LIBROS DE AYER Y HOY.- Muy sugerente el nombre del fenómeno marino que se instaló desde la primera semana de mayo en costas mexicanas: Mar de fondo.
Me recordó aquella novela tan compleja y terrible de Patricia Highsmith, que lleva precisamente ese nombre, Mar de fondo (Bruguera 1983, Anagrama 2000).
El fenómeno no es nuevo dicen los expertos, pero nunca se ha manifestado con la violencia actual. Producido por tormentas que impactan franjas marinas lejanas de las playas, arremete con fuerza produciendo olas de tamaño poco vistas. A lo mejor similares a esas que atraen al turismo en la playa Tecomán y su vecina Armería, que están entre Manzanillo y Colima y que por sus enormes olas son inspiración para las famosas marinas.
Pero el nombre del fenómeno denota muchas más cosas como las que estamos viviendo en el acontecer mexicano: el transcurrir, por ejemplo, del proceso electoral sin que el INE ajuste cuentas con los que están violando la ley; el mar de fondo que todos explican y denuncian, pero que amarra las manos al órgano electoral.
Cosas profundas hay en el caso Carmen Aristegui con su despido por sus trabajos periodísticos, a cuya investigación se le está dando largas. “Faltan datos para aclarar el asunto”, dijo en una entrevista el responsable de la Función Pública Virgilio Andrade; luego viene lo de Ebrard, lo de la solución militar en el estado de Jalisco, la debacle de Pemex, el caso de las Afores sometidas a especulación y miles de situaciones que crecen desde adentro y se estrellan con violencia en nuestra realidad mexicana.
Mar de fondo (Deep Water) fue escrita por la estadounidense Highsmith en 1957, después de la sorprendente Extraños en un tren (1951) que la lanzó a la fama con la película del mismo nombre que dirigió Hitchcock con guión de Raymond Chandler.
Michel Deville hizo una versión en Francia en 1981 de Mar de fondo (Eaux Profondes), una novela llena de las profundidades que tienen las obras de Highsmith y que se reflejaban en su misma persona, extraña, arisca, mujer con recovecos, pero una gran escritora.
El argumento va presentando en un corto fluido, la historia de Vic Van Allen, un hombre apacible, excelente esposo, buen vecino que tolera los amoríos de Melinda, una esposa frívola que por el contrario centra los reproches de su entorno. Pero en la calma y tranquilidad del buen hombre, se esconde un interior turbulento, el mar de fondo de un sicótico que espera el momento oportuno para matar; personajes que recuerdan un poco los cuentos de Raymond Carver, por el final sorpresivo.
Highsmith está más cerca de la inglesa Ruth Rendell que murió a principios de mayo, que de Agatha Christie, todas, en diversa dimensión, reinas del crimen. Hastiada de Estados Unidos cuya clase media no toleraba sus complejas novelas (ahora reivindicada a partir de su famoso personaje Tom Ripley), se fue a vivir a Suiza donde murió en 1995.
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