OAXACA, OAX., julio 25.- “No me pueden tocar, ni revisar la camioneta, no saben ni con quien se están metiendo, polizontes de quinta, mi padre el Senador de la República, quien se encarga de bajar recursos para que coman ustedes y sus familias, los va destituir si se atreven a revisar a mis amigos, gritaba Adelfo Romero Ramón, hijo de Adolfo Romero Lainas, desde el interior de su camioneta.
Luego que los uniformados le marcaran el alto al ver que se desplazaba de manera sospechosa en una camioneta marca Ford de color rojo, vidrios polarizados y con placas de circulación XS-99-001 de Oaxaca, en compañía de cuatro personas más, por lo que le pidieron bajara de su vehículo y así pudieran revisarlo.
Sin embargo, Adelfo Romero tomó su celular e hizo una llamada a su padre el senador perredista, Adolfo Romero Lainas, a quien le decía “apúrate papá ven ayudarme, porque estos policías quieren revisar a mis amigos y nosotros no traemos nada”.
Posteriormente, se dirigió a los policías y les dijo: “ya viene mi papá y no se la van acabar”. Minutos más tarde, llegó el Senador de la República a la calle 5 de Mayo de San Juan Bautista Tuxtepec junto con un hombre que lo escoltaba, bajando agitadamente de su camioneta último modelo y quien vestía elegantemente un traje de color gris.
Al ver a su hijo le preguntó: ¿qué paso? ¿estás bien? ¿no te hicieron daño?, a lo que el JR contestó: “sí estamos bien papá, pero nos querían bajar a la fuerza, vengo con cuatro amigos, quienes son choferes de los diferentes camiones del servicio urbano de nuestro pueblo”.
Después de ver que su hijo y sus amigos estaban bien, se acercó a los policías estatales y municipales de manera prepotente y les dijo: “miren yo soy el senador de la república Adolfo Romero Lainas, tiene algún documento donde digan que pueden ustedes revisar la camioneta de mi hijo, no sean tontos no se metan en problemas, podrían perder el trabajo si cometen un abuso”.
Ante ello, el encargado de los policía ofreció una disculpa y explicó al Senador que la camioneta que abordaba su hijo les había parecido sospechosa por tener vidrios polarizados, sin embargo, Romero Lainas lo interrumpió y les dijo: “ustedes no tiene que ver sospechosos a nadie, por qué no mejor se enfrentan a los verdaderos delincuentes, está mal lo que hacen ustedes”.
Y de manera amenazadora les dijo, “miren, ya dejen las cosas así como están, porque saben, yo con una llamada por teléfono pueden perder su chamaba, los cesarían de inmediato”.
Los uniformados después de ser humillados por el Senador y su hijo, quien los veía y se reía de ellos al ver que no podían hacer nada contra su padre, se retiraron del lugar, al igual que Romero Lainas, Romero Ramón y los amigos de éste, como si nada hubiera pasado.