OAXACA, OAX., julio 6.- Los que no quieren que los restos del general Porfirio Díaz Mori regresen de Paris a su patria y a su natal Oaxaca son los que han estado sucesivamente en el poder de México, advierte el escritor Guillermo García Manzano.
Hombre de letras, el ex rector de la UABJO y actual director de la Casa de la Cultura Oaxaqueña (CCO) dice en entrevista que el problema no es traer los restos del “Soldado de la Patria” y que puedan entrar al territorio nacional, donde los porfiristas solicitan le sean rendidos honores como Jefe de Estado, sino cómo convencer a los que se oponen a ello, porque son los que mandan en el país.
En entrevista, a propósito del centenario luctuoso del general Díaz, García Manzano afirma que no ve ningún inconveniente en que el hombre que fue el forjador del México moderno, que se le recuerda como el Soldado de la Patria, que participó en grandes batallas como la del 5 de mayo en Puebla, la del 2 de abril en Miahuatlán y La Carbonera, y dio prestancia a las armas nacionales, se le recuerde y se le rinda homenaje.
Sobre el anuncio del Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez de traer los restos de Díaz Mori y depositarlos en la Basílica Menor de la Virgen de La Soledad, consideró que así se cumpliría la última voluntad del General, que sus restos descansaran frente a la casa donde nació, ubicada en la primera calle de Independencia de la capital del Estado, donde desde siendo niño acudía al templo.
Porfirio Díaz Mori era católico, pero también un liberal consumado que alcanzó el grado 33 de la masonería, en momentos en que había un conflicto intenso entre la Iglesia católica y la masonería.
No hay que olvidar que Díaz fue un hombre que estuvo militando en las huestes del liberalismo mexicano, aclara García Manzano.
Refiere que el “Soldado de la Patria” fue un hombre muy polémico, satanizado, pero muy admirado. “Hablan que fue gente de mano dura, pero vivió tiempos donde la mano blanda no se valía; el país lo requería; estaba muy convulsionado después del proceso de Independencia”.
Comenta que durante los más de 30 años que duró manejando el país, atendió muchísimas cosas que hay que loar y reconocer, al igual que hemos reconocido la magistral obra de Benito Juárez, que prácticamente logra una segunda independencia, Porfirio Díaz fue el conductor del México moderno.
¿En realidad hubo mucha mano dura?
–No puedo en ningún momento pensar que las dictaduras sean buenas, porque todo dictador impone su criterio al aspecto legal y jurídico.
Se ha dicho que Porfirio Díaz integró un Congreso nacional prácticamente a su interés y forma de gobernar, y si hablamos de dictaduras tenemos que hablar de dictaduras presentes, como lo fue el postrevolucionario, que fue otra dictadura que trató de romper la oposición.
Me estoy refiriendo al presente, el año 2000, con 12 años de participación panista en la administración pública, donde como titular del Poder Ejecutivo se siguió el mismo modelo que los regímenes revolucionarios habían establecido.
HAY QUE OLVIDAR QUE DÍAZ FUE LUCIFER
“Creo que llegó el momento de olvidar aquello de que Díaz fue un lucifer, un hombre malísimo que tuvo errores; todos los han tenido, pero definitivamente tuvo virtudes mucho muy loables”, señala Guillermo García Manzano cuando empieza a hablar sobre Porfirio Díaz.
Fue reconocido como el Soldado de la Patria; incluso, en un aniversario de la Revolución Mexicana, el que era secretario del Patrimonio Nacional, licenciado Bustamante Vasconcelos —oaxaqueño— habló acerca del Soldado de la Patria, que había que quitarle la satanización que habían hecho sobre él.
Sostiene que “a Díaz hay que juzgarlo en su exacta dimensión y rendirle los tributos de un Jefe de Estado, porque se supone que desde que regresaron a México sus familiares habían pedido que se trajeran los restos de Don Porfirio”.
Recuerda que todos dijeron que vengan los restos; lo dijo Gustavo Díaz Ordaz, lo dijo Luis Echeverría, lo han dicho distintas personas, pero en forma privada; eso es indigno de un país que se dice que respeta la historia, y la historia no ha sido respetada, porque Juárez y Díaz fueron durante más de medio siglo oaxaqueños que tuvieron que rescatar la dignidad y el desarrollo del país.
LOS TIEMPOS DIFÍCILES DE PORFIRIO DÍAZ
¿Que si le tocó gobernar en tiempos difíciles? Veamos; por ejemplo estaban los asaltantes de caminos a la orden del día, los famosos Bandidos de Río Frío y de muchos otros lugares; se le criticó que algunos de ellos se plegaron a incorporarse a la legalidad.
Los Bandidos de Río Frío fueron nombrados guardias rurales, pero se acabaron los asesinatos y los asaltos en el camino de la ciudad de México al estado de Puebla.
“Sí hubo mano muy dura y cruel en algunos momentos, pero por qué imputarle todo a Porfirio Díaz, cuando hubo otras personas que fueron crueles; el país vivió una etapa muy dura; además, nunca hemos querido hablar abiertamente de la influencia del país del norte (Estados Unidos) en decisiones de la administración publica, aspecto que Porfirio Díaz detuvo, la paró en seco, lo que tal vez le costó –entre otras cosas– que hubiera problemas en su administración, promovidos por presidentes de Estados Unidos, por verse afectados en sus intereses.
¿Por qué tantas reelecciones de Don Porfirio?
Sin Díaz no hubiera buscado su reelección en 1910 hubiera pasado a la historia como uno de los más grandes estadistas y héroes nacionales, pero lamentablemente todo el que tiene poder se establece en el mismo y es muy difícil dejarlo.
Y es que con su “Plan de la Noria”, Díaz se levantó contra la reelección de Juárez y después se convirtió en un Presidente que fue reelecto sucesivamente, aunque hubo un periodo de su compadre que estuvo cuatro años en el poder, pero después se quedó hasta 1911, cuando renuncia obligado por las circunstancias.
¿Atendió Díaz a Oaxaca como Presidente de la República?
Es muy cuestionable, pero desde luego que estuvo atento a su tierra. Siendo Presidente de la República estuvo en el Istmo de Tehuantepec en dos ocasiones en forma sucesiva, una para inaugurar el Ferrocarril del Istmo y otra para inaugurar todo lo que se hizo en Salina Cruz, como las instalaciones del dique seco.
A la Ciudad de Oaxaca, siendo Presidente, sólo vino en una ocasión, cuando se inauguró el Ferrocarril Mexicano del Sur. Estuvo acompañado de miembros de su gabinete y desde luego permaneció a su lado su esposa, que era su segundo matrimonio.
Antes, Díaz se había casado con su sobrina Delfina Ortega Díaz, hija de su hermana Manuela y del doctor Ortega, con la cual procreó cinco hijos, aunque varios murieron y sólo quedó Porfirito, como le llamaban, pero lamentablemente la señora murió muy joven, al poco tiempo de haber perdido a su último hijo.
Don Porfirio tuvo que pedir licencia a la Iglesia católica para que le dieran un perdón y pudiera contraer nupcias con su sobrina.
Después de la muerte de su sobrina, Díaz comenzó una nueva vida y se casó con doña Carmelita Romero Castelló, quien le dio clases de inglés y de francés y en esos encuentros se enamoraron.
Cuando como Presidente de la República vino a inaugurar el Ferrocarril Mexicano del Sur, la sociedad femenina oaxaqueña, que había tenido mucho contacto con la primera esposa, doña Delfina Ortega Díaz, le hizo algunas cosas incorrectas a doña Carmelita, quien muy enojada le dijo a don Porfirio que se regresaba a la Ciudad de México.
–“Te vas conmigo o me voy sola”, le dijo doña Carmelita y el “Soldado de la Patria” se marchó con ella al día siguiente para no volver más, recuerda Guillermo García Manzano.
Después, los hechos se precipitaron. A los 80 años de edad, Porfirio Díaz renunció a la presidencia de México el 25 de mayo de 1911 y se embarcó en el barco “Ipiranga” rumbo a Europa, fijando su residencia en la ciudad de París, donde murió el 2 de julio del año 1915, hace 100 años, y fue enterrado en el cementerio de Montparnasse.