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No se hace arte de la “guerra” en Michoacán porque no lo merece: Artemio

OAXACA, OAX., agosto 12.–Ante la pregunta de si puede uno desarrollarse artísticamente en Michoacán dada la –supuesta– situación violenta que ahí se vive, Artemio Rodríguez (Tacámbaro, 1972) –artista que expone su obra gráfica en el IAGO hasta finales de septiembre– responde que desde luego que sí, que como creador sencillamente “sigues haciendo lo que estás haciendo”.

Porque “tampoco puede hacerse arte” sobre la “guerra mediática y política que hay ahí, pues sería darle la importancia que no merece, en el sentido de que se vuelva una realidad que está por sobre todo, ya que no es así”.

Principalmente porque dicha situación, aunque “importante y fea, obviamente no es la realidad michoacana ni su vida cotidiana, en la que siembras lo que siembras y cosechas lo que cosechas”.

Todo el mundo imagina a Michoacán como un “lugar de guerra, como el terror de día y noche”, cuando que, aclara el grabador, “es igual que en cualquier otro lado, donde, de vez en vez, alguien se agarra a balazos con otro en la calle o en un pleito de cantina o te asaltan o un coche te atropella o pasa un policía, te sube a la patrulla y te hace lo que quiere”.

Esa situación violenta “es una cosa más bien mediática –expone Artemio Rodríguez–. En determinados lugares, a ciertos grupos de poder no les gustan los narcos que actúan ahí, les interesa que pierdan los mafiosos michoacanos y entonces se arma una gran guerra política y mediática que, desgraciadamente, perjudica a todos, porque el turismo no llega y por ello gran cantidad de tiendas, hoteles y restaurantes han cerrado”.

Amén que “nosotros también tenemos una población indígena muy amplia y fuerte que depende del turismo americano y europeo, pero éstos nos han abandonado y la gente sufre. Eso duele”.

Hasta finales de septiembre, Artemio Rodríguez expone una selección de sus obras hechas entre 1993 y 2004. En sus inicios discípulo de Juan Pascoe –con el que sigue colaborando–, fundador del Taller Martín Pescador, y después forjado por cuenta, trabajo y vida propia, este artista gráfico michoacano presenta en la primera sala del IAGO grabados de gran formato, como “El triunfo de la muerte”; en la segunda, 96 imágenes de la serie “Lotería”, entre otros trabajos; y en la tercera, una selección de su labor editorial en el mencionado taller de sus comienzos.

–¿Heredero de José Guadalupe Posada y del Taller de Gráfica Popular?

–Todos somos herederos de todo. La obra de arte persiste, las brechas existen porque el trabajo se encuentra ahí, se construyen porque está uno vivo. Siento gran afinidad con el trabajo de Posada y admiro el del Taller de Gráfica Popular. No los sigo, no se trata de seguir a alguien, no soy un seguidor, ya que eso es, prácticamente, copiar. Yo hago lo que hago y a veces hay coincidencias, en el entendido que el arte es un compartir permanente, perpetuo, libre.

–¿Qué definición de artista gráfico te aplicarías?

–Alguien que siempre, que todavía está aprendiendo y que permanentemente experimenta.

–Ahorita en qué trabajas.

–Estoy haciendo un par de libros con Juan Pascoe y trabajando con un grupo de muchachos de mi comunidad rural de Michoacán, con quienes realizo dos libros también. Además de mi obra personal que va saliendo.

“Son jóvenes de mi comunidad que saben que soy artista y me han adoptado como su maestro. Van a mi taller a verme y trabajan ahí. Son gente rural, sin pretensiones artísticas, como ocurre más con quienes pertenecen a la clase media o tienen mayor contacto con el mundo del arte. Aquéllos no saben de eso, pero, por otro lado, poseen mucha sensibilidad e imaginación, además que son muy buenos trabajando con las manos porque son campesinos: crean obras muy padres y originales”.

–Eso de las pretensiones artísticas es común…

–Es parte del ser artista, éste pretende algo: crear. Y eso es bueno, aunque a veces resulta malo, como ser arrogante. Hay de todo.

“El ser artista también es una competencia, en el sentido de que si no pretendes no puedes lograr nada. Yo he pretendido y ambicionado mucho tiempo, de joven, sobre todo. Ahora, con un poco de madurez, ya no me importa tanto eso, sino estar en mi taller trabajando, haciendo obra. Como que acepta uno que la vida es más sencilla, que eres tú y tu obra y ya”.

 

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