LIBROS DE AYER Y HOY.- En el nuevo libro de la historiadora Natura Olivé hay un duro cuestionamiento al Partido Comunista Mexicano (PCM), por la forma como trató a las mujeres que militaron en su interior.
Las diferentes dirigencias masculinas –aunque ella se refiere en especial a los años 30 del siglo pasado– soslayaron y sometieron a un papel secundario y devaluatorio a las mujeres que se sumaron a la causa por si mismas o por seguir a los hombres con los que vivían.
En una investigación que le llevó varias décadas y en la que se topó con un vacío historiográfico de la participación de las mujeres comunistas, logró rescatar retazos de esa historia en la entrevista, en la investigación oral y en lo poco que difundían los medios comunistas como El Machete.
Tuvo que ver, además, su propia experiencia ligada íntimamente a ese partido durante décadas, en las que confrontó parte de lo que dirime en su obra.
Apoyada en su disciplina, es licenciada en historia por la UNAM y tiene maestría en Historia y Etnohistoria por la ENAH, escribió Mujeres Comunistas en México en los años treinta, (Ediciones Quinto Sol, diciembre 2014), para dar a conocer el papel histórico que jugaron esas mujeres cuyas vidas parecen, en muchos casos, no haber existido.
Antes, en la introducción, reafirma el reproche que se hace desde el ámbito femenino a una historia que centró su información en el sujeto masculino privilegiando la producción frente a la reproducción.
Y como se ignoró el papel que jugaron las mujeres no solo en la casa con sus hijos, sino sumadas a la vez a una producción, cuya conducción se apropió el hombre.
Minucioso e interesante es el libro sobre los avatares que vivió el partido de izquierda, su enfrentamiento con los gobiernos peleles impuestos por Calles y el cambio que sufre en el gobierno de Lázaro Cárdenas, al que se subsume acríticamente.
En una época de gran efervescencia de organismos, congresos y propuestas, las mujeres dan una lucha igual que el hombre, sin ser reconocidas y sufren igualmente la represión y discriminación que en multitud de veces las llevan a la cárcel.
Cuando el PCM defiende el derecho de las mujeres no trasciende la parte laboral. Su esencia femenina nunca está a discusión. Sólo son vistas como parte complementaria; son un aspecto de la lucha de clases.
Algo que llama la atención son las demandas de entonces que ahora mismo hacen las mujeres: trabajo igual salario igual, pago a las amas de casa, igualdad frente al hombre, problemas relacionados con la trata, etcétera.
Desde entonces ya se planteaba una propuesta en contra de la intervención imperialista en Cuba y otra contra la desfanatización. Ellas encabezaron y abrieron camino a la aceptación final con Ruiz Cortines, del derecho al voto de las mujeres.
El libro trae una larga lista de mujeres comunistas y de las que encontró, únicamente en el Distrito Federal, de 16 sólo pudo entrevistar a 12. Sus vivencias son, en muchos casos, terribles: con el sexismo siempre presente y en ocasiones la agresión sexual.
Aparecen en el libro fotografías de 26 mujeres comunistas de gran trayectoria, entre las que resaltan Benita Galeana, Adelina Zendejas, Frida Kahlo, Concha Michel, Consuelo Uranga, Elena Huerta, Aurora Reyes, Clara Porset, Luz Ofelia Guardiola y Angélica Arenal.
Con certeza, la autora concluye: “En resumen, la investigación ha permitido constatar que la mujer no se libera de su condición subordinada, cuando asume una responsabilidad política y participa en un partido tan radical como el PCM”. Ni en ningún otro partido, agregamos.
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