OAXACA, OAX., julio 29.–Todas las delegaciones de las ocho regiones oaxaqueñas bailando en la Rotonda de la Azucena “Son calenda”, después de más de cuatro horas de cierre de la octava del “Lunes del Cerro” o Guelaguetza 2014, mientras los juegos pirotécnicos anuncian a Oaxaca que la edición de este año ha terminado a las 21:15 horas de la noche del 28 de julio, simple y sencillamente es la culminación de un prodigio cultural.
¿Podría ser la Guelaguetza “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”; como el Carnaval de Oruro, Bolivia, y su Virgen del Socavón?
Una china oaxaqueña con su falda y blusa multicolor, huaraches, trenzas anudadas con listones verde brillante, una canasta enorme que es soporte de un arreglo floral en su cabeza y encima un juego pirotécnico que prende en luces que dan vuelta, en tanto ella gira y gira cual danza catártica, vaya que no se ve en cualquier parte.
Ni tampoco a la chatina y el chatino de Santos Reyes Nopala que prácticamente en cuclillas bailan alguna chilena con maestría y agilidad inverosímiles de no presenciar la escena ahí. Ni las mujeres de Tuxtepec y su “Flor de piña” cuando se afilan parejitas y pegaditas y avanzan al frente de la Rotonda de la Azucena y le sacan al respetable el ya clásico: “aaaahhhh”, en señal de asombro, de emotividad, de júbilo.
Por su belleza inmanente, por su cultura intrínseca, por lo portentosa que es, ¿no la Guelaguetza debería sanearse, descontaminarse, volverse esencialmente cultural y no un espectáculo comercial inaccesible para el pueblo oaxaqueño –y nacional incluso– por el alto costo de entrada, para, algún día, poder ser propuesta como el tipo de patrimonio mencionado ante la UNESCO?
¿Por qué no unificar criterios y autentificar la Guelaguetza? Para aceptarla tal cual es hoy; determinar si sus orígenes están en el ritual de la Diosa Centéotl; reflexionar si, parafraseando a la antropóloga Olga Montes, justifica el racismo, el machismo y la desigualdad de género, y actuar en consecuencia, por mencionar dos aspectos.
Pero no a través de los inciertos criterios de un supuesto Comité de Autenticidad, cuestionado por unos y otros, sino aplicando el pensamiento de investigadores como Alfredo López Austin –y es sólo un ejemplo–, que, palabras más o palabras menos, ha dicho: la tradición no es un pasado muerto, sino un presente que se crea y recrea; sólo que esto debe ser hecho por parte de sus propios hacedores culturales, y no por actores extraños o desconocedores de ella que sólo busquen explotarla comercialmente.
En fin. Pese a todo, la Guelaguetza continúa siendo confluencia y presencia de las culturas de Oaxaca, no obstante los espectaculares Infinitum, Coca Cola, Banamex e Interjet que sobresalen en lo alto del auditorio Guelaguetza; los cojines para sentarse que rezan “Guelaguetza 2014, Coca Cola” o “Guelaguetza 2014, Walmart”; o esa velaria tan de alto costo como absurda: ¿qué no los sombreros de palma que distribuyen y abundan ahí son para cubrirse del sol?, ¿qué no los abanicos refrescan rostro y alma de las mujeres?
A las 16:00 horas suena la chirimía de San Pedro Apóstol, a cargo de Aurelio Méndez; después, la de San Sebastián Ocotlán, que dirige Hermenegildo Contreras Cruz. Luego se juntan todas las de los Valles Centrales, las de San Antonino de Castillo de Velasco y Santa Catarina Minas, entre ellas: tambores, trompetas, chirimías, reminiscencia prehispánica.
Auditorio Guelaguetza casi lleno. Toca la Banda de Música de la Policía Estatal, que encabezará musicalmente la edición, junto con diversas agrupaciones de las diferentes delegaciones. Alguien canta por ahí la “Canción mixteca”, de José López Alavez: no falta el coro multitudinario. Faltando diez minutos para las cinco de la tarde, llegan el gobernador Gabino Cué y el secretario de Turismo y Desarrollo Económico, José Zorrilla, guayabera negra aquél y guayabera blanca éste. Se sientan en la zona central del foro, rodeados de su séquito. Al lado derecho del mandatario oaxaqueño, se coloca Jacqueline Rosario Reyes Sarabia, de Santo Domingo Tehuantepec, Diosa Centéotl 2014, quien preside esta edición de la Guelaguetza.
Después, el “gober” saldrá al pasillo varias veces: ¿estaría checando el posible enfrentamiento entre los “comerciantes en lucha” y la policía estatal que ocurriría más tarde en la capital? ¿Quién sabe? Lo cierto es que, también, una y otra vez volvería a su asiento para continuar en la “máxima fiesta de América”, como nombró a la Guelaguetza la presentadora en el micrófono –¿sabrá del Carnaval de Oruro?
A las cinco en punto, auditorio a tope, inicia la Guelaguetza. El convite primero y luego la delegación representante de la Sierra Norte, la de Tlahuitoltepec, con sus sones mixes y su ritual del tepache, bebida sagrada. Siguen los mixtecos de la Costa, los de Melchor Ocampo Tututepec, los del reinado de 8 Venado, “Garra de Jaguar”. Después, San Jerónimo Tecoatl, representando a La Cañada. Santo Domingo Tehuantepec. El “Fandango mitleco” y el ritual de boda de San Pablo Villa de Mitla. Ejutla de Crespo –ahora sí invitado, no como el año pasado.
Luego las delegaciones de Tlaxiaco, San Bartolo Coyotepec y la “Danza de la pluma”, San Blas Atempa, Jamiltepec y sus juegos y chilenas, San Sebastián Tutla y su ritual de la mayordomía. En ese momento, a las 20:00 horas, el respetable realiza una primera ola –otra más la hará 15 minutos después–, pero no la futbolera de aburrición ante un mal partido, sino una de júbilo, sin duda. Aparecen en la Rotonda de la Azucena los toritos –o más bien guajolotitos- pirotécnicos.
Llega al escenario la Sierra Norte: Sola de Vega y sus sones y jarabes y, por supuesto, su mezcal tobalá. Posteriormente Tuxtepec y “Flor de piña”. Santos Reyes Nopala, la boda chatina y “El jarabe del guajolote”. Cierran las chinas oaxaqueñas con su “Jarabe del Valle”. Han pasado 15 delegaciones y cuatro horas y 15 minutos.
El “Lunes del Cerro” o Guelaguetza son colores, músicas, bandas, delegaciones, ocho regiones, enaguas, faldas, listones, trenzas, pañuelos, huaraches, botines y zapatos de tacón negros, calzones de manta blanca, sombreros diversos, artesanías varias, panes, mezcales, tenates, frutas…multiculturalismo: el convite último y los juegos pirotécnicos. Son las 21:15 horas.
La Banda de Música de la Policía Estatal toca y toca “Son calenda”, mientras todas las delegaciones bailan y bailan en la Rotonda de la Azucena.
El “gober” se mantiene en la fiesta hasta el último, mientras los “comerciantes en lucha” protagonizan un enfrentamiento más en esta capital y amenazan con llegar al cierre de la Guelaguetza 2014.