que siendo diputada obsequió como regalo de Navidad un iPad, con valor de 12 mil pesos cada uno, a 84 obispos; en ese tiempo Vásquez Mota no abrió la boca y la única explicación del episcopado fue que los obispos son sacerdotes y no guardan ningún voto de pobreza.
Seguramente varios de los beneficiarios de tan singular acto de caridad estaban presentes y aplaudieron a rabiar cuando la candidata soslayadamente se comprometió a que la educación pública se abrirá al adoctrinamiento religioso, argumentando, siempre con una sonrisa imborrable, que la educación puede complementarse en las escuelas con voces diversas que enriquezcan las necesidades espirituales de la niñez, adolescecia y juventud. Eso sí, defendió la laicidad del Estado –pero bien entendida-. ¿Qué tal?
Por supuesto su posición frente a las libertades de la mujer respecto de su cuerpo y sobre las bodas entre personas del mismo sexo dijo que era claro su desacuerdo.
Enrique Peña Nieto candidato del PRI, llegó a la sede religiosa ubicada en Cuautitlán Izcalli, Estado de México, fue el único recibido por el presidente de la CEM, el Arzobispo de Tlalnepantla, Carlos Aguilar Retes.
Es importante puntualizarlo, considerando que siendo gobernador de ese estado, mantuvo una relación privilegiada con la iglesia católica a quien se echó a la bolsa por ésta cercanía muy favorable para los intereses económicos de la prelatura y, por supuesto, para los espirituales del hoy candidato presidencial del tricolor. No hay que olvidar su instrucción católica a cargo del “Opus dei”, cuyo lema es buscar la santidad en el trabajo ¿Será?
Peña Nieto se pronunció por el estado laico y respecto al aborto se manifestó a favor de la vida y la no criminalización del aborto en México, claro que en su elocución suavizó y justificó ante los jueces de conciencia, limitando la libertad de las mujeres, pues dijo que el aborto debería ser la última decisión posible. Una postura muy cómoda que no dice nada, solo que es “algo” que no le interesa gran cosa.
El candidato llamado de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, llegó muy puntual y sonriente a la cita, sin duda alguna nos dio elementos de análisis respecto de temas que al decir de él son “muy polémicos” como el aborto y los matrimonios gay, dijo que de ganar la elección de julio consultaría a los ciudadanos a través de un referendo, si es que el asunto lo amerita. “…no voy a fijar una postura ni a favor ni en contra, voy a ser un verdadero juez, y en esos temas consultaré a la ciudadanía”. Bueno… entonces debería estar buscando un espacio en el poder judicial ¿O no?
Respecto de su visión del Estado laico, se limitó a definirlo sin referir su convicción política; también resaltó que una de las principales razones que explican la actual situación que experimenta el país es la pérdida de valores espirituales, morales y culturales, por lo cual manifestó que en su gobierno se fortalecerán dichos principios.
Muy interesante resulta el papel que le asignó a su esposa Beatriz Gutiérrez, a quien presentó como su enlace con los credos. Pues resulta que López Obrador en una declaración trivial dice ser ecuménico, lo que significa etimológicamente perteneciente al orbe, es decir universal. Ya aplicado este término al concepto socialmente utilizado, se refiere a la unión de todos los obispos de las iglesias del mundo.
El candidato López Obrador se reconoce miembro activo del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), institución de acción pastoral con compromiso ecuménico, que en sus más recientes resoluciones insta a sus miembros a “llevar a cabo acciones concretas de solidaridad” en estos tiempos difíciles; en el mensaje se afirma que “como comunidad de iglesias debemos expresar la preocupación común de las iglesias poniéndonos al servicio de las necesidades humanas, eliminando las barreras que separan a los seres humanos y promoviendo una sola familia humana en la justicia y la paz”.
Los dirigentes de ésta institución condenan “la utilización de cualquier tipo de violencia”, al tiempo que alientan a sus miembros a “no tener miedo y a no perder la esperanza, a promover el amor y el respeto mutuo… suena al candidato de las izquierdas , tal vez mejor calificado como el candidato ecuménico.
El aspirante del Partido Nueva Alianza, Gabriel Quadri de la Torre, aceptó su educación católica e incluso haber sido monaguillo. En su visita al episcopado, se pronunció porque la relación Iglesia-Estado se mantenga como hasta ahora, es decir, que haya una separación que respete las libertades. No estoy a favor del aborto pero tampoco por la criminalización de las mujeres que se ven en la necesidad terrible de interrumpir su embarazo, respecto de las bodas gay dijo estar a favor de las decisiones afectivas de cada persona.
El ejercicio público que debe regir la actuación de los gobernantes frente a los gobernados siempre que actúen en ejercicio de sus legítimas potestades públicas y según lo que la ley establezca.
En este sentido es comprensible la urgencia con la que legisladores de todos los partidos, por acción u omisión aprobaron la reforma constitucional al 24, flexibilizando la laicidad que permita dar cuenta a la confesionalidad, a la imputación de pecado y penalizando, por ende, el ejercicio de las libertades ciudadanas que atentan contra el dominio todo poderoso del Estado actual.
Gane quien gane el retroceso será más o menos pero será. La apuesta es cómo lo detenemos y cómo defenderemos los logros libertarios.
Feminicidio, 60 años de cárcel
Bien, muy bien por las feministas que son las verdaderamente responsables de este logro, que implica muchos años de lucha perseverante para alcanzar la justicia que en principio se está reconociendo con la tipificación del delito de feminicidio que lo comete quien prive de la vida a una mujer por cuestiones de género, cuando la víctima presente signos de violencia sexual, se le hayan infligido lesiones degradantes o haya antecedentes de violencia en el ámbito familiar.
También cuando haya existido “entre el activo y la víctima” una relación sentimental, afectiva o de confianza, que haya habido amenazas, acoso o lesiones del sujeto activo contra la víctima, o que su cuerpo sea expuesto o exhibido en un lugar público.
Ahora toca a los estados que han dilatado intencionalmente la iniciativa para que se legisle las reformas pertinentes en cada Código Penal y Procesal Penal y en todo caso se armonicen las leyes adecuando o incluso mejorando los supuestos jurídicos en la tipificación de este nuevo delito que por si mismo es agravado y circunstancialmente castigado con mayor penalidad.
Hasta ahora, sólo nueve de las 32 entidades del país tienen tipificado el feminicidio en sus códigos penales: Colima, Distrito Federal, Estado de México, Guerrero, Guanajuato, Morelos, San Luis Potosí, Veracruz y Tamaulipas; habrá que ajustar la redacción y el contenido para alcanzar una mayor eficacia en el procedimiento que aplique la intencionalidad y culpabilidad sin dar rescoldos jurídicos que permitan liberar a los feminicidas; sigue tocando a las mujeres revisar y vigilar el debido proceso y el cumplimiento de la pena.