MÉXICO, D.F., abril 9.- Este miércoles 8 de abril se cumplieron 100 años del nacimiento de María Félix, y 12 de su muerte, el día de su cumpleaños 88.
Para celebrarla, publicamos esta entrevista inédita que revela una faceta poco frecuente de La Doña: la de la mujer abajo del pedestal; es decir, María Félix por sí misma.
La diva más grande que ha producido el cine en México ya tenía 84 años la mañana de 1998 en la que se hizo esta entrevista. Le faltaban cuatro para morir, pero aún iba y venía con garbo y altanería. O como diría Pita Amor: “iba como un cuchillo, desafiando al aire”.
Iba de negro: pantalón, blusa, chalina y zapatos de piso. Lo único refulgente eran las piedras de sus anillos, sus aretes, su peineta de carey y la cascada de su pelo.
María Félix visitaba una exposición de fotos de divas mexicanas en el antiguo Palacio de Lecumberri. La suerte, el tumulto y la vorágine causada por quienes querían llevarse impregnado algo de su aroma me situó codo con codo junto a La Doña. Caminé de su brazo como uno de los muchos amores que habrá tenido María Bonita, María del Alma, pero haciéndole preguntas en vez de halagos.
El Premio Nobel de Literatura mexicano Octavio Paz, que nació hace 100 años igual que ella, decía de María que había nacido dos veces: “sus padres la engendraron y después ella se inventó a sí misma”. Estas respuestas revelan algo del antes y del después.
VIDA DE DIVA
¿Ha sido fácil su vida de estrella, María?
–Es muy duro estar frente al público, a veces estás consentida, pero es parte de todo. En cada película yo quería aprender, ser mejor, porque soy una improvisada. Me apuré a aprender porque vi que tenía mucho éxito. Yo nunca estuve en escuelas de arte dramático ni nada, aprendí al paso de la vida, lo que me enseñaban mis papeles, mis roles, la gente buena que trabajó conmigo. Por ejemplo, yo no sabía hablar francés, pero aprendí para trabajar.
Oiga María Bonita, ¿en la vida basta con ser bonita?
–Bonita, bonitilla nada más, no, no, no basta, necesita uno saber caminar, estar siempre limpia, creo yo que es lo más importante, ir con el dentista, hacer gimnasia para ponerse siempre en forma, hay muchas cosas para ser bonita, no nada más la nariz.
¿Alguna vez recibió propuestas indecorosas de un director?
–Yo nunca tuve que estar con las patas pa’ arriba para trabajar, nunca me dediqué a eso, nunca me tuve que ir con un hombre para tener trabajo, jamás, ni por dinero ni por trabajo.
¿Cómo se llega a ser la Doña?
–Algo fregona tiene una que ser para que le digan así. Estoy acostumbrada a serlo, mi lorito en mi casa me dice La Doña.
¿Y para ser como María Félix?
–Estudiar, estudiar y aprender un oficio.
¿Creyó en su juventud que un día iba a provocar lo que provoca, ser una diva, ser la Doña?
–No, nunca. Nunca creí que algún día provocaría lo que hoy provoco. Ser la Doña es como un sueño.
LOS AMORES
¿Se quedó con ganas de tener un romance con alguien, María?
–No, todos se me dieron muy bien. Hay algunos que no me convenían, unos por feos, otros porque estaban muy pobres y a mí no me gusta andar pidiendo medias, a mí me gusta tener una gente que trabaje, que se gane su vida, como yo. Siempre he sido independiente, rechacé casarme con algunos para poder ser independiente y hacer lo que yo quisiera. Yo soy liberal porque siempre hago lo que quiero.
¿Qué veía usted en los hombres que escogía para quererlos?
–¡Debían de tener algo para que me fijara yo en ellos!
¿Qué era?
–¿Puedo decir la palabra “pendejo”, que es tan bonita? Bueno, pues ese tipo de cosas no divierte. He procurado tener siempre gente inteligente cerca de mí. A mí el amor se me dio muy bien, para qué voy a negarlo, siempre estoy acompañada por alguien que me ama y eso es bastante bonito porque te hace la vida, ¿no?
¿Alguna vez le disputó un hombre a otra mujer?
–¿Yo pelearme por un señor? ¡No! Ellos sí por mí; pero yo por ellos no.
¿Algún hombre la hizo llorar?
–En el cine sí.
¿Y en la realidad?
–No. He tenido mucha suerte porque me han querido mucho, he tenido mucho amor, me lo han dado mucho y la verdad es que yo nunca he llorado por un hombre porque desde el momento en que no me quiere él, ya no lo quiero yo.
Diosa, ¿se arrodilló ante algún hombre?
–Me he arrodillado en la iglesia, pero ante un señor todavía no.
¿Es usted feminista?
–Soy feminista en el sentido de que quiero que la mujer progrese, no de que la mujer se quiera parecer al hombre. Y a las mujeres no les va a gustar esto que voy a decir, pero para que un hombre pueda saber cómo es la mujer de su casa necesita probar otras. También la mujer, no nada más el hombre, la cosa debe ser pareja.
EL CINE
¿Por qué se retiró del cine?
–Me retiré porque tenía 87 caballos pura sangre que dirigir y que poner en valor, por eso me quité de hacer películas.
Hay algún personaje que hubiera querido interpretar?
–No me acuerdo. Me gustó mucho hacer prostitutas, porque hacer prostitutas, que es un oficio muy difícil, pues hacerlo así de mentiritas es muy interesante.
¿Cree que el cine mexicano sigue produciendo estrellas comparables a las de antaño?
–No… pero, bueno… ¡yo valgo por 50!
En una película de su vida ¿quiénes serían sus coprotagonistas?
–Digamos que el Músico Poeta fue muy importante en mi vida, muy importante. En el lugar donde esté, me pongo de pie cuando alguien pronuncia el nombre de Agustín Lara porque le he tenido un respeto y una admiración sin límites. También me pongo de pie con Carlos Gardel. En fin, me pongo de pie con la gente que reconozco, ¡claro que no todo el tiempo, porque estaría yo de pie todo el día!
¿Se considera usted una leyenda?
–Leyenda es la que ya se murió, yo todavía sigo aquí. Tal vez (decir que es una leyenda) es un homenaje a las tantas veces que se pronunció el nombre de México fuera de aquí, gracias a mí.
LAS JOYAS Y LAS RIVALES
Se ha dicho que usted admiraba mucho las joyas de Dolores del Río, ¿es así?
–Dolores del Río no tenía joyas: eran joyitas. No es que la esté criticando, cada quien tiene lo que tiene y yo he tenido por privilegio joyas muy, pero muy buenas, pues también mi talacha me daba mucho dinero y me las compraba.
¿Las joyas le dan realce a la belleza?
–La afición por las joyas se debe primero a que tienes con qué comprarlas, porque si no es un complejo. Ya no se puede salir como antes con unos diamantes porque no sabes qué te puede pasar, pero siempre una mujer necesita un poco de cosas de estas, el oro da luz.
¿Conoce a alguna otra mujer que haya logrado situarse a su altura de diva?
–Yo no la conozco. Mi trabajo no tenía rivales. No sé, a mí me ha ido siempre tan bien en todo. Yo creo que nunca tuve competencia real. Yo he tenido siempre mucho valor, no he sido timorata ni tímida. Para muchas cosas sí, pero no en el trabajo, ni en mis amores.
*Esta entrevista fue publicada en la edición 312 de la revista Quién.
La foto de María Félix es de Getty Images