OAXACA, OAX., septiembre 19.- Hace 28 años, en un jueves como hoy, la Ciudad de México cambió la vida de millares de capitalinos en cuestión de segundos. Un terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter, registrado a las 07:19 horas, sorprendió a quienes a esa hora se dirigían al trabajo o a la escuela.
Era un amanecer como todos los días el de aquél jueves negro. La madre tierra se sacudió en forma brutal ocasionando la caída de grandes edificios cuyas estructuras no soportaron el movimiento telúrico que cobró miles de víctimas, entre ellos dos oaxaqueños: el licenciado Ricardo Hernández Casanova y el joven periodista Antonio Mejía.
En este 2013, a 28 años de distancia, aun viven personas que sufrieron los estragos del terremoto, al igual que deudos de quienes perdieron la vida, muchos de ellos bajo los escombros de las grandes moles de cemento y concreto que no soportaron lo intenso del movimiento telúrico y se viniendo abajo.
El jueves 19 de septiembre de 1985 lo recordamos como la inesperada sacudida que alteró el diario vivir de una gran urbe, la Ciudad de México, con millones de habitantes llegados de todos los rumbos del país. Imperó la impotencia porque la madre naturaleza impuso, mostró su fuerza y cobró un elevado número de muertes que 28 años después no se sabe a ciencia cierta.
Fue y sigue siendo un día inolvidable. Han pasado generaciones de mexicanos que recuerdan con pena, dolor y tristeza aquel fatídico jueves negro del 18 de septiembre de 1985.
