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Gobierno ni ve ni escucha a periodistas; los medios, en manos de poderosos: Rius

OAXACA, OAX., septiembre 8.- Autoconfirmado como autor deslenguado, 60 de sus 80 años de edad dedicados al humor blanco y negro, “Rius” parafrasea a un Presidente de triste memoria y afirma que “el Gobierno tiene hoy rostro de mercader porque ni ve ni escucha a los periodistas”, mientras que “la mayoría de los medios de comunicación están en manos de los poderosos”.

“Por eso la libertad de prensa queda incompleta”, suelta el historietista, lúcido, mordaz, y argumenta que aparentemente hay mucha independencia para decir lo que se quiera, pero no es así, porque ni el gobierno ni las instituciones de la sociedad hacen caso de las críticas que reciben de los periodistas para corregir lo que están haciendo mal.

Desde el presídium del Paraninfo de la UABJO, Eduardo Humberto del Río García embelesa al auditorio lleno de comunicadores, autoridades universitarias y estudiantes, en la presentación de su libro “Rius en pedacitos”, como parte de la Jornada de periodismo “Ética y poder” que organizan informadores locales con instituciones educativas del 8 al 12 de septiembre y que fue inaugurado este lunes.

Confiesa su timidez de hablar en público, pero conserva la calma y antes de entrar en materia agradece al rector de la UABJO, Eduardo Martínez Helmes, la invitación para recibir un “Doctorado Honoris Causa”, que tuvo que rechazar porque “no lo merece”, ya que “no ha hecho nada por Oaxaca”, donde ahora vive, se sincera.

Rius es su propia figura hecha caricatura: nariz aguileña, amplia la frente con dos entradas, cabello cano, largo y ralo que remata en dos patillas de base ancha, y esa tez blanca, casi rojiza, que completa con unos ojos verde-azules y unos dientes grandes.

El michoacano se yergue estoico sobre sus 80 años de edad. En mangas de camisa azul, pantalón de mezclilla y una bolsa de gamuza café tejida a mano, que deja en el respaldo de la silla del presídium, toma una hoja tamaño carta doblada por la mitad con apuntes, muestra el texto a presentar y se dispone a hablar del mismo.

Pero como “Rius en pedacitos” no tiene que ver estrictamente con el periodismo, ya que es un muestrario de diversos tipos de humor (político, erótico, negro, intelectual…), anuncia que mejor hablará de tres-cuatro lecciones de periodismo que recibió en su tiempo.

PRIMERA LECCIÓN DE PERIODISMO

Cuenta el caricaturista que la primera lección la recibió de un viejo periodista que ya falleció: Renato Leduc, quien una vez en una cantina, donde más se reunían los periodistas, le dijo: “En esta profesión, joven Rius, o le pagan a uno o le pegan a uno”.

En esa frase quedó sintetizado todo lo que es el periodismo en México, afirma convencido.

Pero ¿quién paga y quién pega? La respuesta la dio un señor que se llamó José López Portillo y que presumía haber sido presidente de este país. ‘Yo no les pago para que me peguen’, dijo en una frase inmortal que debería estar inscrita en letras de oro en el sindicato de periodistas, ironiza.

Con la experiencia a cuestas, considera que el “chayote” (dádiva) es una de las formas como pagan al periodista, porque el oficio está muy mal pagado en los medios de los poderosos, aunque “eso ya depende de la conciencia de cada quién”.

¿Y quién pega? Refiere que en los tiempos de don Porfirio (Díaz) los mataban, pero en 1968 un grupo de caricaturistas, él incluido, fundaron la revista ‘La Garrapata’, que tenía como subtítulo ‘El azote de los bueyes’. “No sé quiénes se dieron por aludidos, pero empezó a no gustarle a los gobernantes y nosotros tuvimos problemas porque no conseguíamos papel para hacer la publicación.

“El papel lo manejaba el Gobierno, a través de PIPSA, y nosotros le compusimos un himno que decía: qué papsa con los pepsos de la pipsa. Cambiamos tres veces de imprenta para hacer la revista, pero luego los voceadores se negaron a distribuirla porque de la Secretaría de Gobernación les dieron órdenes de no hacerlo. Así descubrimos otra forma de cómo le pegan al periodista, y al cabo de once números tuvimos que cerrar ‘La Garrapata’ “.

SEGUNDA LECCIÓN DE PERIODISMO

Rius recibió su segunda lección de periodismo hace unos 60 años, cuando empezaba, de un querido colega, Abel Quesada, también ya ido, y desde entonces optó por los pobres y ahí se quedó, haciendo caricaturas y libros, para vivir del oficio sin tener que necesitar del Gobierno, dice.

Refiere que después de una noche de bohemia en el restaurante Ambassador de Avenida Reforma, en la Ciudad de México, Quesada lo llevó en su coche y mientras se recuperaba platicaron frente a la Funeraria Gayoso, donde trabajaba Eduardo del Río.

Ahí le soltó en confianza, entre caricaturistas: “Desde ahorita tienes que tomar una decisión de qué lado vas a estar. Vas a estar del lado de los pobres o de los ricos. Yo te voy a ser sincero. A mí me gusta mucho el dinero, pero no me voy a vender ahorita. Yo me voy a hacer de dinero, pero no voy a corromperme dentro del periodismo. Y lo logró. Abel Quesada se hizo millonario con una concesión para transportar gasolina de costa a costa, que le regaló el entonces presidente Adolfo López Mateos”.

En su caso, “yo preferí estar del lado de los jodidos, del lado de los nacidos para perder y de los que nunca vamos a ganar unas elecciones mientras los gringos no lo acepten”.

TERCERA LECCIÓN CON CINCO DE SEIS TÓPICOS

Rius aparentemente se pierde, pero de inmediato retoma el tema de su disertación y refiere que la tercera lección de periodismo la obtuvo “de las cinco (seis) interrogantes que otorga el oficio: qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué, pues contestándolas se puede hacer periodismo, aunque generalmente se olvida el por qué, como está ocurriendo hoy en la educación pública del país”.

CUARTA LECCIÓN… POR UNA AMARGA QUEJA

Después, Eduardo del Río agrega lo que sería una cuarta lección de periodismo y que se la dio el director general de Excélsior y fundador de Proceso: Julio Scherer García.

“Una vez me quejé amargamente con don Julio porque le decía: bueno, cuántos años llevamos denunciando la corrupción y no da resultado. Y él me respondió: Pues sí, don Eduardo, pero así es la vida. Yo sé que ni siquiera mis nietos van a ver el cambio en México, pero hay que seguir. Es una lucha que hay que llevar a cabo”, recuerda.

ENTRE CARICATURISTAS Y FOTÓGRAFOS

En la “cadena zoológica del periodismo”, acepta Rius, los caricaturistas y fotógrafos estamos hasta el final de la cola, porque dicen que somos los que menos palabras usamos para nuestro trabajo, ya que el periodismo es esencialmente palabra escrita y hablada.

Con cierta ironía, sarcasmo contra la profesión, refiere que “a los caricaturistas nos ponen arribita de los fotógrafos, porque dicen que los fotógrafos sólo usan el ojo para trabajar y los caricaturistas usamos un poco la mala leche que nos producen los acontecimientos que pasan en el país”.

Pero “tanto fotógrafos como caricaturistas somos los que más busca la gente. Cuando abren un periódico o revista, en lo que más se fijan son en las caricaturas y en las fotos, dicho sea con perdón de los que escriben”, refuerza su tesis.

Reconoce, sin embargo, que “los fotógrafos y los caricaturistas somos los más mal pagados, aunque eso ya no se da en mi caso”.

LIBERTAD DE EMPRESA, NO DE PRENSA

Para Eduardo del Río (Michoacán, 20 de junio de 1934), “la libertad de expresión se ha vuelto libertad de empresa, más que libertad de prensa”.

Sostiene que “la inmensa mayoría de periódicos y revistas en el país, con excepciones plausibles, pertenecen a un dueño, millonarios, familias de abolengo, que no son periodistas, y son poquísimos los medios que son propiedad de los periodistas”.

Dice también que “en este país el éxito económico de un periódico no consiste en el número de ejemplares que vendan al público, sino en la publicidad que consiguen”.

Por eso afirma que “el periodismo depende de la paga de los poderosos, porque éstos son los que controlan, desgraciadamente, el periódico. Y las mujeres son doblemente heroicas, porque se tienen que defender como periodistas y como mujeres”.

Felicita “sinceramente a los periodistas oaxaqueños que están haciendo su lucha por decir las cosas que realmente pasan”, y los exhorta a que “sigan ejerciendo el periodismo, sabiendo de antemano que hay momentos en que les va a costar mucho trabajo someterse a la realidad”.

LIBERTAD DE PRENSA INCOMPLETA

Lo que pasa en México, en opinión de este hombre con 60 años de hacer caricaturas, “es una especie de libertad de prensa, pero muy incompleta”.

Explica: “Aparentemente hay mucha libertad de prensa, pero no es así. En teoría, el periodista está para señalar lo malo en el Gobierno o en las instituciones de la sociedad y también se supone que con esa crítica que el Gobierno recibe del periodista serio va a tomar cartas en el asunto, a tratar de corregir lo que está haciendo mal; eso dicta la lógica, pero como el Gobierno NO hace caso, entonces la libertad de prensa queda incompleta”.

Denuncia que “el Gobierno simplemente pone oídos de mercader; es decir, como dijo Carlos Salinas de Gortari: Ni los veo ni los oigo. No hace caso ni hará caso de todo lo que se le esté señalando. Por eso la libertad de prensa queda incompleta”.

Enfadado, lamenta que no se pueda hacer nada para cambiar el estado de cosas. “Imagínense lo que esto representa para un periodista. Saber que todos sus ideales de decir las cosas para componer un poco la sociedad, no tiene ningún efecto”.

Por eso, “para no seguir cayendo en el pesimismo ni en la depresión, aquí le cortamos”. Y Rius concluye la presentación de su libro.

TRABAJO Y RECONOCIMIENTOS

Eduardo Humberto del Río García, “Rius”, ha recibido cuatro veces el Premio Nacional de Periodismo. La primera de manos del presidente Adolfo López Mateos, otra con el presidente Luis Echeverría Álvarez, “aunque afortunadamente no me la entregó él en persona, sino su secretario particular, que era mi amigo”. Después con el presidente Miguel de la Madrid Hurtado, y el cuarto del nuevo organismo ciudadano a través del Rector de la UNAM.

Ha colaborado en periódicos como “El Universal”, “Ovaciones” y “La Jornada”, y en revistas de humor político como “La Garrapata”, “Los Supermachos” y “Los Agachados”, entre otros medios.

Y entre sus libros resaltan: La panza es primero (1972), ABChé (1978), Filosofía para principiantes (1985), Publicidad, televisión y otras porquerías (1989), El supermercado de las sectas (1999), entre muchos más.

 

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