OAXACA, OAX., noviembre 30.‒En México en general y en Oaxaca en particular, los “mercados han sido históricamente lugares de generación de cultura, pero en la actualidad se están volviendo de nostalgia, pues los 19 existentes en la ciudad capital pierden hoy la batalla frente” a las franquicias nacionales y transnacionales.
Algunos de esos mercados municipales prácticamente se encuentran vacíos, asevera Javier Méndez, editor de una sui géneris publicación periódica, “Día de Plaza/ La revista de los mercados de Oaxaca” (http://www.diadeplaza.com.mx/), cuyo número 1, en edición impresa y electrónica ‒ambas de distribución gratuita‒, circula ya.
En los mercados, explica Javier Méndez durante su presentación en el cuarto Festival Abasto de Letras, “se manifiesta un pueblo: qué come, qué conversa, cuáles son sus criterios estéticos, musicales, bulle la cultura en los mercados”, pero, en parte porque las distintas “administraciones municipales los han dejado en el olvido, se están viniendo abajo”.
Los inmuebles están “muy mal, con techos desvencijados, filtraciones de agua, caños inservibles; sufren el abandono de los clientes y la avalancha de las cadenas comerciales: hoy el mercado es una institución deteriorada”.
Su decaimiento también es causado por la falta de actualización y el desconocimiento de diversos factores por parte de sus locatarios.
De ahí que, precisamente, la revista “Día de Plaza” ‒de la que el año pasado hubo un número cero‒ se enfoque al fomento de la competitividad entre los locatarios de los mercados y la capacidad para innovar en cuanto a propuestas de bienes y servicios que les permitan enfrentar la arremetida de las cadenas comerciales.
Sin perder, desde luego, esa generación de cultura e identidad que los ha caracterizado desde siempre.
Por eso, “Día de Plaza” procura que “los comerciantes de los mercados tengan voz a través de la historia de éstos y de sus protagonistas exitosos”, pero también pretende aportar conocimientos básicos y sencillos sobre “cómo vender en tiempos de crisis o cómo arreglar los locales para volverlos más eficientes.
“La idea es fomentar la competitividad, nuevas vías y maneras de vender, hacer entender a los locatarios que los clientes ya no son los mismos y que, por lo tanto, no encuentran atractivos a los mercados”.
Los comerciantes de esos espacios sufren de “una politización y polarización que no les permite ser competitivos y salir adelante. No saben, además, quiénes son los nuevos consumidores”, por ejemplo.
En tanto, “la embestida de las grandes cadenas devora el comercio, ellas se llevan el 70 por ciento de la venta de los productos alimenticios: prácticamente se están apropiando de este segmento”.
Ello es tangible en el hecho de que esos productos “estén concentrándose sólo en algunos puntos de venta: los llamados supermercados”, las ya mencionadas franquicias.
Por si fuera poco, todo esto está provocando “la fragmentación del tejido social de las diferentes comunidades” que giran en torno de los mercados.
Amén de que, enfatiza Javier Méndez, “el dinero que entra a esas cadenas comerciales no se queda en Oaxaca: se va, y por lo tanto, eso implica que la economía aquí no se desarrolle porque no hay acumulación de riqueza”.
‒Ciertos sectores del ambiente cultural oaxaqueño están promoviendo un movimiento de regreso a los mercados, a la agricultura de traspatio, al maíz criollo, a los productos orgánicos, ¿qué tantas posibilidades le ves a eso?‒pregunta E-Oaxaca (www.e-oaxaca.mx).
‒Sí, hay un movimiento de gente que está consciente de la importancia de consumir alimentos orgánicos y de los pequeños productores, pero, en primer lugar, los espacios no son suficientes, y en segundo, los productos son caros.
El ciudadano oaxaqueño común no tiene “la capacidad económica para acceder a sitios como ‘El Pochote’, uno de los ejemplos de ese tipo de comercialización y comercio justo”.
Además, en tal dinámica existen diversos factores: quienes consumen ahí poseen determinada “instrucción educativa y, por lo mismo, están conscientes de la importancia de adquirir productos orgánicos, amén que tienen solvencia económica y pueden darse el lujo de comprar ese café, esa lechuga, ese mezcal orgánico.
“Pero tal movimiento carece de suficiente impacto como para beneficiar a la mayoría de los productores en pequeño y para incidir en los clientes”, sobre todo en el contexto de una entidad como Oaxaca, donde “tenemos una capacidad adquisitiva reducida, la gente cuenta con poco dinero y compra los productos más económicos”.