OAXACA, OAX., junio 18.- Nos causa tristeza la pérdida del Vocero por mucho tiempo de la Diócesis, pero desde la fe sabemos que está más cerca de Dios; esperamos que sea nuestro vocero y conceda a Oaxaca la reconciliación, justicia y paz, señaló el arzobispo José Luis Chávez Botello al oficiar una misa de cuerpo presente en honor del fallecido presbítero, Daniel Quiroga Dorantes.

La misa se efectuó este domingo por la tarde en el templo de la Sangre de Cristo en la Ciudad de Oaxaca, donde no tenía mucho tiempo el padre Quiroga Dorantes de haberse hecho cargo de esta parroquia, después de muchos años de prestar servicios sacerdotales en el templo del ex Marquesado.

El arzobispo Chávez Botello, en su homilía y ante cientos de personas que acudieron a despedir los restos mortales del padre Daniel, dijo: nos duele su muerte repentina y nos solidarizamos con sus familiares.

Pidió al Señor le conceda el gozar del cielo de su gloria y agregó: celebramos la pascua y celebramos también la pascua del padre Quiroga, quien fue uno de los sacerdotes que formaron una generación de clérigos en situación social que se desarrolló con muchas carencias.

Vivieron los retos ante problemas en comunidades aisladas y realizaron su ministerio contra la corriente, con muy pocos recursos económicos, ahí ejercieron la encomienda que el Señor había depositado en ellos, fue una generación de sacerdotes que llevaron la palabra de Dios.

Definió al fallecido como un sacerdote fiel, bueno y preocupado en mantenerse unido a Dios y se mantuvo unido a Jesucristo.

Chávez Botello pidió fortaleza en etapas de ataques que sufre la iglesia católica, y con la presencia de varios sacerdotes despidió e impartió la bendición al féretro donde permanecían los restos del padre Daniel Quiroga Dorantes, conocido y respetado por también una generación de comunicadores, cuando se desempeñó por muchos años como vocero de diócesis de Oaxaca.

El padre Quiroga murió el sábado alrededor de las 11:00 horas a consecuencia de un paro cardiaco y sus restos serán incinerados, para posteriormente depositar las cenizas en un lugar de la Catedral, donde permanecen reliquias de otros clérigos fallecidos.