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Observación en regiones indígenas

Diseñada originalmente para vigilar el cumplimiento de la legislación, inhibir la comisión de irregularidades y garantizar el respeto al sufragio, la observación electoral ha sufrido importantes cambios, tanto por una mayor democratización, como por procesos de institucionalización de los órganos electorales.

Con mayor o menor énfasis, la observación electoral tradicional se centra en: 1).- El acceso y las limitaciones para la representación política; 2).- La relación entre las instituciones (incluidos partidos políticos) con la ciudadanía; y, 3).- La relación de las instituciones entre sí. Sin embargo, sus limitaciones se evidencian ante la cada vez mayor sofisticación de los actores políticos para evadir la ley o la irrupción de nuevas situaciones, como el uso de redes sociales o las recientes movilizaciones juveniles.

Ello da una idea de lo complejo que significa seguir procesos basados en una concepción distinta a la liberal y fundados en identidades étnicas y culturales: la observación electoral en y desde los pueblos indígenas.

Es de resaltar los esfuerzos institucionales para coadyuvar a la comprensión de estos procesos. Una muestra es el panel Observación Electoral desde la perspectiva de los Pueblos Indígenas, organizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el marco del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, hace un par de semanas en Nueva York.

Se presentaron las experiencias de Guatemala y Ecuador. De México se analizó el nuevo trato del Tribunal Electoral federal a la demanda de autonomía de los pueblos indígenas en el caso de Cherán, Michoacán, cuyo reconocimiento a su derecho a elegir a sus autoridades municipales por “Usos y Costumbres”, confirma la existencia de dos sistemas electorales: el de la democracia representativa y el de los sistemas normativos indígenas; y la experiencia de Oaxaca, que reconoce desde 1995 ese derecho, que 418 municipios emplean para elegir a sus gobiernos locales.

Con todo, hay limitaciones para observar la participación indígena tanto en comicios estatales, como en la elección, con sus propias reglas, de sus gobiernos locales, en razón de cinco aspectos:

I.- Una imagen frecuente en municipios de Oaxaca, es la de hombres y mujeres en una asamblea, donde debaten por horas y votan a mano alzada para elegir a sus autoridades locales; y de ahí pasan a depositar su voto secreto y directo, para la elección de diputados o gobernador. Es la coexistencia de dos formas distintas, hasta encontradas, de ver el mundo y de concebir y ejercer la ciudadanía. Pero, por lo regular, la observación de estos procesos se hace sólo con la lente liberal.

Obvio es que se distorsione lo que se ve y se obstaculice el establecimiento de vasos comunicantes entre ambos sistemas.

II.- En las comunidades indígenas se acude a la plaza pública como miembro de la colectividad, antes que como persona individual; el cumplimiento de obligaciones antecede al ejercicio de derechos; por tanto, la elección de sus autoridades, es sólo una parte, no siempre la más importante, de su sistema de organización.

Sus sistemas organizativos abarcan toda la vida en comunidad: la fiesta y rituales que les dan identidad; el trabajo colectivo; la deliberación pública; la relación con la tierra; la composición familiar; los servicios a la colectividad, entre otros aspectos. Observar sólo lo electoral, conduce a ver la superficie y no la esencia del sistema; confundir manifestaciones con causas y relativizar lo que ahí acontece.

III.- En Oaxaca, la institución municipal agrupó en una unidad artificial a autonomías comunitarias. Procesos diversos, como la descentralización de los recursos federales, han llevado a conflictos entre comunidades subordinadas a la cabecera municipal y ésta. Otros factores sociales, polítocos, agrarios, inciden en las elecciones. Por tanto no puede hacerse una observación electoral sin considerar el contexto socio-histórico.

IV.- Equidad de género y autonomía se presentan como antagónicos. Lejos de ser excluyentes se complementan, como se demuestra en los municipios oaxaqueños con una incorporación paulatina, si bien aún insuficiente, de las mujeres a los espacios de decisión y la defensa femenina de su identidad indígena. Toda observación tiene que incorporar la perspectiva de género.

V.- Emplear una lente monofocal y liberal, resulta insuficiente para ver más allá de la superficialidad. Una observación electoral desde la perspectiva de los pueblos indígenas requiere una lente intercultural, que antes de descalificar o pontificar los hechos, aguce los sentidos y empleé herramientas que permitan comprender los procesos electorales. Sólo el diálogo intercultural, permitirá el respeto a la diferencia y la defensa y coexistencia de la diversidad, que es parte de la fortaleza de nuestro país.

*El autor es consejero del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca.

 

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