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Con el Miércoles de Ceniza inició la Cuaresma y viene la Pascua, pero decae la fe

OAXACA, OAX., febrero 18.- La imposición de la ceniza este miércoles en los templos de la Iglesia católica es el principio de la Cuaresma, en espera de la Pascua, cuando la tradición milenaria llama a recordar la pasión y crucifixión de Jesús de Nazareth.

Miércoles-de-Ceniza-18En la celebración litúrgica de este miércoles, el sacerdote del templo del Sagrario y de la Catedral Metropolitana, Carlos Franco Pérez Méndez, dijo que imponer ceniza en la cabeza debe ser signo de arrepentimiento y renunciar a nuestras debilidades.

Calificó el hecho de no recibir la ceniza como “falta de humildad, de formación, de conocer la importancia del acto litúrgico y lo que significa para nuestra vida cristiana”.

Explicó que la ceniza se prepara con la quema de la palma bendecida el Domingo de Ramos y las imágenes deterioradas de santos.

Refirió que las fiestas de Navidad concluyeron con el bautizo del Señor, continuaron con lo que la liturgia llama “tiempo ordinario” y luego el comienzo de la Cuaresma para posteriormente celebrar la Pascua.

En entrevista, Pérez Méndez refirió que la Cuaresma evoca los 40 días que Jesús estuvo en el desierto en actitud de ayuno y oración, y significa también los 40 días del diluvio, el tiempo que caminó el pueblo de Israel por el desierto y los 40 días que permaneció Elías en el monte buscando a Dios.

El Miércoles de Ceniza es un rito que celebran los católicos en prácticamente todo el mundo, retomado de las Escrituras, cuando Jonás va a Nínive, llama al pueblo a la conversión y advierte que en caso de no hacerlo en 40 días su ciudad sería destruida.

El Sacerdote indicó que “Dios escuchó el clamor del pueblo y como una expresión de su conversión y arrepentimiento se puso ceniza en la cabeza y practicó el ayuno y la oración para invocar la misericordia de Dios y desde ahí tiene sus raíces la celebración”.

POCOS JOVENES ACUDEN AL LLAMADO DE LA IGLESIA

Pérez Méndez reconoció que pocos son los jóvenes que se acercan a la iglesia a la imposición de la ceniza, por lo que exhortó a la población en general a “reconocer que somos de barro, que somos débiles, por ello la obligación de recurrir al acto litúrgico para implorar la misericordia de Dios sobre las debilidades”.

Atribuyó esta realidad a que las familias, especialmente los padres, no inculcan a sus hijos “el deber de participar en celebraciones religiosas”.

¿Se ha perdido la fe en las nuevas generaciones?

–No quisiera pensar que se está perdiendo la fe. Creo que sería como una falta de formación desde las familias, que es donde tenemos que ir trabajando, sobre todo la importancia de vivir nuestra fe, de participar en nuestra iglesia y los actos litúrgicos como una forma de acercarnos a Dios, conocer a Dios y estar con Dios. Siento que hace falta hacer vibrar en niños y jóvenes la importancia de esta participación.

El sacerdote del templo del Sagrario y de la Catedral Metropolitana aseguró que “la Iglesia está en actitud de renovar el proceso de formación cristiana, por eso desde la Arquidiócesis se ha dado paso a asumir la iniciación cristiana y hemos insistido en que la formación de los niños debe ser un proceso de responsabilidad compartida para ir afianzando la fe”.

Admitió que la Iglesia católica tiene que mejorar sus métodos y estrategias para presentar a un Jesucristo vivo.

 

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