OAXACA, OAX., enero 5.‒ Víspera de Día de Reyes, México: de la primaria a la prepa “se recomiendan lecturas un poco al aventón, los maestros no tienen técnicas” al respecto, “estamos muy pobres en el renglón” y se carece de programas para “graduar” aquéllas en un país donde “el contacto del niño con la violencia se da antes de llegar a la escuela”.
Y “no digamos ‒dice Juan Antonio Ascencio, autor de ‘Un extraño en la tierra/ Biografía no autorizada de Juan Rulfo’ (Debate, 2005)‒ en la preparación que se requiere para enseñar sobre ‘Pedro Páramo’, pues los maestros no entienden ni, por tanto, explican tal novela”.
Más aún, “yo borraría en este momento” [de dichos niveles escolares, se entiende] “El llano en llamas”, “Pedro Páramo” y a José Emilio Pacheco [“Las batallas en el desierto”]… pues “en México no se gradúan las lecturas, se recomiendan un poco al aventón. No apruebo la censura”, pero…
‒Como la de “Aura”‒ se le recuerda el caso de la hija del político Carlos Abascal Carranza, la novela de Carlos Fuentes y la censura de que fue objeto la profesora que pedía en el nivel secundaria la lectura de esa obra.
‒Mjmm… Aprobaría lecturas graduadas para un mejor aprovechamiento y maduración a fin de que, después de ellas, los lectores ya puedan leer lo que sea.
Pero, “sobre todo, los maestros, los educadores, no tienen las técnicas, estamos muy pobres en México en ese renglón”.
Dado que el “muchacho de secundaria tiene entre 11 y 14 años”, piensa que “hay partes de ‘El llano en llamas’ que podría leer sin sobresaltos ni sacudimientos extraños a su capacidad de compresión, a sus experiencias personales”.
‒“Pedro Páramo”, ¿al final de la prepa o en la facultad?
“Al final de la prepa, pero asistido con un texto explicativo y notas al pie de página, o bien que el maestro se prepare y explique; sólo que como no sabe, tendría que ver el texto de algún especialista”.
Como Felipe Garrido, quien “colaboró con Rulfo y ha escrito mucho sobre él; estaba en el Fondo de Cultura Económica cuando salió la edición con este sello de ‘Pedro Páramo”.
O “también Alí Chumacero, que le criticaba mucho a Rulfo la puntuación y los acentos; como éste tenía mala ortografía, Alí decía que aventaba los signos de puntuación como quien le echa maíz a las gallinas”.
En “Los cuadernos de Juan Rulfo” vienen reproducidas “algunas de sus páginas, su caligrafía era muy buena, una letra Palmer bastante, bastante clara y aceptable, pero con fallas muy extrañas porque él había estudiado latín en el seminario de Guadalajara, y los que pasamos por latín ‒yo estuve cinco años en el seminario de Tlaquepaque, acota Juan Antonio Ascencio‒ generalmente tenemos buena ortografía, no metemos tanto las patas. En todo caso, eso de Rulfo se debe ver como simpático”.
Juan Rulfo nació en Jalisco el 16 de mayo de 1917 y murió el siete de enero de 1986. En 2015, su novela “Pedro Páramo” cumple formalmente 60 años de haber sido publicada.
De acuerdo con Roberto García Bonilla (http://www.siempre.com.mx/2012/07/rostros-biograficos-de-juan-rulfo/), la familia del autor de “Pedro Páramo” está en desacuerdo con “Un extraño en la tierra”, de Juan Antonio Ascencio, quien representó a Rulfo en un juicio en 1982 y luego ambos alcanzaron una estrecha amistad; amén que la biografía ha sido controvertida desde su subtítulo mismo de “no autorizada”, el cual se lo añadió el sello Debate, rama de Penguin Random House, por cierto.
Recientemente, Juan Antonio Ascencio impartió un taller de poesía y narrativa en la Biblioteca Pública Central de Oaxaca, en el marco del cuarto Festival Abasto de Letras. Vía la mediación de Rubén Mújica Vélez, de las asociaciones civiles “La Cascada” y “Formación Política Oaxaca”, ahí fue la plática.
‒A manera de ejemplo, aunque suene muy esquemático, ¿en la primaria bien podría leerse “Platero y yo”, de Juan Ramón Jiménez, en la secundaria parte de “El llano en llamas” y al final de la prepa “Pedro Páramo”?
‒Puede ser. Hay o había una empresa en Estados Unidos, The Psychological Corporation, muy preparada en cuestiones educativas y con altísimos niveles de técnica. Alguna vez participé en la preparación de los textos para los que quieren aprender español en aquel país.
“En ese tiempo, hace unos 20 años, el español ocupaba el sexto lugar de preferencias en Estados Unidos y el ruso era el primero; hoy, aquél es el principal y el chino está en segundo, así han cambiado las posiciones por las influencias del mercado y los capitales de inversión y la migración mexicana y centroamericana”.
Pues bien, explica, en esa empresa determinaban cuáles textos eran para equis grados, de manera tal que en los primeros niveles aquéllos “no podían contener nada relacionado con violencia, con palabras referentes a la muerte, etcétera. Había una lista de recomendaciones de conceptos y palabras que iba disminuyendo conforme aumentaba” el nivel escolar.
En México, expone Juan Antonio Ascencio, él “borraría en este momento” [de la lista de lectura de niveles de educación básica, se entiende] a “El llano en llamas”, “Pedro Páramo” y “Las batallas en el desierto”, de José Emilio Pacheco, por ejemplo.
Pero lo más importante, aclara, es que para contar con un programa de lectura adecuado se requeriría de maestros preparados.
“O que la Secretaría de Educación Pública los contrate de esa organización ‒The Psychological Corporation‒, que los empape de la índole del mexicano, de los niveles de todo lo que sea necesario tengan que saber, y entonces que preparen los textos para ir formando gradualmente a un muchacho. Porque en México, el contacto [del niño] con la muerte llega muy rápido, el contacto con la violencia se da antes de llegar a la escuela, hágame el favor”.