MÉXICO, D.F., agosto 31.- Érase un vez, en un lugar muy muy lejano (ahí por Colima nomás), un niño llamado José Luis Preciado que desde que nació supo que pasaría su vida como alguien desapercibido, un niño casi invisible que cuando se hizo adulto buscó la manera de ponerse en un reflector y para eso se hizo priista. Pero ni así logró que alguien lo viera, pues el tiempo en el país transcurría, y en la tele jamás salía.
Fue entonces que una visión tuvo, y a la tierra de los políticos grises se condujo. Entre panistas se mezcló pero aún así nadie lo vio. Hasta que un día, un hada con barba y bigote le habló, y al verlo siempre con su cara triste lo llamó, para hacerle un sueño realidad y al estrellato poder pasar.
Esa hada llamada Gustavo y con apellido Madero, lo convirtió en su escudero, para dejarle la increíble misión de representar a toda una fracción de legisladores que como duendes alborotados nadie podía hacer entrar en razón. Y ahí empezó su historia de éxito.
A poco más de un año de que José Luis Preciado fuera nombrado como coordinador de la bancada panista en el Senado, en sustitución del ‘rebelde’ Ernesto Cordero, han sido más los escándalos que sus aciertos los que lo han llevado a ocupar titulares. El que más sobresalió fue el pachangón que organizó en uno de los salones de la Cámara Alta, con mariachi y chupe incluido, con el fin de celebrar el cumpleaños de su esposa, acto que lo llevó incluso a pedir disculpas ante la opinión pública pues una cosa es que esa sea la práctica común en el salón de sesiones y otra que no invite a todos a ponerse como payaso de rodeo.
Pero ahora ha hecho algo con lo que se voló la barda, quizás al ver tanta competencia en los ridículos cometidos por sus compañeros de partido, como la fiesta con bailarinas exóticas en Puerto Vallarta donde a través de un video se pudo ver a los blanquiazules con las manos en la masa corporal de algunas acompañantes; o bien, con los viajes al estilo Marajá de Pocajú que se avienta la senadora Gabriela Cuevas alrededor del mundo para ver si podemos emular prácticas parlamentarias como las de Irán.
Por eso Preciado ahora nos demuestra que, como en cuento de hadas, no solo es posible que la revolución le haga a uno justicia, sino que se puede tener incluso un castillo de estilo medieval en la única ciudad donde no hay un recinto colonial.
De acuerdo con la información publicada por el diario Reforma, el senador tiene en proceso de construcción un hotel en forma de castillo sobre terrenos que tendrían un valor comercial de 2 millones 250 mil pesos, donde se erige una estructura de tres pisos con una torre anexa con cabañas, habitaciones con jacuzzi, restaurante, boutique, salón social y puede que hasta casino.
Según el legislador, la compra de esos terrenos fueron hechos con recursos que ha ido obteniendo a lo largo de los años, pero para nada de sus ingresos que provienen del erario, pues también hace chambitas de abogado y por muchos años vivió fuera del presupuesto (que como diría un clásico, ahora ha visto que fue vivir en el error). En ese sentido, por el terreno de 8 mil metros cuadrados donde se edifica su castillo señorial pagó alrededor de 800 mil pesos (según él), mientras que todo el costo de construcción y el proyecto corre por cuenta de un socio.
Lo curioso, y eso es lo que destapó su feudo, es que no cuenta con ningún permiso por parte del ayuntamiento, ni para el levantamiento de obra ni por la fusión de terrenos (pues los 8 mil metros cuadrados se conforman de cuatro terrenos distintos), así como el cambio de tipo de suelo pues en este momento se trata de áreas destinadas para uso agrícola.
Sorprende por supuesto que nadie le haya ido a clausurar, porque a cualquier persona común y corriente no lo pueden ver con un montón de grava frente a la puerta sin que le broten de la nada un montón de inspectores pidiendo hasta la cartilla de vacunación de cada uno de los albañiles. Pero hay niveles, y este Preciado ya se siente apreciado. Y como su trabajo más bien ha pasado de noche, no es extraño que ahora prevea cómo sobrellevarla en un futuro cercano, cuando ya no sea coordinador de la bancada y pase de nuevo a su acostumbrado anonimato. Porque como en todo cuento de hadas, le llegará el momento de volver a ser calabaza. O simplemente, de nuevo José Luis Preciado.