OAXACA, OAX., abril 23.−¿Qué puede esperarse de un diálogo entre la segunda y tercera generación del arte chicano de Texas, Estados Unidos, y del arte oaxaqueño actual? La respuesta vendrá en la exposición Tex-Oax-Oax-Tex que será inaugurada el viernes 2 de mayo, a las 12 horas, en el Centro Cultural Universitario (CCU) de la UABJO.
Mientras, se expone aquí un adelanto de algunas de las miradas que participarán en este encuentro inédito en la historia reciente de la ciudad capital.
La pregunta sobre la que se parte es sencilla: ¿qué tan global es el arte? Sólo que al plantearla ante dos identidades tan similares por su origen pero tan disímiles por su conformación y dimensión, se torna sumamente compleja.
El ser chicano y el ser mexicano están fusionados en su génesis, paradójicamente, por una escisión histórica, la pérdida de Texas por parte de nuestro país entre los años de 1846-1848, la cual prosiguió en los mexicanos nacidos en EU con un largo movimiento político-social que tomó como estandarte identitario la batalla del Cinco de Mayo de 1862 de Puebla, y como emblema cultural el movimiento de la plástica chicana, predominante callejero, iniciado en las décadas de 1960 y 1970.
Y esta unión paradójica y compleja genera todavía mayores preguntas cuando se plantea una relación entre arte chicano de Texas y arte de Oaxaca.
Atisbos chicanos
Después de la pérdida de Texas de 1846-1848, apunta la investigadora Mariángela Rodríguez (http://historiayespacio.univalle.edu.co/TEXTOS/28/0328.PDF), la respuesta política chicana se ha caracterizado por ser defensiva de su integridad y por la búsqueda de espacio y lugar cultural.
Los primero líderes culturales, mal llamados “bandidos sociales”, fueron Gregorio Cortés, Joaquín Murieta, Jacinto Treviño y Tiburcio Vásquez.
A fines del siglo XIX, sigue la especialista de la UNAM, surgió el movimiento político conocido como “las gorras blancas” que formaron el Partido del Pueblo Unido. En ese mismo tiempo, las sociedades mutualistas fueron el sedimento que dieron apoyo a huelgas y luchas en el campo y las minas: la Confederación de Sociedades Mexicanas y la Confederación de Obreros Mexicanos y el posterior Plan de San Diego de 1915, “manifiesto popular que llamaba al levantamiento armado de todos los estados del sudoeste de EU”.
Todos ellos antecedentes del movimiento chicano, del surgimiento del Partido de la Raza Unida, el United Farm Workers de César Chávez y Dolores Huerta; la Alianza Federal de Pueblos Libres de 1963, “donde se pedía la devolución de las tierras que México perdió en la guerra con EU”; la primera Conferencia Chicana en Denver de 1969 y “El Plan espiritual de Aztlán” dado a conocer por Corky González; el Plan de Santa Bárbara; los programas de estudios chicanos en muchas universidades y la organización del Movimiento de Estudiantes Chicanos por Aztlán.
Y, claro, el movimiento artístico chicano de los años sesenta y setenta. La primera, segunda, tercera generación.
De esas segunda y tercera generaciones, precisamente, son algunos de los artistas que participarán en la muestra Tex-Oax-Oax-Tex.
A esta exposición, informa Arnoldo Dámaso, asistirán los artistas chicanos James Ciosek, Esteban Delgado, Dereck Donaldson, Joe Pena y Rolando Reyna; acompañados de la estadounidense residente en Oaxaca Jean Foss, la oaxaqueña Argelia Matus y aquél pintor mixteco, promotor de la muestra, por cierto.
“La intención básica −platica− es ver qué tan homogéneos o diferenciados están los lenguajes del arte en el mundo global, si se están ligando, si las repercusiones de ello, sobre todo en el sentido de las grandes desigualdades, también están ahí”.
Dilemas preliminares
“El mundo cambia para cada quien”, expone el artista chicano Rolando Reyna, “nuestro entorno familiar y social específicos y el cómo vivimos nos obliga a ser inventivos y a abastecer de combustible nuestro ingenio para sobrevivir.
“La supervivencia artística es simbólica y paralela a nuestra supervivencia en general. La creatividad viene en formas diferentes y, cuando bien lograda, torna al mundo un lugar más agradable para vivir”.
El pintor Arnoldo Dámaso, por su parte, expresa: “me siento mixteco del Marquesado [barrio histórico de esta capital], como tortilla, tomo atole, crecí en una calle que se llama ‘Del Pasajuego’ porque era una cancha de pelota mixteca: pero no es algo que me quite el sueño pensar en la identidad del oaxaqueño”.
Él entiende al arte como lenguaje personal y social al mismo tiempo, siempre una propuesta del artista hecha para que la sienta el espectador y trasforme su percepción, pues “lo realmente artístico sale de lo más profundo de aquél, constituye un mensaje muy fuerte y cambia un pensamiento”.
El panorama se complica cuando, de acuerdo con Rolando Reyna, “se encuentran artistas que trabajan en dos mundos con muchas variables visuales”. Pero no habla de Texas y Oaxaca, sino de “una identificación de la segunda o tercera generación del arte chicano: uno de los pintores que participará en la exposición −precisa−, Joe Pena, nació y creció en un ámbito urbano con una cultura visual diferente a la que yo viví en mi juventud.
“La cultura de la calle y un ambiente densamente poblado dotaron a Joe Pena de un modo diferente de interpretar su experiencia de la identidad en relación con mi visión, por ejemplo, pues mi trabajo se basa más en lo rural: geográficamente, al ambiente de él y al mío los separan sólo 70 millas, sin embargo, la región y la cultura visual no son las mismas”.
Y se complica aún más ese panorama en el momento que se sabe, digamos, que la estadounidense Jean Foss salió de su país por la nula atracción que sentía por la comercialización y homogeneización reinantes para encontrar en Oaxaca historias, costumbres, tradiciones, pueblos y culturas con base en las cuales crea sin miedo, de forma lúdica, sin importar si un árbol le sale azul.
O que, en cambio, Argelia Matus, aunque absolutamente oaxaqueña, no se ciñe a esta su ascendencia para crear sus obras de soporte de lino y pelo humano.
Dilemas de la identidad chicana y oaxaqueña en tiempos de globalización, al fin y al cabo, que podrán percibirse en la exposición Tex-Oax-Oax-Tex que se montará en el CCU, ubicado exactamente en el edificio de la Dirección de Arte y Cultura de la UABJO (avenida Universidad s/n, col. Cinco Señores).