MÉXICO, D.F., abril 9.- En 1950, la fotógrafa franco-alemana Gisèle Freund inició un viaje a México, inicialmente previsto para dos semanas, aunque se extendió por dos años y se convirtió en huésped habitual de la casa de Diego Rivera y Frida Kahlo, en el barrio de Coyoacán.
Freund tuvo un acceso único a la pareja de artistas y sus retratos son algunos de los últimos de Frida Kahlo en vida. Este mes, más de un centenar de esas imágenes, varias de ellas inéditas, fueron publicadas en el libro “Frida Kahlo: The Gisèle Freund Photographs”, editado por Abrams Books.
Las fotos de 1951 muestran a la afamada pintora mexicana caminando relajada en el jardín de la “Casa Azul” con sus perros, en la fuente dando de comer a sus patos e inclinada sensualmente en una habitación de su casa.
También es vista pintando en su estudio y yaciendo con expresión adusta en su cama.
Los retratos de Freund capturan la exótica belleza y el peculiar estilo de Kahlo y a la vez muestran a la pintora de manera íntima y delicada, muy distinta de la desgarradora imagen de sí misma que trasmitía en sus famosos autorretratos.
A Freund no se le escapó la compleja personalidad de la mexicana.
“Era un ser formidable, pero con mucho dolor… no sólo por el dolor físico debido a su terrible accidente de tranvía, sino porque era un ser profundamente conflictivo. Amaba a los hombres, pero no se apartó de las mujeres. Ella te podía abarrotar de regalos grandes y pequeños, desde un talismán, un pequeño exvoto de bronce, o una buena piedra de la suerte de la cerámica precolombina, así como de la joyería pesada; le fascinaba…
“Un día me dijo: ‘Yo no quiero vivir mucho tiempo. Realmente estoy sufriendo demasiado’”, contó Freund a una biógrafa de Kahlo, en un testimonio que aparece en el libro recién publicado.
A lo largo de su vida, Kahlo enfrentó severos problemas de salud. En la infancia fue víctima de poliomielitis y en la adolescencia sufrió lesiones graves después de montar en un autobús que chocó con un tranvía. El accidente de 1925 le dejó secuelas de por vida, entre ellas infertilidad y frecuentes dolores. Fue sometida a 35 operaciones quirúrgicas.
En uno de los retratos más llamativos, Kahlo posa en silla de ruedas con la paleta de colores y los pinceles en la mano, mirando serena a la cámara y acompañada por el doctor Juan Farill.
A la izquierda y al fondo de ambos, sobre una mesa, puede verse el autorretrato que Kahlo pintaba y donde aparece junto a su médico.
Este fue el último cuadro que firmó, en 1951. Farill le realizó siete operaciones en la columna vertebral que obligaron a la pintora a permanecer hospitalizada durante 9 meses. Frida aseguraba que ese médico le había salvado la vida.
Pero solo vivió tres años más y su vida se extinguió a la edad de 47 años, en la misma casa donde fuera fotografiada por Freund.