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La pobreza en versión oficial

El pasado lunes 12 de mayo, el Director Adjunto de Análisis de la pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), Ricardo Aparicio, presentó en Oaxaca la conferencia “la pobreza en la población indígena, una aproximación multidimensional” dirigida a funcionarios del gobierno del estado. En los hallazgos mencionados no hay datos nuevos. Entre los aportes de sus investigaciones indicó un conjunto de generalidades ya conocidas y tendencias totalmente previsibles, de sentido común, como las siguientes.

“La población indígena es un sector internamente diverso y no un agregado poblacional homogéneo”. “Los municipios indígenas tienen mayor pobreza y en su mayoría se encuentran en zonas de difícil acceso o serranías”. “Uno de los principales desafíos es la seguridad social y aumentar el ingreso de la población indígena”. El reto y desafío principal de la política de desarrollo social del gobierno federal es el “ejercicio pleno de los derechos de los pueblos originarios de México”.

La presentación del especialista deja más preguntas que respuestas, y más preocupaciones, debido a que en términos de diagnóstico se sigue bordando sobre lo mismo que han dicho otros métodos de medición de la pobreza con resultados similares e infinidad de estudios que identifican que los pueblos indígenas son los más pobres de los pobres. Esto se registra de manera particular en entidades como Oaxaca, que tiene la mayor proporción de población indígena en el ámbito nacional ¿y?

Al respecto se pueden elaborar cartografías especializadas que indican altos grados de marginación en regiones con predominio de población indígena; por muy sofisticados que sean los programas de georeferenciación vamos a encontrar lo mismo.

De igual manera, las recomendaciones pueden ir en el sentido que indica el especialista de Coneval, de que es necesario “generar información que permita realizar diagnósticos y evaluaciones acordes con las necesidades específicas de los pueblos originarios de México”.

Los diagnósticos deben dejar de observar a la pobreza como objeto estático y replantear las preguntas para pasar del qué, al ¿qué se esta haciendo? ¿qué tanto se han modificando las condiciones de los pueblos indígenas a partir de las políticas públicas y programas de inversión que están operando? ¿qué no ha funcionado? e insistir en ¿por qué las tendencias no han logrado revertirse? ¿quiénes son los responsables de lo qué está fallando? ¿qué puede hacerse para mejorar?

Además no basta con medir que tan pobres son los pobres; es importante investigar ¿cuáles son las estrategias de los pobres para sobrevivir en condiciones adversas? ¿cómo se organizan en términos individuales, familiares o comunitarios –si es que lo hacen-? ¿en que lugares existen sinergias favorables que podrían ser de utilidad para reencauzar las políticas de desarrollo social? ¿qué condiciones son más favorables para esas sinergias? ¿qué tipo de liderazgos comunitarios son necesarios? ¿cómo se activa la perspectiva de género? ¿qué lenguajes y estrategias de conciliación se requieren? ¿cómo avanzar en una política de cumplimiento de derechos?

No podemos dejar de lado que la pobreza en los pueblos indígenas es el resultado de políticas públicas fallidas, de muchos años de exclusión y posiciones racistas desde los poderes instituidos. La pobreza es producto de programas asistencialistas que se han manejado de manera clientelar con fines político electorales, de presupuestos raquíticos, de una corrupción desbordada, de falta de transparencia en el manejo de los recursos públicos y de una falta de coordinación entre las instancias gubernamentales que deberían trabajar para atender los problemas. Además, de las actitudes de funcionarios de los gobiernos federal, estatal y municipal que insisten en continuar trabajando de manera personalista, dispersa y desarticulada.

Habría que confrontar la medición multidimensional de la pobreza como diagnóstico, con la evaluación de las políticas públicas con el mismo enfoque ¿se está aplicando una política multidimensional para contrarrestar la pobreza? Seguramente no, la política social sigue siendo asistencialista y clientelar, aún cuando el experto de Coneval refirió que por primera ocasión el gobierno federal tiene una estrategia que es la Cruzada nacional contra el hambre. ¿será?

La duda se fundamenta en la falta de respuesta del funcionario de Coneval hacia la pregunta de la pertinencia de la actual política social dentro del modelo económico vigente y a la observación de que la política social va por un lado y la política económica por otro. Si la política social no tiene un soporte de redistribución del ingreso entre la población más pobre, que debería garantizar un modelo económico con enfoque de derechos, todo queda en buenas intenciones y seguramente la tendencia no podrá revertirse.

Al respecto, habría que recuperar la expresión de Martin Wolf, editorialista del Financial Times, en su visita reciente a nuestro país, quien apuntó que países como México, enfrentan grandes niveles de desigualdad entre regiones y sectores, lo más importante es incrementar el ingreso de la gente pobre para poder alcanzar el crecimiento económico.

La desigualdad generalizada sí debe considerarse como uno de los obstáculos principales para el desarrollo, por lo que “la cosa más importante para una nación como la mexicana, es incrementar el ingreso de la gente pobre. Al incrementar su ingreso se incrementan sus oportunidades”. (El Financiero, 14/05/14).

Si no hay redistribución del ingreso, se seguirá trabajando en el vacío en el combate a la pobreza.

Investigador del IISUABJO
sociologouam@yahoo.com.mx

 

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