LIBROS DE AYER Y HOY

Si a enemigo que huye puente de plata, ¿por qué se están ofreciendo 60 millones para volver a traer a El Chapo? Una enorme cantidad que tendríamos que pagar si a alguien se le ocurre ponerle el cascabel al gato.

Lo dicho: la ineficacia de unos pocos la tiene que pagar el pueblo de México. De huidos y de evadidos estamos hasta el copete y a la única que lograron aprehender –porque querían hacerlo como golpe político– fue a la maestra Gordillo.

¿Qué no se fue muy girito Felipe Calderón después de dejar el país lleno de cadáveres?, ¿Qué no se fue Carlos Salinas de Gortari a disfrutar varios años a Europa  y a Cuba, después de robarse la presidencia, llenar de sospecha la muerte de los que le estorbaban y dejar un hueco que provocó una severa devaluación?, ¿Que no se van cada fin de mandato todos los gobernadores que dejan las arcas vacías, no lo hizo acaso, entre decenas, el señor Humberto Moreira, ex presidente del PRI,  que dejó un adeudo de 30 mil millones de pesos en Coahuila y todavía se dio el lujo de tomar unas largas vacaciones en España?.  ¿Que no se fue el señor García Luna,  ex secretario de seguridad, a rascarse la panza un largo tiempo en las playas de Miami?

La lista es interminable. Pero los mexicanos somos contradictorios, ahora un grupo de neoporfiristas quiere  traer a Porfirio Díaz, famoso evadido por Veracruz, después de dejar una estela de cadáveres que provocó su dictadura.

Como pocas veces un tema se ha apoderado de todas las tribunas del país y hasta el más modesto ha dado su opinión porque el caso le parece insólito.

Pero entre la gran desconfianza ya instalada y el silencio sepulcral de los priistas que días antes engallados se ufanaban por apoderarse del país, hay dos cosas terribles que se repiten en público y en privado y que causan espanto: que el hecho realmente no sucedió, que el túnel no existe y que a Joaquín Guzmán Loera lo desaparecieron.

Lo último lo matizan por la insistencia de Estados Unidos para su extradición y las cosas que supuestamente conoce el capo sobre las pasadas elecciones.

Las respuestas titubeantes de quienes “han dado la cara” y presentado el túnel no despejan ninguna duda.

Ernesto Sábato publicó El Túnel en 1948 (Editorial sudamericana, con ediciones posteriores de varias editoras) novela que se situó de inmediato entre las preferidas de un gran público en la antesala de un existencialismo que la acogió como propia.

Para otros, sin embargo, es una novela sicológica. La complejidad del pintor Juan Pablo Castel describe las influencias de Sábato, un físico nacido en Rojas Argentina, avecindado por un tiempo en Europa, que por 124 días no llegó a los 100 años (1911-2011).

Castel cuenta la historia de sus amores tormentosos con María Tribarne, a la que termina asesinando. Todo en un entorno de desencuentros, misterios y celos que se exponen en la comparecencia final de Castel, al recordar su vida triste y miserable.

Sábato, un hombre comprometido, presidió durante el gobierno de Raúl Alfonsín la Comisión por la búsqueda de los desaparecidos durante la dictadura argentina, comisión que publicó el documento Nunca más.

Respecto a El Túnel, que le dio fama, los críticos de Sábato destacan esa frase simbólica de su novela: “En todo caso había un solo túnel oscuro y solitario: el mío”.

laislaquebrillaba@yahoo.com.mx