OAXACA, OAX., septiembre 15.–Definitivamente no es un pueblo común, ni antes ni hoy, cuando por ese sentido ancestral que se lleva en los genes se procupa ser uno mismo, se mantiene a su pequeño museo comunitario alejado de organismos más bien occidentales y, sin asesoría de especialistas, se escribe el libro colectivo, coordinado por Gilberto Bautista, “Santiago Huauclilla, Oaxaca/ Un pueblo con huellas del pasado”.
Es un pueblo viejo. Forma parte de los primeros centros mixtecos oaxaqueños: Apoala, Coxcaltepec Cántaros, Sosola, Jaltepec, Tilantongo, Huauclilla y Teozacoalco.
También es un pueblo que piensa que puede rescatarse la lengua materna. Dado que la “nuestra es una de las que posee más variantes, un día le pregunté a Ubaldo López”, experto del tema en la región mixteca, platica Rafael Gilberto Bautista Nicolás, “que cómo se le iba a hacer en Huauclilla para recuperar ese idioma.
“Sencillo, respondió don Ubaldo, como todavía se conocen los nombres en mixteco de algunos parajes, según los pronuncien las personas, así vamos a saber qué variante del idioma es y, al mismo tiempo, lo empezaremos a rescatar”.
Huauclilla constituye, además, un pueblo de pelota mixteca. De ahí es “El Oficial”, quien hasta hace poco tiempo era el jugador en activo más viejo, tanto en Oaxaca como en la Ciudad de México: a sus 90 años todavía se ponía el guante de cinco kilos de peso.
Y por si fuera poco, a ocho kilómetros de ahí, en el perímetro perteneciente a San Jerónimo Sosola, se encuentra El Parián, aquel creado por inversionistas italianos, chinos y españoles con la llegada del ferrocarril durante la época del Porfiriato y prácticamente abandonado cuando el tren se fue.
El territorio que sirviera de inspiración para Malcolm Lowry y su “Bajo el volcán” y donde se filmara parte de la película “Mezcal”, de Nacho Ortiz –al igual que en Huauclilla–, una versión libre de aquella novela del único inglés oaxaqueño, se conforma de dos o tres manzanas donde no hay campesinos, sino acaso siete habitantes: es un pueblo fantasma.
No así Huauclilla. Y la prueba de ello es el libro de marras, por cierto, financiado con recursos de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), a propósito del cual www.e-oaxaca.mx platicó con Gilberto Bautista.
“Dicho con todo respeto y sin que se piense en prohibirles su quehacer –expone–, la gran mayoría de personas que escriben nuestra historia indígena son extranjeras y, ante ello, la meta propia es que sean los hijos de Santiago Huauclilla quienes lo hagan”.
Entre otros aspectos, para enfrentar eso de que estamos “tan acostumbrados a que la historia la escriban desde el poder, los que dominan, quienes tienen las posibilidades económicas para ello”.
–Sin ser xenófobos, suena bien eso de que sean los mismos hijos de los pueblos quienes escriban su historia– se le comenta.
–En la región mixteca tenemos a Ubaldo López, de Apoala. Ha escrito mucho sobre la lengua materna, pero son contados. Generalmente son extranjeros, se entiende que por las condiciones económicas, pues nosotros tenemos infinidad de necesidades y, aparentemente, no podemos darnos esos “lujos”. Pero la situación debe cambiar.
–Los museos comunitarios constituyen una buena oportunidad para que sea así, ¿no? Más cuando que en Huauclilla es donde se creó el primero de ellos en la región mixteca.
Responde Gilberto, un historiador por afición e interés, ex aspirante a seminarista que se casó, estudió filosofía y realizó su tesis sobre la religiosidad entre los mixtecos:
–Sí, el primer museo comunitario de la mixteca fue el de Huauclilla, yo fui su fundador. Alguna vez invité a Manuel Miguel Robles, a quien le pareció muy bueno el proyecto y se fue a crear el de Magdalena Jaltepec, Nochixtlán.
“El de Jaltepec es más grande, el nuestro está muy pequeño y sencillo –luego pasa esto porque las autoridades no terminan de asimilar proyectos así–: contiene fotografías, documentos históricos, utensilios de siglos pasados y piezas de arqueología y paleontología”.
–¿No se han unido a la Unión de Museos Comunitarios de Oaxaca que coordinan Teresa Morales y Cuauhtémoc Camarena?
–No, porque me parece que es como estar atados a ciertos condicionamientos, a normas que hay que cumplir. Tratamos de ser originales, igual que en el caso del libro, pues para nosotros eso tiene mucho valor.
Para este historiador, “la mixteca no es pobre sino rica. A lo mejor carecemos de recursos económicos, pero para nosotros ser pobres implicaría que estemos mal en conocimientos, que seamos un pueblo apático, sin tequio ni gueza”.
En la mixteca “somos ricos, tenemos muchos valores. Los terrenos de siembra en gran cantidad de lugares son poco fértiles, sí, y por eso la migración y los pueblos muy reducidos, pero eso se ha debido a los saqueos, a las explotaciones de la época colonial, la Revolución mexicana y de etapas recientes”.
–Precisamente por su potencial por el que cada vez se interesa más gente, ¿puede enfrentarse en la región mixteca a los saqueadores de todo tipo, sea de piezas arqueológicas o conocimientos, que seguro han llegado y seguirán haciéndolo?
–Sí, porque hay organización, los pueblos son muy celosos de su patrimonio… se han dado casos incluso con los sacerdotes y sucede que, aunque sea el curita, a veces tenemos que ponernos al tiro para que no se lleve los tesoros.