LIBROS DE AYER Y HOY
Los que se creen dueños del mundo tienen la magia de convertir a alguien que consideran malo en bueno, de un día para otro. Al contrario de la frase chispeante sobre los dos primeros días de noviembre, que dice que un día somos todos santos y al día siguiente difuntos.
El gobierno de Estados Unidos, cuyo récord de actos terroristas apabullan al mundo, acaba de quitar esa definición a Cuba, uno de los países más asolados por sus actos terroristas precisamente.
Que otra cosa es haber vivido prácticamente aislado de muchos de los progresos del mundo, sólo porque un país poderoso lo castigó por no pensar como él.
Desde 1962 cuando se inicia formalmente el bloqueo a Cuba –aunque había habido prolegómenos con Eisenhower desde 1959–, la nación caribeña sufrió todo tipo de agresiones de las que fue testigo el mundo, sin que nadie, ni la ONU, pudieran meter la mano.
Las votaciones frecuentes para quitar el bloqueo, emitidas desde 1992 en la organización internacional, de nada sirvieron. Aparte del boicot científico, alimentario, comercial, farmacéutico, etcétera, los atentados siguieron –se cuentan por centenares–, y el apoyo y asilo a grupos terroristas en Miami se multiplicaron ad infinitum.
Pero para los gringos, la terrorista era Cuba. A 31 años del alevoso asesinato del columnista Manuel Buendía, que se cumplieron el pasado 30 de mayo, hemos reeleido La CIA en México (Ediciones Océano S. A., 1984), en el que además de las interminables incursiones de la agencia en el país (por cierto una relacionada con terrorismo en vacunas, que nos recuerda algo que está ocurriendo actualmente) , el periodista menciona los actos que se fraguaron en México contra Cuba, explosiones a vehículos cubanos, presencia de uno de los instigadores del atentado al avión cubano en 1976, en el que participaron Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, uno de los terroristas protegido por Estados Unidos, aún residente en Miami, entre otros.
Buendía señala que el que fungía como jefe de la CIA en México era Laurence Sternfield, quien participó en la invasión a Bahía de Cochinos, estuvo detrás de 24 tentativas de asesinato contra Fidel Castro, y en 1976 sus gentes participaron en dinamitar el avión cubano de pasajeros, en el que murieron 73 personas.
Y la terrorista era Cuba. Pero los avances en las conversaciones que pretenden normalizar las relaciones Cuba-Estados Unidos, son vistos por la comunidad internacional con beneplácito, porque hay un repunte en la distensión del mundo.
Se sospecha que el país del norte que no da paso sin huarache, planea reconquistar al país caribeño para convertirlo en un emporio de sus bisuterías.
Los cubanos, espectantes, ven con esperanza la normalización, en momentos en sus líderes históricos tienen menos caminos por andar.
¿Cuál será el papel de la CIA en esta normalización, cuando su presencia casi se mantuvo cotidiana en los sabotajes que eran pan nuestro en la vida de Cuba? Nadie lo sabe, pero como decía Manuel Buendía: la CIA es Estados Unidos.
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