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Elba es lo de menos

El encarcelamiento de Elba Esther Gordillo y el descabezamiento del SNTE constituyen un tema que ha generado mucha tinta, aunque el riesgo es quedarnos con el espectáculo de la política mediática y en exagerar el personalismo de la dirigente sindical, sin considerar el problema de fondo, la estructura sindical.

Hasta ahora, las acusaciones contra Elba se limitan a su enriquecimiento con recursos del sindicato a partir de una investigación iniciada en diciembre del 2012, sin embargo nada se ha dicho de su participación en el uso de recursos económicos en las campañas electorales, aún cuando las denuncias al respecto vienen de mucho tiempo atrás. No podemos olvidar que el SNTE ha fungido como maquinaria electoral, primero al servicio del PRI, luego del PAN y nuevamente del PRI.

En el debate que se esta dando, los más optimistas llevan el personalismo de Elba al extremo y opinan que por fin, los maestros podrán respirar, que se acabó una era de corrupción y sometimiento de los trabajadores de la educación y que a partir de ahora tendrán plena libertad de decidir sus formas de organización, participación y representación.

¿Será? ¿ Podrán los maestros sacudirse la lápida corporativa? ¿podrán deshacerse de sus líderes charros al servicio del poder, de la red de complicidades, coacciones y subordinaciones? ¿se acabará el sistema de privilegios de los líderes? ¿se desarticulará esa maquinaria de compra y venta de voto? ¿se dará prioridad a la cuestión educativa?

Con una buena dosis de realismo, la respuesta no es optimista. Las personas pueden ser sustituidas pero ello no implica el desmantelamiento de la corporación, al contrario, el PRI sabe muy bien de la utilidad del sindicalismo charro. Una cosa es la propuesta de cambios enunciada en la reforma educativa y otra muy distinta, el instinto de conservación del poder político. No hay que perder de vista que en México siempre hay elecciones en puerta.

La tarea de separar asuntos políticos de los educativos es difícil si consideramos que el sistema educativo mexicano nació politizado, que su columna vertebral es el corporativismo de los maestros agrupados en el SNTE, el sindicato más grande de América Latina, y que desde su creación el gremio ha tenido un vinculo estrecho con los gobernantes en turno.

Con los gobiernos priístas, el vínculo fue de subordinación y con los gobiernos panistas, de Vicente Fox y Felipe Calderón, la dirigencia sindical, particularmente Elba Esther, se colocó por encima de los propios presidentes, gracias a la operación del SNTE como maquinaria electoral en la cosecha de votos.

En una colaboración anterior, en noviembre del año pasado, mencioné que el momento actual recuerda el año de 1989, cuando ocurrió la salida de Carlos Jongitud Barrios, después de 17 años en la dirigencia del gremio magisterial; el ascenso de Elba Esther se dio en medio de argumentos morales para no permitir los cacicazgos y alentar la renovación de los sindicatos. Esto nunca ocurrió.

Elba es lo de menos, alguien más vendrá a sustituirla, pero seguramente con los mismos modos. Lo más importante es el desmantelamiento de la estructura y la verticalidad de su organización. ¿El PRI se atreverá? La pregunta es terca y la respuesta sigue siendo negativa, ya que hasta el momento no hay indicios del desmantelamiento del SNTE sino de su subordinación.

La independencia de los maestros del SNTE depende que el PRI en el gobierno lo permita, lo que es difícil, puesto que el sindicalismo charro constituye uno de los cimientos del poder político en México; el SNTE y otros sindicatos de ese tipo son los alfiles de las próximas jugadas electorales. Su eliminación seria una especie de autoatentado al propio régimen.

La clase política priísta no puede darse el lujo de “democratizar” y dar autonomía, o más bien dicho, dejar sueltos a más del millón 200 mil afiliados que registra el SNTE. Seguramente la operación que viene es el sometimiento de los disidentes. Ya se ha anunciado “que para evitar una rebelión magisterial por la captura de Elba, el Gobierno federal tiene en su poder los expedientes financieros de los secretarios generales del SNTE y amenaza con investigarlos” (Agencia Reforma/ Noticias 1/03/13).

Nada mas lejano a la realidad que pensar en la independencia de las secciones sindicales, ni la desestructuración del SNTE como aparato electoral; no conviene esto a los operadores políticos del Presidente. Tampoco estarían dispuestos a permitir mayor margen de acción para la disidente, la CNTE, con fuerza en Oaxaca, Guerrero y Michoacán. Cabe insistir que al sistema establecido, la CNTE resulta más riesgosa que el SNTE.

Es importante no quedarnos con el acontecimiento de la detención de Elba Esther restringido a mero espectáculo del momento y que después, en el SNTE se nombre una nueva dirigencia a modo para la operación política que sigue, retomando las reglas de la reconstrucción autoritaria y el reparto patrimonial de posiciones.

La historia es una necia que no se cansa de repetir.

sociologouam@yahoo.com.mx

 

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