OAXACA, OAX., julio 31.–Boris Viskin (Ciudad de México, 1960), quien vino a esta capital a exponer su “Obra Maestra” en el Museo de los Pintores Oaxaqueños (Mupo), espera que su arte pueda “aportar un granito de calma en épocas turbulentas”, que su pintura constituya “un espacio de paz para el mundo”, pensando en que la fuerza de aquélla, la pintura, representa siempre un “tú a tú con el espectador”, un diálogo “más íntimo”.
Residente en Israel entre los 11 y 20 años edad, a este artista le “lástima que dicho país haya tomado la decisión de entrar a la Franja de Gaza por tierra, toda vez que ese territorio es de los más poblados y difíciles del mundo”.
Expone: “Es muy triste. El hombre, por lo general, entiende más por cansancio que por sabiduría. Resulta difícil que ocurran etapas como la de Gandhi o Anwar el-Sadat, cuando de pronto se puede generar un momento de paz y los enemigos se encuentran de tú a tú; lamentablemente, esos diálogos no se dan muy a menudo, pero ojalá llegué ese momento en que las fuerzas liberales de Israel y Palestina logren aplacar el caos”.
–Si el taller está en la cabeza del artista, ¿su arte dónde?
–Para algunos, el arte podría ser una actividad ridícula y sin sentido, pero para mí, a la hora de la hora, es vital y constituye una especie de raíz del mundo. Dentro de nuestra existencia efímera, aquél acaba siendo un pilar. Y, bueno, sin tocar demasiados clichés y romanticismos, desde niño, aun cuando no practicaba el quehacer artístico, siempre fue un espacio de paz en relación con el mundo. Y espero que mi pintura sea también eso para el espectador, aunque yo ya no puedo controlar la cuestión ahí.
–Y qué bien que pueda ser un espacio de paz en el mundo en tiempos en los que como que ya nos salimos de órbita– se le comenta.
–En México y el mundo, los demonios y los chamucos andan desbordados. En ese sentido, sin que se haga un arte necesariamente político, éste tiene tal fuerza que puede aportar un granito de calma en épocas turbulentas.
“La pintura, a diferencia del quehacer de una estrella de rock o de otras disciplinas multitudinarias, habla más de uno en uno y acaba siendo más íntima; posee un rango de influencia no tan amplio, pero sí más fuerte, sobre todo cuando un espectador se para frente a un cuadro y se emociona. Por eso yo sigo en esto”.
–A finales de la década de los noventa, escritores como Luisa Valenzuela o Mario Bellatin postulaban que el arte social estaba en desuso o que en lo que menos pensarían para crear sería en eso, lo social; en Oaxaca, empero, aquél regresó con gran fuerza, incluso con tintes comunistas, a partir del 2006, ¿qué opinas al respecto?
–Una escuela pictórica que me gusta mucho es la del constructivismo ruso, que se inscribió dentro del movimiento comunista y que parecía un arte muy elitista. Pero era porque estaba pensado para un pueblo inteligente, no condescendiente sino dispuesto a realizar un esfuerzo para comprender.
“Su idea era que el arte debería ser inteligente: un arte inteligente, pues. En lo particular, hago un arte más íntimo, más personal, aunque en ocasiones toco temas políticos, pero no es mi constante. A veces, el arte político puede caer en el panfletismo y en la repetición, si bien hay artistas como, por ejemplo, José Clemente Orozco, quienes crean obras maravillosas que conjuntan arte y política. Mas no es mi caso”.
Boris Viskin vivió en la Ciudad de México hasta los once años y después su familia se mudó a Israel. Ahí residió durante alrededor de una década. Después quiso estudiar arte en España, pero terminó en Florencia, Italia: ahí arrancó, a los 20 años, su carrera como artista. Regresó al país en 1985, estuvo en varios talleres en la Academia de San Carlos y luego se metió en su taller de Santa María la Ribera, donde fue “asentado las ideas y la chamba”.
La exposición “La obra Maestra de Boris Viskin” que vino a presentar al Mupo, integra obras de varias épocas de él como artista, sin pretender que sea una retrospectiva, pero sí una serie de cuadros que tenía en su taller: la mayoría muy importantes o consentidos porque le marcaron. Así, son piezas que “hablan de pintura sin ser pintura en el sentido tradicional, pues muchos están armados o construidos con objetos, palabras, neones, velas, dibujos desechados, que, empero, siguen teniendo ese aspecto bidimensional y el tú a tú con el espectador, que para mí es la fuerza de la pintura”.
–Por tu origen, ¿es difícil ser artista en México? Lo pregunto porque, siendo Oaxaca un estado con mucha diversidad de pueblos indígenas, mestizos y de origen español y otros países, hay mucho racismo…
–Como artista, coincido con el planteamiento. En nuestra sociedad mexicana hay un racismo muy fuerte que es difícil de aceptar, estamos marcados por una conquista y ésta, de alguna manera, sigue presente en la política. Para mí, lo esencial es cruzar estas barreras y convivir. El que el Mupo se abra no sólo a los oaxaqueños, sino también a artistas del Distrito Federal o extranjeros, constituye una apertura que puede generar una fuerza que combine con los creadores locales. Ahora, eso no lo tomo como una bandera, no es tema de mi trabajo pictórico.
–Ahorita que mencionaste arte político, no pude evitar pensar en la escalada de Israel sobre Hamas, que no es una perita en dulce, por cierto…
–En Israel conocí una parte muy bella de esa tierra, pero a la par, unos fanatismos tales que generan una escalada de violencia tremenda. Utópicamente hablando, me encantaría crear ese granito de paz del que hablábamos para que los palestinos tengan su territorio y se puedan crear dos Estados que, quizá, al principio no pudieran convivir, pero que con el tiempo, tal vez, llegarían a tener una buena relación.
“En este momento, me lastima que Israel haya tomado la decisión de entrar a la Franja de Gaza por tierra, pues ese territorio es uno de los más poblados y difíciles del mundo. Es triste. El hombre, por lo general, entiende más por cansancio que por sabiduría. Resulta difícil que ocurran etapas como las de Gandhi o Anwar el-Sadat, cuando de pronto se puede generar un momento de paz y los dos enemigos dialogan en un tú a tú. Lamentablemente, eso no sucede muy a menudo, pero ojalá llegué ese momento en que Israel y Palestina se encuentren como fuerzas liberales que logren aplacar el caos”.