OAXACA, OAX., julio 23.- El Cerro del Fortín al tope máximo. Ni un alma más. Todos gozan. Sonríen. Aplauden. Comentan, y algunos con más sentimiento, lloran. Es la primera presentación matutina de la Guelaguetza, fiesta de hermandad y tradición que en este 2012, cumple 80 años del homenaje que hicieron las regiones a la Ciudad de Oaxaca de Juárez por los 400 años de su fundación.
Desde la cima del coloso del Fortín, la Guelaguetza se ofrece al mundo, como desde hace ocho décadas, en un espectáculo de música y color que duró más de tres horas y media.
Como antaño, desde temprana hora, incluso aún de madrugada, familias enteras, en caravana, a pie o en vehículo, comienzan a llegar a la Rotonda de la Azucena para admirar la máxima fiesta folclórica de México y Latinoamérica. “Córrele, córrele para ocupar un buen asiento”, dice un jefe de familia a un joven adolescente.
Familias oaxaqueñas, turistas de México y el mundo, con vivas y porras se unen en una sola voz para gritar al mundo entero ¡Oaxaca! ¡Oaxaca! ¡Oaxaca!, ¡Oaxaca!. Con sus sombreros en alto y con el Dios Nunca Muere en los labios, los oaxaqueños demostraron la paz y la tranquilidad que se vive en nuestra entidad, que día a día trabaja para salir adelante.
Más que puntual a la cita, el Gobernador Gabino Cué Monteagudo arriba 15 minutos antes, junto con su esposa Mané Sánchez Cámara, y la Diosa Centéotl, Evelyn Acosta López. ¡Arriba la Guelaguetza! gritaban, cuando el Ejecutivo Estatal se fue a ubicar como un oaxaqueño más en el palco B, junto a la señorita que representa a la Diosa Centéolt 2012, así como el secretario de Turismo y Desarrollo Económico, José Zorrilla de Sanmartín Diego, entre otros funcionarios y personalidades.
Frente a la ciudad de Oaxaca de Juárez, y ante la majestuosidad del Templo de Santo Domingo de Guzmán, construido por los frailes dominicos entre 1551 y 1608, la fiesta comienza tan puntual como un reloj inglés.
A las 10:00 horas, la voz de las fiestas de los Lunes del Cerro, Gustavo Pérez Jiménez da la bienvenida a todos los presentes. “Que su estancia en Oaxaca sea placentera y disfruten esta fiesta del pueblo de Oaxaca”, dice, mientras una ola humana se extiende en los gradas A, B, C y D.
Hay aplausos. Silbidos de júbilo. Risas. Y para guardar este grato recuerdo, flashes de cámaras brillan como pequeños espejos de hojalata para captar el mejor momento.
A las 10:05 comienza la máxima fiesta con el himno a la Diosa Centéotl, representada por Evelyn Acosta López, de Loma Bonita. Como toda una divinidad, la joven atraviesa la Rotonda de la Azucena y extiende los brazos en señal del buen recibimiento a familias oaxaqueñas, turistas de México y otras partes del mundo.
Luego, el sonido inigualable de las flautas y chirimías de los Chinas Oaxaqueñas hacen presencia. El Jarabe del Valle retumba en todo el escenario. Es la antesala a las demás delegaciones que inician así su participación.
“Las Chinas Oaxaqueñas son únicas”, dicen unos. “No, las de Pinotepa Nacional son las mejores contestan otros”, mientras que las mujeres danzantes, con canastos de flores y vestuario multicolor bailan al ritmo del Jarabe del Valle, acompañadas por monos de calenda.
Con un Sol apacible y una mañana despejada, Huautla de Jiménez abre plaza con la “Tortolita Cantadora”. Desde la Sierra Mazateca arriban mujeres y hombres guardianes de la Cañada, tierra de la legendaria oaxaqueña María Sabina.
Comienzan a bailar y al término reparten su Guelaguetza a los asistentes, quienes intentan a toda costa tomar cada uno de los presentes. Unos con las manos y otros con sus sombreros.
El majestuoso cerro del Zempoaltépetl se alza con la delegación de Villa Hidalgo Yalalag. Orgullosos de la Sierra Norte, mujeres y hombre bailan sus sones y jarabes. Son las 10:30 de la mañana y el Auditorio Guelaguetza a todo lo que da, que de acuerdo con el Instituto Estatal de Protección Civil y la Secretaría de Seguridad Pública son alrededor de 12 mil personas presentes.
Las yalaltecas ataviadas con su huipil de manta hecho a mano y ellos, con su camisa y pantalón de manta, exponen su cultura con sus danzas y artesanías que regalan al público.
La banda de música contagia a todos. Hombres, mujeres y niños aplauden y se unen en una sola alma para disfrutar de la máxima fiesta cultural de Oaxaca.
Después, la tierra que vio a nacer al más ilustre de los oaxaqueños, Don Benito Juárez, se hace presente con la delegación de San Pablo Macuiltiangis. Su tan atractivo y único “Torito Serrano” -que representa la lucha entre el hombre y la mujer- levantan carcajadas y aplausos de los asistentes.
Luego, la soberbia hermosura de las mujeres del Istmo de Tehuantepec arranca suspiros con la representación de El Espinal. Y no es para menos, pues sus mujeres, con sus trajes de gala de vistosos colores, adornadas con joyas de oropel y su místico esplendor, cautivan a los visitantes, que aplauden y se regocijan con la “Cerrada de Baúl” y “Boda Religiosa”.
Son las 11:20 y aparece la mayordomía con Tlacolula de Matamoros, representando la boda en los Valles Centrales, en particular en esta región, para después contagiarse con la fiesta que genera las notas del Jarabe del Valle.
El momento solemne llega a las 11:40 con la delegación de Huajuapan. Al ritmo de la Canción Mixteca, los miles de asistentes, incluyendo el gobernador y sus invitados, se pusieron de pie y ondearon el sombrero. Al inicio y al final de este himno, surgieron los gritos unánimes: ¡Oaxaca!, ¡Oaxaca!, ¡Oaxaca!, ¡Oaxaca!
¡Oh tierra del Sol, suspiro por verte y ahora que lejos yo vivo sin luz, sin amor. Y al verme tan solo y triste cual hoja al viento, quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento!
son los versos del oaxaqueño José López Alavés, que ocasiona el llanto en algunos rostros.
Gallardos y guardianes celosos de su cultura, la pareja de danzantes rompe el escenario con esta inigualable danza, que por décadas han engalanado las fiestas de la Guelaguetza.
Enseguida la emblemática Danza de la Pluma ejecutada con solemnidad, con ágiles pasos trazando la coreografiada geometría del caso, venida de San Martín Tilcajete, mientas una mujer elabora un alebrije con sus delicadas manos demostrando que esta actividad es la que se desarrolla en esta localidad de los Valles Centrales.
En esta primera presentación también cautivó la delegación de Villa Sola de Vega con sus sones y la versada, así como la Chuparrosa de Santiago Apóstol, Ocotlán.
¡Ya llegaron los de Ejutla! retumba en el Auditorio del Fortín, cuando se escucha la algarabía y versos de esta delegación de los Valles Centrales, que hace presencia con hombres portando sus morrales y machetes, enamorando a sus mujeres con versos pícaros y pasos bien marcados.
Y luego las hermosas mujeres de Pinotepa Nacional, donde sus bellas mujeres adornan la Rotonda de la Azucena para deleitar al público con sus chilenas y versos.
Después las mujeres del Papaloapan, representantes de San Juan Bautista Tuxtepec, de Usila, Soyaltepec, Jalapa de Díaz, yendo al frente y atrás, en un vaivén rítmico, diríase exacto, que levantó el aplauso, avivando más el fuego de la emoción con el fuelle de los aplausos, 30 jovencitas que captaron la emoción del público.
Era espléndido el retumbo causado por los gritos, el imparable ajetreo del aplauso, el gozo expresado en los miles de rostros venidos de todos lados, de la vecina Puebla, del Distrito Federal, del Norte y más allá, de una multitud incansable que disfrutó una Guelaguetza como no se había visto en los últimos años.
Cabe mencionar que la primera Guelaguetza de la época moderna se realizó el 25 de abril de 1932.