A RESERVA.- Las fiestas de la Guelaguetza cumplirán 80 años en julio próximo y la celebración será bajo el toldo desgarrado que nos hace observar a año y medio al gobierno del cambio y hacer una comparación simbólica entre la triste y destruida velaria y un gobierno que reconoce, por un lado, la ingobernabilidad y su incompetencia para alcanzar consensos mínimos y, por otro, continúa con harta enjundia el culto a la personalidad del “señor gobernador”.
Durante meses y meses el techo del auditorio fue reconocido como el monumento a la corrupción, con sobrada razón, a pesar de la oposición social, el nuevo gobierno se empeñó en instalar la velaria, argumentando una y mil razones de carácter legal y presupuestario, eligiendo sin concurso un nuevo proveedor.
Netzahualcóyotl Salvatierra, el rico empresario constructor habilitado secretario de SINFRA aseguró que todo estaba perfectamente calculado y revisado por peritos expertos en la materia. ¿Qué pasó? ¡Qué se les cayó!
Como se han caído las expectativas que implicaban no solo el cambio sino la transición, la verdadera y palpable transición democrática.
Bueno, al igual que la velaria queda uno que otro pedazo, pedazos que se sostienen con alfileres y que el gobierno, este de la paz y el progreso, no han sabido remendar en beneficio de las y los oaxaqueños, que ven con desesperanza y enojo, con mucho enojo, el tejido social desgastado, fracturado y sienten como una burla insultante los eventos mediáticamente exaltados que no redundan en beneficio alguno para la población.
El hasta ahora fallido intento denominado “Acuerdo para la gobernabilidad” –que ha resultado como las llamadas a misa en pueblo hereje, por inconsistente y francamente mañoso-., considerando que en una actitud ambigua, por un lado, tiende la mano dadivosa con algunos grupos rijosos, apostando a mantener la vela en pie, y por otra, en una actitud arrogante y muy poco inteligente, anula de facto la opinión de grupos y asociaciones que cuestionan sus acciones y omisiones.
Que difícil abrigar Oaxaca cuando los ganchos que tejen la estructura del gobierno responden a tantas manos, unos usando la derecha con singular torpeza y otros que destruyen queriendo presumir con la izquierda el tejido fino.
Lo cierto es que hoy por hoy Oaxaca esta descobijada con tremendos hoyos que crecen con el vaivén sin rumbo de una política que no acaba de ensartar los hilos que remienden los grandes males de antes y los de ahora.
La ciudadanía que creyó que su participación revestiría
–ahora sí- la democracia en un gobierno ciudadano, un gobierno que dijo “mandaría obedeciendo”, un gobierno que consultaría la opinión del pueblo; ahora está desencantada. Oaxaca no encuentra el camino, el gobierno no da luz y la sociedad va empujándose, con intereses extraviados y muchas veces confrontándose.
Sin embargo, el gobernador Cué Monteagudo todavía cuenta con uno que otro sujeto de la llamada sociedad civil que alza banderas y esgrime espadas justicieras en nombre del “poder ciudadano”, un poder casi exiguo y cooptado frente al poder partidario que sigue desenfrenado, que como buitres pervierten y se devoran unos a otros cual carroña.
Resultaría interesante descubrir los coeficientes políticos que determinan las acciones del gobernador Cué Monteagudo en razón de la ciudadanía y sus diversos intereses; cómo resuelve o a quién escucha cuando decide dar importancia algún grupo o desecharlo de plano.
En qué momento un personaje es ventajoso o se vuelve incomodo ¿Habrá algún criterio? Más parecen ocurrencias o desvaríos anímicos.
Algunos ejemplos:
PROAX , asociación civil dirigida por el artista plástico, oaxaqueño de fama internacional, Francisco Toledo, y muchas más personalidades del ámbito cultural e intelectual, emplazó a Cué a cancelar la construcción del distribuidor vial de la ciudad capital argumentando, desde febrero pasado, la ausencia de concurso y licitación legal, rechazando el proyecto arquitectónico; al parecer en esa ocasión convencieron al dispuesto gobernador quien ordenó al secretario de las Infraestructuras detener la obra.
Lo francamente oscuro y retorcido es que después de una campaña mediática –por supuesto con el fin de desacreditar su oposición a dicha obra–, que “destapa” el silencio omiso e inacción de Toledo y su grupo, en los mamotretos de remodelación francamente ofensivas que hizo el multimillonario Alfredo Harp en San Pablo y las que ahora mismo hacen en diferentes iglesias del centro histórico; situación que ha confrontado a personas y sectores oaxaqueños que difícilmente abonará a esa caraqueada “gobernabilidad”.
El procedimiento de elección de las instancias de dirección de la tan repiqueteada Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca -–tan largo el nombre como la serie de irregularidades que arrastra–.
Desde la reforma constitucional, la ley reglamentaria como el supuesto proceso de elección, suponían un ejemplo de participación ciudadana; diversas organizaciones hicieron la tarea, se esmeraron, bruñeron sus diferencias y el gobernador, entonces, se ufanó de su cercanía con la sociedad, se aprovechó de quien actuó en su legítimo derecho de participación democrática.
Pero asestó tremenda puñalada trapera para entregarle en charola de plata la oficina del Ombudsman a quien solo representa intereses lóbregos del pasado y el pago de complicidades insanas.
Por supuesto la respuesta de estas mismas agrupaciones que fueron sus aliadas, ahora son sus más recias detractoras.
¿Qué cara presenta Cué Monteagudo ante la sociedad?
Una declaración y otra, un convenio y otro, un decreto y otro.
Muchas visitas de alto rango, suntuosos eventos, pomposa publicidad. Solo eso, que no se traduce en acciones claras y contundentes, que cada día que pasa, cada semana, cada mes, suenan más a escarnio, a desgobierno, a ingobernabilidad, a ingobernanza. Nuestro techo se rompió.
¿Podemos creer que en Oaxaca la violencia hacia las mujeres está disminuyendo por la sola declaración de que este año sería el de la NO violencia contra las mujeres?
Que ocurrencia siniestra, cuando las familias de 117 asesinadas no encuentran justicia, cuando la violencia en las escuelas llega a grados de violaciones a estudiantes como sucede en los CECYTE del Estado, cuando los médicos sobrepasan la ética médica y los derechos a la salud sexual y reproductivos de las mujeres no se garantizan; cuando la impunidad supera todos los excesos si de mujeres se trata. Parece que no le importa al gobernador incluir a las mujeres en su acuerdo de gobernabilidad.
Y las organizaciones en defensa de la diversidad sexual y contra la homofobia ¿estarán incluidas en su acuerdo de gobernabilidad?
Será que ahora sí se va impulsar en el congreso local la ley contra la discriminación –también resultado del esfuerzo ciudadano– que por cierto va a cumplir un año que se anunció con estruendosa publicidad; entonces como ahora se firmó un acuerdo con el presidente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, Ricardo Bucio Múgica.
Otro discurso, más promesas, otro decretazo y nada, nada se concreta, nada es verdad.
Qué decir del triste destino del padre Solalinde, defensor de los derechos humanos de migrantes, el defensor no puede ser protegido por el Estado, ni poniéndole guaruras, y el mismo Estado –inaudito– le tramita asilo en el país del norte. Qué podemos esperar las y los ciudadanos comunes en cuanto a la garantía de seguridad, libre expresión y tránsito en Oaxaca, responsabilidad absoluta del gobierno democrático.
Esto es ingobernabilidad.
Los amores y desamores del gobernador muestran con claridad la falta de solidez en la línea política y sus desajustes anímicos ante personajes y grupos que responden de acuerdo a sus alcances y en la medida de sus influencias.
Los devaneos políticos tienen consecuencias mediáticas, unas más graves como la última publicación sobre Oaxaca y su gobierno en la revista Proceso, cuando en algunos números anteriores habían ponderado con francas alabanzas las actuaciones del mismo gobernador Cué.
Pobre gobernador, en manos de su tutor político, al que los hilos se le enredaron, por mover con tanto brío su mano derecha y en manos de la izquierda que en Oaxaca teje al revés, la gobernabilidad se le va cada vez más lejos y Oaxaca con la capota resquebrajada, como la velaria.