La historia de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) no puede escribirse en blanco y negro, de grupos buenos contra grupos malos; no se limita al recuento de actos heroicos, pero tampoco se explica como la sucesión de puras corruptelas.
Desde las aulas universitarias han surgido muchos profesionistas que se desenvuelven en los diversos sectores productivos de Oaxaca y del país, otros más han seguido el camino de la academia, han obtenido posgrados en universidades del país y del extranjero, y trabajan en la proyección de nuestra universidad hacia el exterior.
En la coyuntura de sucesión por la rectoría que conduce a las elecciones del próximo 14 de mayo, es preciso pensar más allá de los adjetivos que desprestigian a la UABJO, que abundan en los medios informativos y que circulan en los pasillos de la propia universidad; más allá de calificativos que desdeñan el esfuerzo y entusiasmo de muchos académicos que se desenvuelven de tiempo completo en la docencia, en la investigación y en la vinculación, que participan en el Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT, y en otras redes académicas nacionales e internacionales.
Ante el bullicio de las campañas de los candidatos a la rectoría, de frases hechas, discursos vacios y la circulación de calumnias, los “peros” y las objeciones para cada uno de los candidatos y de sus aliados están a la orden del día. Como ocurre en las campañas electorales del sistema político, en la universidad los adjetivos fáciles y la guerra sucia empañan cualquier apreciación y dificultan el análisis adecuado del proceso y de las opciones.
Es importante considerar también que la sucesión por la rectoría es una oportunidad para promover ejercicios de formación cívica de los estudiantes, considerando las ventajas del actual sistema electoral de la UABJO; independientemente de sus aspectos obsoletos, de las objeciones a la noción de “democracia” en donde vale lo mismo el voto de un estudiante preparatoriano que el de un profesor con alto perfil, situación que se ve en muy pocas universidades del país.
Con sus “peros”, así como está, la actual Ley Orgánica habrá de definir el rumbo inmediato de la universidad. Luego entonces, las elecciones pueden considerarse como una oportunidad para desarrollar estrategias creativas para alentar propuestas, compromisos y responsabilidades colectivas, por encima de las descalificaciones entre los actores y de las formas tradicionales de control de los diversos sectores que han llevado al encono entre grupos y al consiguiente divisionismo entre universitarios.
Querer centrarse en el análisis puro de la propuesta resulta engañoso, puesto hasta los mejores planteamientos pueden enmascarar a personajes vinculados a intereses personales y de grupo, por lo que toca a los universitarios revisar con detenimiento ¿quién propone qué? ¿Cuál es la historia de ese quién en la vida universitaria? ¿Cuáles han sido sus alianzas y sus posturas en los momentos de desestabilización de la UABJO?
Para los escépticos nadie se salva; todos los aspirantes parecen iguales, todos tienen alianzas incomodas, todos hablan de lo mismo, del rescate académico, de querer erradicar el porrísmo aún cuando hayan participado en su promoción; dicen que la corrupción está en todos lados, con unos más, con otros menos, etcétera.
Aunque también existen grupos de universitarios que han permanecido alejados de las prácticas corruptas, que tienen trayectorias de honestidad y compromiso con las mejores causas de la universidad. De universitarios que en momentos como éste, insisten en que no todo es negro y de que es posible construir una universidad distinta, más moderna; otras universidades han demostrado que en las crisis es posible salir adelante, como la UNAM, la BUAP o la U de G.
La coyuntura que se abre en la UABJO es una oportunidad para la construcción de un liderazgo distinto a los tradicionales, como el de Josefina Aranda Bezaury, quien articula una plataforma participativa e incluyente, y de defensa de la universidad pública. Quienes conocemos a Josefina sabemos de su compromiso con las luchas sociales, con la equidad de género, con la defensa de los derechos humanos, y en general con las causas populares.
No es casual la participación de Josefina en la formación de redes solidarias y en procesos internacionales de gestión para una economía sustentable y de comercio justo. Sus aportes han sido académicos y en el campo del activismo social; su formación está alejada del ostracismo de las oficinas burocráticas que únicamente ven hacia dentro.
La tarea que emprende Josefina no es sencilla, se enfrenta a las descalificaciones de quienes ven en ella una amenaza a sus intereses, afortunadamente existen muchos universitarios dispuestos a participar, proponer y cambiar, que anteponen la circulación de ideas nuevas y propositivas.
En momentos como éste, la “neutralidad” también es una postura; la neutralidad favorece la inacción para permitir que los demás tomen decisiones del rumbo de la universidad, cuando se trata de abrir un margen para su reencauzamiento académico, para frenar la politiquería y la desestabilización, que le han hecho mucho daño a nuestra universidad.
No se puede ser neutral cuando se identifica con claridad a los grupos que han mantenido a la universidad en el nivel más bajo para vivir de su presupuesto y que se organizan para seguir haciendo lo mismo. El hecho de insistir en permanecer al margen, constituye un ejercicio de simulación para acomodarse de la mejor manera con quien resulte ganador. La “neutralidad” es una postura de cálculos oportunistas.
El trabajo de lo que se avecina para la UABJO no depende de una sola persona, sino que es una responsabilidad colectiva, de todos quienes integramos la comunidad universitaria, para levantar anclas y poner a la UABJO en movimiento, a la altura de las mejores universidades del país y participativa en los cambios globales. Oaxaca lo exige.
*Investigador del IISUABJO
sociologouam@yahoo.com.mx
